Bueno, te facilita la cuestión de bajar películas. Ellos conocen todos los sitios donde pueden entrar, tienen mucha paciencia y son muy seguros también en el aspecto de los antivirus… Además, saben dónde buscar los subtítulos.
En la era del VHS, ¿dónde comprabas?
También en Polvos Azules, a espalda del Palacio de Gobierno.
Incluso había un puesto que vendía pósteres, además de VHS. ¿Eres de los que tiene pósteres en su estudio?
Sí, tengo algunos. No tengo enmarcado ninguno. Más bien he pedido que me den el de Wiñaypacha (2018), que sí quiero tener enmarcado…
¿Qué póster te gustaría tener? ¿Cuál es el póster icónico para ti?
Aparte de Wiñaypacha, el de Barry Lyndon (1975). Lo tengo, pero está hongueado. Qué impresionante es esa imagen de la bota que pisa la rosa.
Por supuesto. ¿Y por qué esa fascinación con Wiñaypacha?
Es un hito en la historia del cine peruano y, sobre todo, del cine regional. A mí me emociona porque está relacionado con mi trabajo de los últimos años.
CINE REGIONAL
Las miradas múltiples. El cine regional peruano (2017) registra la producción de veinte años de un cine más genuino y menos artificioso. ¿Cuál es el estilo que podría caracterizar el cine regional?
Con Jaime Luna Victoria comenzamos a hacer una investigación sobre el cine que se hacía en el interior…
La iniciativa fue…
Fue mía, pero Jaime ya venía trabajando hacía varios años como programador del cineclub de CAFAE y conocía a muchos directores. Le propuse, entonces, hacer la investigación para la universidad. A mí me interesaba desde antes, desde que hice una investigación en el 2000 sobre cine y violencia política en el Perú; ahí descubrí las películas de Palito Ortega, que me parecieron fascinantes. Y me acuerdo de que Dorian Espezúa, de San Marcos, empezaba a hacer una especie de obra magna sobre lo que se llamaba la cultura chicha…
¿Perú chicha, que publicó Planeta en el 2018?
Exactamente, y convocó a varias personas. Yo iba a trabajar sobre ese cine que se estaba haciendo fuera de Lima. Ya después quedó en nada. Años más tarde me comunico con Jaime para hacer el trabajo de cine regional y comenzamos viendo el cine de Ayacucho y de Puno; encontramos una gran variedad: películas de terror, de acción, melodramas.
¿De alguna manera el interés que tenías por la violencia política en el cine se ramificó y terminó llevándote al cine regional? ¿Crees que es un cine que proviene del conflicto armado?
Sí. Mi investigación sobre cine y violencia política comprendía dos temas muy afines a mí, porque el cine me gustaba desde siempre y, por otro lado, había trabajado en derechos humanos; entonces, quise tratar ambos aspectos en esa investigación y así fue que descubrí las películas de Palito Ortega.
Pero ¿imaginabas una dimensión tan amplia y variada?
No. Eso también lo hemos descubierto en la investigación, porque conocíamos lo de Palito, pero casi no conocíamos lo de Berrocal, por ejemplo. Luis Berrocal tiene una película sobre los ronderos de Defensa Civil. Se llama Gritos de libertad (2003), que es una película muy valiente y que trata un tema que hasta ahora el cine limeño no ha tocado. Es un tema muy conflictivo y difícil de abordar, porque también Defensa Civil cometió crímenes y violaciones a los derechos humanos. La dimensión del conflicto fue muy grande, fue una guerra civil en realidad. De todos contra todos en esa zona y ese tema de la actuación de Defensa Civil lo toca Berrocal en esta película.
¿Los primeros focos de investigación fueron Ayacucho y Puno?
Sí, y en Puno, principalmente en Juliaca, porque allí hubo en algún momento una producción altísima, mayor a la producción ayacuchana.
Los departamentos más pobres del país. Con Apurímac y Cusco, ¿no? La zona del sur andino. Ustedes registran 1996 como un año fundacional con Lágrimas de fuego, de José Gabriel Huertas y Mélinton Eusebio, y en todo este tiempo se producen 147 largos, a diferencia de los 135 producidos en Lima. ¿Qué porcentaje de estos 147 superan un nivel mediano de calidad?
No es muy alto el porcentaje. Tampoco lo es en las películas limeñas e, incluso, ni siquiera en las películas que se hacen en el mundo. Si me apuras, podría decirte que unas quince películas. Ahora, en cuanto a calidad, el criterio es muy subjetivo y no tomamos en cuenta estándares técnicos, que es otra cosa.
Claro, en una entrevista tú haces una diferenciación que me parece muy pertinente: ni la mirada ni los procedimientos tienen que sujetarse a la visión de hacer cine en Lima. Es como si la categoría de cine regional estableciera nuevos criterios…
Sí, es difícil. La idea de hablar de la existencia de este cine regional tropieza con el concepto de cine nacional, porque antes se hablaba del cine nacional, pero en realidad se refería al cine limeño. Ahora, cuando se habla de cine nacional, tenemos que incluir a este cine regional que no se hace en Lima. Sin embargo, el término no es muy feliz. Me acuerdo que tú lo dijiste en su momento…
¿Y qué opinan los cineastas llamados regionales?
Hay algunos que discrepan del término, aunque en su mayoría lo aceptan. Lo consideran menos discriminador y ofensivo que cine provinciano, que los ubica en una situación de inferioridad respecto al cine que se hace en Lima. Ahora, algo paradójico: cuando nosotros hicimos las entrevistas y les preguntamos a los directores sobre sus películas peruanas favoritas, ellos mencionaban solo películas limeñas y entonces decíamos… ¿y las películas regionales? Y entonces recién señalaban las películas no limeñas.
¿Pero no lo hacen por un afán de compadrería… de congraciarse? Porque no veo mucha influencia de este cine limeño sobre el cine regional.
Creo que hay dos cosas. Por un lado, una especie de hegemonía del cine limeño que se ha apropiado de la categoría del cine nacional o cine peruano. Por otro lado, sí, hay una especie de aspiración de ser como Lombardi, como Chicho Durant… Es una aspiración profesional, de tener una presencia nacional como la tienen ellos.
Hagamos un poquito de historia, ¿quiénes son los precursores antes de Lágrimas de fuego (1996)?
Bueno, la Escuela del Cusco. El cineclub Cusco hizo varios cortometrajes y también los largometrajes Kukuli (1961) y Harawi (1964), que son películas muy importantes e influyentes… Ahora en el Cusco hay un cierto orgullo, pero también rechazo, porque sienten que son los padres a quienes deben matar para poder seguir. En Loreto, Antonio Wong Rengifo hizo películas en los años treinta y cuarenta, una de ellas: Bajo el sol de Loreto (1936), espera restauración para ser vista. En Huancayo hubo algunos cineastas… y un festival a fines de los cincuenta.
Entiendo que el cine regional no se ha constituido aún como un movimiento, no está articulado. Los cineastas apenas se conocen.
Se conocen, pero todo es muy variado. Los cineastas de la región andina, bási-camente de Puno a Cajamarca, todos se conocen. Han tenido diversos encuentros en Arequipa, Puno, Ayacucho, Cajamarca. Se mantienen comunicados por Facebook. Y hay otro grupo de cineastas regionales que están más cerca del documental y del cine de autor, que también se conocen.
Las 147 películas que registras en tu libro son de no ficción, ¿no? Veo muy poca presencia femenina.
Son de ficción y no ficción. Bueno, está