ustedes completamente inmunizados de la disentería, dice nuestro asesino. Dice usted que llevaba un brazalete de la Oficina Metropolitana de Tokio. El señor Yoshida vuelve a asentir con la cabeza. Dice usted que ponía en letras negras: «Doctor en Medicina Preventiva». Nuestro asesino avisa al señor Yoshida de que el procedimiento de administración del fármaco es complicado y poco habitual. Dice usted que llevaba un brazalete del Distrito de Toshima. El señor Yoshida vuelve a mirar la tarjeta de visita que tiene sobre el escritorio: Dr. Jiro Yamaguchi, Oficial Técnico del Ministerio de Salud y Bienestar. Dice usted que ponía: «Equipo de prevención de epidemias». Nuestro asesino le pide al señor Yoshida que reúna a sus empleados. Dice usted que llevaba una cartera pequeña de color verde oliva colgada del hombro derecho. ¿También el conserje, su mujer y sus dos hijos?, pregunta el señor Yoshida. ¿O era en el izquierdo? Nuestro asesino asiente con la cabeza. Dice usted que llevaba una bolsa de médico. El señor Yoshida se levanta de su mesa. Una bolsa negra de médico. El señor Yoshida nos llama. Soy Sutejiro Takeuchi y tengo cuarenta y nueve años, pero aquí ya no soy Sutejiro Takeuchi y ahora ya no tengo cuarenta y nueve años; ahora siempre me agito, aquí solamente lloro. Nos levantamos de nuestras mesas de trabajo. Soy Yoshiyasu Watanabe y tengo cuarenta y tres años, pero aquí ya no soy Yoshiyasu Watanabe y ahora ya no tengo cuarenta y tres años; ahora siempre me agito, aquí solamente lloro. Cruzamos el banco arrastrando los pies. Soy Hidehiko Nishimura y tengo treinta y ocho años, pero aquí ya no soy Hidehiko Nishimura y ahora ya no tengo treinta y ocho años; ahora siempre me agito, aquí solamente lloro. Nos congregamos alrededor de la mesa del señor Yoshida. Soy Shoichi Shirai y tengo veintinueve años, pero aquí ya no soy Shoichi Shirai y ahora ya no tengo veintinueve años; ahora siempre me agito, aquí solamente lloro. Todos vemos cómo nuestro asesino se dirige a la señorita Akuzawa y le pide que traiga suficientes tazas de té para todos los empleados de la sucursal. Soy Miyako Akiyama y tengo veintitrés años, pero aquí ya no soy Miyako Akiyama y ahora ya no tengo veintitrés años; ahora siempre me agito, aquí solamente lloro. La señorita Akuzawa trae dieciséis tazas en una bandeja. Soy Hideko Uchida y tengo veintitrés años, pero aquí ya no soy Hideko Uchida y ahora ya no tengo veintitrés años; ahora siempre me agito, aquí solamente lloro. Nuestro asesino abre el frasco más pequeño, el que lleva la etiqueta FIRST DRUG. Soy Yoshio Sawada y tengo veintidós años, pero aquí ya no soy Yoshio Sawada y ahora ya no tengo veintidós años; ahora siempre me agito, aquí solamente lloro. Nuestro asesino nos pregunta si ya estamos todos. Soy Teruko Kato y tengo dieciséis años, pero aquí ya no soy Teruko Kato y ahora ya no tengo dieciséis años; ahora siempre me agito, aquí solamente lloro. Nuestro subdirector nos cuenta las cabezas, asiente con la cabeza y dice: Ya estamos todos. Soy Tatsuo Takizawa y tengo cuarenta y seis años, pero aquí ya no soy Tatsuo Takizawa y ahora ya no tengo cuarenta y seis años; ahora siempre me agito, aquí solamente lloro. Nuestro asesino sostiene una pipeta en la mano como si fuera un puñal. Soy Ryu Takizawa y tengo cuarenta y nueve años, pero aquí ya no soy Ryu Takizawa y ahora ya no tengo cuarenta y nueve años; ahora siempre me agito, aquí solamente lloro. Todos miramos cómo nuestro asesino echa unas gotas de líquido transparente en cada una de las tazas. Soy Takako Takizawa y tengo diecinueve años, pero aquí ya no soy Takako Takizawa y ahora ya no tengo diecinueve años; ahora siempre me agito, aquí solamente lloro. Todos escuchamos cómo nuestro asesino nos dice que cojamos cada uno nuestra taza. Soy Yoshihiro Takizawa y tengo ocho años, pero aquí ya no soy Yoshihiro Takizawa y ahora ya no tengo ocho años; ahora siempre me agito, aquí solamente lloro. Todos estiramos el brazo para coger nuestras tazas. Los que estamos aquí en medio del color gris. Ahora nuestro asesino alza una mano en señal de advertencia. Los que estamos agitándonos a cada minuto. Todos escuchamos cómo nuestro asesino nos avisa de que el suero es muy fuerte y de que nos puede hacer daño en las encías y en el esmalte dental si no miramos con atención la demostración que nos va a hacer él y si no seguimos sus instrucciones con exactitud. Los que estamos llorando