cerrará temprano. Nos preguntamos si podremos salir temprano, volver a nuestras casas, volver con nuestras familias. Por culpa del tiempo,
por culpa de la nieve.
Pero la nieve se ha convertido en aguanieve, y el aguanieve en lluvia, de manera que hoy el banco no cerrará temprano y nosotros no podremos irnos temprano, no nos podremos volver temprano a nuestras casas,
con nuestras familias.
De manera que nos sentamos a nuestras mesas del banco, bajo el resplandor de las luces, al calor de las estufas, y miramos las manecillas del reloj y echamos vistazos a la cara de nuestro director, de nuestro director que está sentado a su mesa del fondo; sabemos que el señor Ushiyama, nuestro director, no está muy bien de salud. Se lo vemos en la cara. Se lo oímos en la voz. Sabemos que tiene dolores fuertes de vientre. Sabemos que hace casi una semana que los tiene. Todos sabemos lo que puede querer decir; sabemos que puede ser disentería y que puede ser fiebre tifoidea. En la Ciudad Ocupada,
todos sabemos lo que puede querer decir.
En la Ciudad Ocupada, sabemos
que puede querer decir muerte, muerte.
Pero él sobrevivirá a esto,
sobrevivirá a
esto…
Por última vez. Vemos que las manecillas del reloj marcan las dos y vemos que el señor Ushiyama se levanta de su mesa del fondo, con la cara blanca y cogiéndose el vientre con las manos. Por última vez. Vemos que el señor Ushiyama hace una reverencia y escuchamos cómo se disculpa ante todos nosotros. Por última vez. Vemos cómo el señor Ushiyama se marcha temprano.
Y todos sabemos lo que esto puede querer decir.
Sabemos que puede querer decir muerte.
Pero él sobrevivirá, él seguirá con vida. En su casa, que sigue siendo su casa, con su familia, que sigue siendo su familia…
Pero hoy no nos marchamos temprano. No nos volvemos a nuestras casas y no nos volvemos con nuestras familias. Nos quedamos sentados a nuestras mesas, bajo el resplandor de las luces, al calor de las estufas, y seguimos atendiendo a nuestros clientes y escribiendo en nuestros libros de contabilidad. Y escuchamos el ruido de la lluvia.
Y miramos las manecillas del reloj.
Vemos que las manecillas del reloj llegan a las tres y el banco cierra sus puertas hasta el día siguiente. Rodeados de montones de recibos, ponemos en orden las transacciones de la jornada. Por última vez. Rodeados de montones de billetes, cuadramos el dinero de la jornada. Por última vez. Y luego oímos los golpecitos en la puerta lateral. Por última vez.
Levantamos la vista para mirar las manecillas del reloj.
Por última vez:
Son las tres y veinte del lunes 26 de enero de 1948.
Las tres y veinte en la Ciudad Ocupada.
Y ahora llaman a la puerta lateral.
Las tres y veinte y él ha llegado.
Nuestro asesino ha llegado.
Miramos cómo la señorita Akuzawa se levanta para abrirle la puerta lateral a nuestro asesino. Dice usted que tiene cuarenta y dos años. Nuestro asesino presenta su tarjeta de visita: Dr. Jiro Yamaguchi, Oficial Técnico del Ministerio de Salud y Bienestar. Dice usted que tiene cincuenta y cuatro años. Nuestro asesino pregunta por el director. Dice usted que tiene cuarenta y seis años. La señorita Akuzawa le pide a nuestro asesino que entre por la puerta principal. Dice usted que tiene cincuenta y ocho años. Nuestro asesino vuelve a salir. Dice usted que mide metro sesenta y dos. Nuestro asesino abre la puerta principal. Dice usted que mide metro sesenta. La señorita Akuzawa tiene un par de pantuflas listas para él. Dice usted que mide metro sesenta y cinco. Nuestro asesino se quita las botas en el genkan. Dice usted que mide metro cincuenta y siete. Escuchamos cómo la señorita Akuzawa le dice a nuestro asesino que el director ya se ha marchado, pero que lo puede recibir el subdirector. Dice usted que es más bien flaco. Vemos que nuestro asesino asiente con la cabeza y le da las gracias a la señorita Akuzawa mientras ella lo acompaña por el banco. Dice usted que tiene una complexión normal. Vemos pasar a nuestro asesino por entre las hileras de mesas donde estamos trabajando. Dice usted que tiene una complexión media. Escuchamos cómo la señorita Akuzawa le presenta a nuestro asesino al