es, he sido profesor. Solo dos años enseñé Historia en Nuestra Señora del Prado, un colegio de monjas de Barrios Altos, también en el Saint Mark School, de Monterrico.
Una primicia. ¿Y no te interesó introducir el cine en el aula?
Sí, pero yo sentía que los dos colegios eran muy represivos. Y los alumnos también lo sentían.
¿No te sorprende que el cine, teniendo más de ciento veinte años de creado, todavía no ingrese a los colegios?
Ah, por supuesto, es increíble. Se supone que el Ministerio de Educación lo recomienda; creo que hay una ley del presidente Manuel Prado que ya decía eso desde los años cuarenta.
Se lo digo sobre todo a mis estudiantes de Comunicación: propongan un cineclub en sus colegios y condúzcanlo ustedes. No un curso, les advierto, porque eso supone dar examen, ajustarse a los criterios del profesor y alejarse de sus emociones personales.
Es como pasó en Chiclayo con los universitarios que conocí de la Universidad Santo Toribio: el gusto por el cine nació gracias a su cineclub. Igual ocurrió en la Universidad Católica: el gusto no nació tanto del curso de cine de Estudios Generales, sino del cineclub de Rossana Díaz Costa.
¿Crees que los adolescentes y los posadolescentes en general puedan distinguir el cine comercial del cine de autor? ¿Que tengan la sensibilidad, la agudeza para reconocer la diferencia?
No creo que la distingan. Más porque no tienen modelos… ni siquiera en Netflix, que no deja de ser una empresa comercial.
Pero los chicos la glorifican. Encontrar una buena película ahí es como buscar una aguja en un pajar.
Pero bien que exista. Claro que para buscar es necesario tener un conocimiento previo, al menos saber de directores.
A veces me topo con alguna buena película y tengo la impresión de que se han equivocado, de que esa película no debería estar en Netflix.
Creo que ahí falta algo de orientación que podría darse en el cineclub de un colegio, para que los chicos empiecen a distinguir. Por otro lado, viendo cine comercial también aprendes, también descubres autores.
Te planteo una hipótesis: si te ofrecieran un curso, un taller de cine en un colegio, ¿cómo procederías, cómo pensarías una programación para los profesores, los estudiantes e incluso para los padres de familia? ¿Hasta qué punto arriesgarías en tu programación?
No me lo he planteado. Me siento ya un poco alejado. Tendría que comenzar con películas que les gustarán, saber que podrían disfrutarlas. Y a partir de eso ir metiendo películas un poco más complejas, tanto para los estudiantes como para los profesores.
¿Cómo formar teóricamente a un espectador de cine para que consiga apreciar una buena película, o tú crees que es un asunto de educar la sensibilidad, de un ejercicio constante?
Yo creo que van juntos. Aquí te hablo empíricamente de mi experiencia. En mi caso, ver películas y leer a Fico fue muy importante. Sin duda la educación de la sensibilidad es fundamental para que entres en el arte del cine.
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