no quería postular a la DAFO, porque desconfiaba de los concursos limeños, como muchos cineastas regionales. Y ya en el 2012, cuando le hice la entrevista, él me decía que sus mayores influencias eran Ozu, Kurosawa y Sergio Leone. Tal vez en Wiñaypacha algo hay de esos tres y de manera muy consciente: el ángulo bajo de la toma de Ozu, la naturaleza viva de ver cómo todo se mueve de Kurosawa, y los planos fijos, contemplativos de Leone.
¿Tú viste una película con Anthony Quinn sobre la vida de los esquimales? Los dientes del diablo (1960), una película crudísima. Me la recordó Wiñaypacha… porque está hecha también con enorme naturalismo y vivacidad.
No… no sé si has visto El caballo de Turín (2011), tiene algunos contactos con Wiñaypacha, aunque también tiene cosas completamente opuestas.
¿Cuáles son las principales virtudes que encuentras en Wiñaypacha?
Formalmente es una película muy exigente, con un alto nivel artístico. Además, es muy moderna en el sentido de la modernidad del cine. Énfasis en el transcurso del tiempo, que está muy ligado a los temas de la vejez y del tiempo circular. Todo a través de una forma muy rigurosa; son creo noventa y seis planos fijos con solo dos actores. Un ángulo bajo casi todo el tiempo, inspirado en Ozu, evidentemente. Con mucho movimiento de una naturaleza muy consciente. Es muy auténtica.
El protagonista es el abuelo del director. ¿Cómo eligieron a la señora?
No lo sé, según ellos hicieron un casting. Hubo todo un proceso ahí.
¿Interpretar un papel sobre la finitud no los perturbó? Porque los dos se aproximan a la muerte…
Según Óscar, fue un tratamiento con los actores… no eran tampoco tan conscientes de que estaban actuando para una película, porque nunca habían visto una película. Les daban más o menos unas pautas y les pedían que conversaran.
A mí me sobrecogió el sonido de la película… El ronquido de pecho del viejo me hizo sentir incómodo, como si estuviera bajo las cobijas.
Sí, el sonido está muy bien. Envolvente. Lo hizo Rosa María Oliart. Uno siente la naturaleza respirando alrededor, el viento, los derrumbes. Aunque una amiga me comentaba: “Pero a mí me han dicho los aimaras, gente que habla aimara, que estos señores hablan mal, que no le dan la entonación correcta”. Pero eso no importa.
¿Cuánto tiempo duró el rodaje?
No estoy seguro. Sé que demoró, porque tuvieron que postergarlo hasta que hubiese un clima adecuado.
Porque fue filmada en las alturas de Puno, ¿no?
A 5000 metros y con un equipo mínimo. Si tú ves al final, casi todos los del equipo son Catacora.
Así es. ¿Tú has tenido oportunidad de ver el guion?
Solo un fragmento, está bien escrito.
¿Ha habido alguna crítica disonante a la película?
Que sea pública, no. Ha habido comentarios…
¿Acá en la universidad, entre tus estudiantes? Te pregunto porque es el público más cercano que tienes…
Hay prejuicio, pero lo tratan de ocultar. Porque no es políticamente correcto reírse de estas películas o menospreciarlas. Yo creo que cuando vi la primera película de Palito sobre jarjacha, que me parece una de sus mejores películas, estaba en la Ventana Indiscreta y atrás de mí estaban sentados unos chicos que se burlaron todo el tiempo de la película. Y cuando terminó se acercaron a Palito y lo felicitaron. Entonces hay esa actitud también.
OTROS RASGOS DEL CINE REGIONAL
Me parece que en la presentación de tu libro hablaron de las exhibiciones itinerantes que hacen los cineastas regionales… Como se hacía en una época en Europa: llevar tu cámara, instalar un écran en la calle, en la plaza, en los centros mineros. ¿Cómo son esas experiencias?
Eso comienza en Ayacucho. Palito Ortega fue uno de los pioneros, aunque también ocurrió en Puno, en Huancayo y en Cajamarca. La clave para ese tipo de exhibición es que la película haya tenido éxito en la capital del departamento donde se estrenó.
¿Normalmente en qué sala, en el municipio?
Sí. En Ayacucho, en una época fue en el teatro Cavero, que era un auditorio inmenso para más de mil espectadores.
¿Cuánto costaba el ingreso?
En Ayacucho creo que siete soles; y en Puno, diez.
O sea, ¿no recibía auspicio del municipio?
Los exhibidores tenían que alquilar la sala.
Increíble.
La sala municipal de Juliaca es inmensa, casi un estadio. La de Puno también es muy grande. El éxito está en estrenar el fin de semana; viernes, sábado y domingo en dos funciones. Si va mucha gente, se amplía a tres funciones; y si dura varias semanas, tienen dinero para iniciar la exhibición itinerante. Entonces alquilan movilidad, equipos de proyección, de sonido, su écran… aunque algunos usan una sábana. Pagan la publicidad en televisión y radio; las entrevistas generalmente son pagadas. Perifonean y volantean. Van por varias ciudades y poblados, cada vez más lejanos, según si les alcanza el dinero o si tienen éxito. Siempre alquilando cualquier ambiente disponible y, en algunos casos, haciendo exhibiciones al aire libre.
Te iba a decir que sería lindo que Lima aprendiera esa práctica, pero ya algunos municipios están proyectando cine al aire libre. Es una idea feliz.
Esta exhibición itinerante va con el director, pero si no puede hacer el recorrido, surge el promotor de espectáculos que ya conoce los lugares y la gente. Así, ofrece llevar la película a cambio de un monto, pero las experiencias son malas porque les piratean la película o no les rinden cuentas honestas. Ha habido anécdotas que cuento en el libro. Por ejemplo, Flaviano Quispe refiere que dio su película El huerfanito (2004) a un exhibidor itinerante que iba presentando otra película, El pishtaco (2003), que según el promotor era suya. Flaviano decía que la gente se veía más atraída por esta película que por la suya. Hasta que llegaron a Huancayo y Flaviano, que había acompañado parte del recorrido, fue a visitar a Nilo Inga: “Estoy aquí con mi promotor que está distribuyendo la película y estamos pasándola con otra película, El pishtaco, que trata de esto y lo otro”. Y Nilo le dice: “Oye, esa película es mía y no se llama El pishtaco, sino Jardín de horror (2001)”. Ahí descubrieron que pirateó la película y que la estaba presentando como suya.
¿Qué otras sorpresas has tenido a través de las entrevistas?
No sé, muchas. Por ejemplo, descubrí el relato mítico del condenado por amor. Este personaje que jura amor eterno y que, luego de morir la persona a quien ha jurado amor eterno, regresa para llevársela al más allá.
¿Es otro de los monstruos?
Sí, es el “condenado por amor”. Lo descubrí conversando con Nina Peñaloza, que era una persona genial: guionista, actriz, cantante y hierbera. Era muy graciosa, decía que era capaz de crear una historia viéndote no más. Fue la guionista de Te juro amor eterno (2010), que es una película fascinante.
¿Has encontrado películas de tono erótico como para vislumbrar una categoría?
No… tal vez la más erótica sea la tacneña Verdad o castigo (2012), de Carlos Vera Munárriz. Es una película que tuvo resistencias de cierto público, que protestaba por considerarla impúdica, según nos contó el director.