subdirector, el señor Yoshida. Está usted de acuerdo en que es bastante flaco. Nuestro asesino hace una reverencia. Dice usted que tiene la cara ovalada. Nuestro subdirector le ofrece un asiento al asesino. Dice usted que tiene la cara alargada. Nuestro asesino se sienta, mirando hacia la derecha. Dice usted que tiene la nariz respingona. Nuestro subdirector examina su tarjeta de visita: Dr. Jiro Yamaguchi, Oficial Técnico del Ministerio de Salud y Bienestar. Dice usted que tiene una cara bien parecida. Nuestro asesino le cuenta a nuestro subdirector que en el vecindario ha habido un brote de disentería. Dice usted que tiene la tez pálida. Ahora es nuestro subdirector quien enseña su tarjeta de visita: Takejiro Yoshida, Subdirector de la Sucursal de Shiinamachi del Banco Teikoku, Nagasaki-cho, Distrito de Toshima, Tokio. Dice usted que tiene la tez amarillenta. Nuestro asesino le cuenta al señor Yoshida que el origen del brote es el pozo público que hay delante de la residencia de los Aida en la Nagasaki chome-2. Dice usted que tiene dos manchas marrones en la mejilla izquierda. El señor Yoshida asiente con la cabeza y menciona que el director del banco, el señor Ushiyama, se ha marchado temprano porque le dolía mucho el vientre. En la mejilla derecha. Nuestro asesino le cuenta al señor Yoshida que a uno de los inquilinos del señor Aida le han diagnosticado disentería, y que justamente hoy ese hombre ha hecho un depósito en nuestra sucursal. Dice usted que tiene un moretón en la mejilla izquierda. Al señor Yoshida le asombra que el Ministerio de Salud y Bienestar se haya enterado tan deprisa del caso. Una cicatriz en la derecha. Nuestro asesino le cuenta al señor Yoshida que el médico que ha atendido al señor Aida ha informado enseguida del caso a las autoridades. Dice usted que tiene el pelo al rape. El señor Yoshida asiente con la cabeza. Dice usted que tiene el pelo canoso. Nuestro asesino dice que lo envía el teniente Parker, que es quien está a cargo del equipo de desinfección de esta zona. Dice usted que tiene el pelo más bien largo y entrecano. El señor Yoshida vuelve a asentir con la cabeza. Dice usted que tiene el pelo oscuro. A nuestro asesino le han encargado que vacune a todo el mundo contra la disentería y que desinfecte todos los objetos que hayan resultado contaminados. Dice usted que llevaba un traje de calle gris. El señor Yoshida asiente con la cabeza por tercera vez. Dice usted que llevaba un traje de invierno viejo. Todos los empleados, todas las habitaciones, todo el dinero que haya en la sucursal, dice nuestro asesino. Dice usted que llevaba uniforme. El señor Yoshida vuelve a examinar la tarjeta de visita: Dr. Jiro Yamaguchi, Oficial Técnico del Ministerio de Salud y Bienestar. Está usted seguro de que era un uniforme, ¿no? Nuestro asesino dice que nadie tiene permiso para marcharse hasta que él haya terminado su trabajo. Dice usted que llevaba abrigo marrón. El señor Yoshida se mira el reloj de pulsera. Dice usted que llevaba un abrigo en la mano. El teniente Parker y su equipo llegarán pronto para asegurarse de que el trabajo se ha hecho como es debido, dice nuestro asesino. Dice usted que llevaba un abrigo puesto pero otro en la mano. El señor Yoshida asiente con la cabeza. Dice usted que llevaba un abrigo de entretiempo. Nuestro asesino coloca ahora su pequeña bolsa de color oliva sobre la mesa del señor Yoshida. Dice usted que llevaba zapatos de goma marrones. El señor Yoshida mira cómo nuestro asesino abre la bolsa. Dice usted que llevaba botas de goma de color naranja tostado. Nuestro asesino saca un botiquín metálico y dos frascos de distintos tamaños con las etiquetas en inglés. Dice usted que tenía barro en los zapatos. El señor Yoshida lee las palabras inglesas FIRST DRUG en el frasco más pequeño, de 200 cc, y SECOND DRUG en el de 500 cc. Dice usted que tenía las botas limpias. Nuestro asesino le dice al señor Yoshida que se trata de un antídoto oral extremadamente potente que los americanos han desarrollado hace poco, a partir de una serie de experimentos con aceite de palma. Dice usted que llevaba un brazalete de tela blanca en el