a cada minuto. Ahora todos miramos cómo nuestro asesino saca una jeringa. Tú nos defines como las víctimas. Todos miramos cómo nuestro asesino hunde la jeringa en el líquido. Tú nos maldices como las víctimas. Todos miramos cómo nuestro asesino extrae una medida del líquido con la jeringa. Te contentas con recordarnos en el blanco y negro de nuestras muertes. Todos miramos cómo nuestro asesino abre la boca. No sabes nada de cómo éramos en vida y en colores. Todos miramos cómo nuestro asesino apoya la lengua sobre los incisivos de abajo y luego la recoge bajo el labio inferior. Somos simples evidencias de la escena de un crimen. Todos miramos cómo nuestro asesino se pone el líquido sobre la lengua. Somos simples cadáveres en un libro criminal; cadáveres, nunca personajes. Todos miramos cómo nuestro asesino echa la cabeza hacia atrás. En vida no nos conociste. Todos miramos cómo nuestro asesino se mira el reloj de pulsera, con la mano derecha en alto. Solamente nos descubriste por nuestras muertes. Todos miramos cómo nuestro asesino baja la mano. En la escena de un crimen. Todos escuchamos cómo nuestro asesino nos dice que la medicina nos puede dañar las encías y los dientes, o sea que tenemos que tragarla rápido. En un libro criminal. Todos asentimos con la cabeza. Nuestros nombres, nuestras caras. Todos escuchamos cómo nuestro asesino nos dice que exactamente un minuto después de que hayamos tomado la primera medicina, nos administrará la segunda. En texto y en fotografías. Todos miramos el segundo frasco, el de 500 cc, el que dice SECOND DRUG. Reducidos a un simple número. Todos escuchamos cómo nuestro asesino nos dice que después de tomar la segunda medicina podremos beber agua o enjuagarnos la boca. Doce, siempre escribirás 12. Ahora nuestro asesino nos dice a todos que levantemos las tazas. En este número, este número 12. Todos nos llevamos las tazas a los labios. En este número, volvemos a morir. Y ahora todos bebemos. Una y otra vez y otra vez y otra vez y otra vez y otra vez y otra vez y otra vez y otra vez y otra vez y otra vez y otra vez y otra vez y otra vez y otra vez y otra vez. Nuestro asesino nos dice que nos dejemos caer las gotitas de líquido sobre la lengua. Porque no somos doce. Y ahora todos notamos el sabor amargo del líquido. Somos Sutejiro Takeuchi, Yoshiyasu Watanabe, Hidehiko Nishimura, Shoichi Shirai, Miyako Akiyama, Hideko Uchida, Yoshio Sawada, Teruko Kato, Tatsuo Takizawa, Ryu Takizawa, Takako Takizawa y Yoshihiro Takizawa. Todos nos lo tragamos. Los que ahora estamos en el color gris. Y todos oímos a nuestro asesino decirnos que nos administrará el segundo fármaco dentro de exactamente sesenta segundos. Nosotros, los que a cada minuto nos agitamos. Vemos a nuestro asesino mirarse el reloj de pulsera. Los que a cada minuto lloramos. Lo vemos mirarse fijamente el reloj de pulsera. Llorar y esperar. Todos esperamos el segundo fármaco. Esperar y mirar. Todos miramos cómo nuestro asesino nos va poniendo el segundo fármaco en las tazas. Esperar y coger las tazas. Todos volvemos a coger las tazas. Cogerlas y volver a esperar. Volvemos a esperar mientras nuestro asesino se mira el reloj de pulsera y volvemos a esperar la señal. La sonrisa. Ahora vemos que nuestro asesino nos hace la señal a todos para que volvamos a beber. Con una sonrisa. Y todos bebemos. Y tú sonríes mientras bebemos. Y todos vemos a nuestro asesino esperar. Sin dejar de sonreír. Y todos vemos que nuestro asesino nos sigue mirando. Con esa sonrisa en tu cara. Y ahora todos sentimos el segundo líquido en la boca, lo sentimos en la garganta y lo sentimos en el estómago. Pero tú estás sonriendo. Y ahora todos oímos a nuestro asesino decirnos que nos enjuaguemos la boca. Sin dejar de sonreír, sin dejar de sonreír, sin dejar…
Son las tres y veinte minutos del lunes 26 de enero de 1948, en Tokio, y yo estoy bebiendo y estoy bebiendo y estoy bebiendo y estoy bebiendo y estoy bebiendo y estoy bebiendo y estoy bebiendo y estoy bebiendo y estoy bebiendo y estoy bebiendo y estoy bebiendo y estoy bebiendo y estoy bebiendo y ahora, ahora corremos y sufrimos arcadas, nos tambaleamos y perdemos el equilibrio, y empezamos a caer y a caer y a caer.
Infectados, caemos y caemos.
Caemos. Caemos.
Caemos con lágrimas en la cara.
Con lágrimas y lágrimas.
Estamos llorando. Estamos llorando.
Lloramos todo el tiempo.
Lloramos a cada minuto,
aquí. Pero en la Ciudad Ocupada, son