Ricardo Bedoya

Rondas, fanfarrias y melancolía


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de culturas distintas. Es un periplo propio de la apertura comunal hippie que Fellini, a fines de los años sesenta, reconoce en los jóvenes de la Antigüedad pagana. Acaso solo un gesto similar de desapego y apuesta pluricultural podrá alejarnos de la extinción12.

      EL DETALLE Y LO ETERNO

      ¿Cómo representar el carácter eterno de una ciudad, de una manera de vivir, de los miedos y los goces de la infancia, de los ritos de la vida provinciana? Para Fellini, hacerlo significa evadir la monumentalidad de los edificios consagrados y fijarse en los detalles que se graban en la memoria. El gesto de las prostitutas aparcadas en los costados de las autopistas, el paso apresurado de los seminaristas por las callejuelas estrechas de la ciudad, el movimiento de las grandes caderas de la mujer que tienta a los escolares al borde del mar, el perfil de los músicos ambulantes que caminan al borde de los terrenos baldíos, los automatismos y poses de los profesores de una escuela, la ceniza que está a punto de caer del cigarro del espectador de un espectáculo teatral romano, la discusión familiar a grandes voces que asemeja una gran refriega, il miracolo que conmueve a los fieles y deja perplejos a los escépticos, el movimiento de los jóvenes que avanzan por la vía de un suburbio romano al compás de una rumba, las perlas y lentejuelas que se desparraman del atuendo de la vedete Jacqueline Bonbon, el pandemonio que se arma en un circo, los giros afiebrados de las caderas de la Volpina. La eternidad se encarna en la fugacidad de lo entrevisto. Así se manifiesta la vena impresionista de un barroco.

      EL MUNDO Y EL SET

      Italo Calvino (1999) dice:

      Como en el análisis de la neurosis, pasado y presente mezclan sus perspectivas; como en el desencadenamiento del ataque de histeria, se exteriorizan como espectáculo. Fellini convierte el cine en la sintomatología de la histeria italiana, esa particular histeria que antes de él se solía representar como un fenómeno eminentemente meridional y que él, desde ese lugar de mediación geográfica que es su Romaña, redefine en Amarcord como el verdadero elemento unificador del comportamiento italiano. (p. 30)

      No es cierto que Fellini se asilara en Cinecittà para protegerse del mundo y evadir el tratamiento de asuntos conflictivos o temas de actualidad. En tiempos de la industrialización acelerada de la posguerra, Los inútiles y La dolce vita mostraron la otra cara de la cultura de la satisfacción y la abundancia. Luego, en su obra encontramos la reprobación a la censura moral y el puritanismo de la democracia cristiana (Las tentaciones del doctor Antonio); la experimentación de la cultura de la psicodelia (Giulietta de los espíritus, Toby Dammit, Fellini Satyricon); la opinión sobre los años de la contestazione generale, la disgregación de Europa y la difícil gobernabilidad de Italia (Ensayo de orquesta, Y la nave va); el punto de vista sobre el perfil de las mujeres en una sociedad en tránsito, sobre los avances del feminismo y la estéril vanidad del macho italiano (Las noches de Cabiria, Ocho y medio, Giulietta de los espíritus, La ciudad de las mujeres, Casanova); la amarga crítica sobre la sociedad del espectáculo, la neotelevisión y la cultura mediática (La dolce vita, Ginger y Fred, La voz de la luna).

      La imagen recurrente del neorrealismo es la del paisaje ruinoso habitado por personajes que se afanan en la supervivencia. Es una figura que atraviesa la obra de Fellini. Sus películas muestran los lugares y las circunstancias que sobrevienen a la catástrofe: el alba que sucede a la bacanal en La dolce vita; las tribulaciones posteriores a la interrupción de la energía creativa (Ocho y medio); las memorias murales del paganismo en Fellini Satyricon; la irrupción del aire contemporáneo que desvanece los más antiguos frescos romanos (Fellini Roma); la representación del duelo ininterrumpido entre el clown Blanco y el Augusto en Los clowns; la imposible seducción de la muñeca mecánica al cabo de una vida de conquistas en Casanova; la travesía sin rumbo de los deudos de la voz hecha cenizas de Edmea Tetua en Y la nave va; la devastación de la iconosfera en Ginger y Fred. Ensayo de orquesta es una alegoría sobre la irrupción de la fuerza del autoritarismo en medio de la compleja gobernabilidad de Italia. Una máquina de demolición destruye el muro de un oratorio del siglo XVIII. Luego de la destrucción se apunta a la posibilidad de la edificación de un nuevo orden, pero asentado sobre la base de una autoridad incuestionable, que no admite heterodoxias ni rebeldías.

      Roma es el mejor lugar para esperar el apocalipsis, dice Gore Vidal, sorprendido en una calle de Fellini Roma. Sin embargo, para Fellini, el apocalipsis parece haber llegado ya. Su sombra se perfila en las siluetas de los bárbaros de casacas negras que recorren en motos la noche romana o en el viento agitado de la actualidad capaz de borrar todas las señas de la civilización que prosperó, alguna vez, en un tiempo muy lejano, en ese mismo suelo.

      Milan Kundera, citado por Maillart (2014), dijo que las siete películas de sus últimos quince años son testimonios del implacable estado del mundo en el que vivimos. Casanova es la imagen de una sexualidad llevada hasta límites grotescos; Ensayo de orquesta, La ciudad de las mujeres e Y la nave va es el adiós a Europa en un barco que se dirige hacia la nada acompañado por aires de ópera; Ginger y Fred y Entrevista es el gran adiós al cine, al arte moderno y al arte todo; La voz de la luna es la despedida final (pp. 557-558).

      Nota final. Este volumen incluye artículos escritos por Rafaela García Sanabria y Federico de Cárdenas, a los que recordamos en su admiración por la obra de Fellini. Esos textos fueron publicados originalmente en la revista La Gran Ilusión, 2, correspondiente al primer semestre de 1994.

      REFERENCIAS

      Calvino, I. (1999). Autobiografía de un espectador. En F. Fellini, Hacer una película. Barcelona: Paidós.

      Costantini, C. (2007). Fellini. Les cuento de mí. México D. F.: Sexto Piso; Conaculta.

      Deleuze. G. (1987). La imagen-tiempo. Estudios sobre cine 2. México D. F.: Paidós.

      Fellini, F., y Simenon, G. (1998). Carissimo Simenon. Mon cher Fellini. París: Correspondance Cahiers du Cinéma.

      Keel, A., y Strich, Ch. (1978). Fellini por Fellini. Madrid: Fundamentos.

      Kezich, T. (2007). Fellini. Barcelona: Tusquets.

      Legrand, G. (1979). Cinémanie. París: Stock.

      Maillart, O. (2014). Tonino Guerra. En M. Sabourdin (Ed.), Dictionnaire du cinéma italien (pp. 557-558). París: Nouveau Monde éditions.

      Micheli, S. (2000). Lo sguardo oltre la norma. Roma: Bulzoni Editore.

      Nichols, B. (1997). La representación de la realidad. Cuestiones y conceptos sobre el documental. Barcelona: Paidós.

      Oliveira Jr., L. C. (2013). A mise en scène no cinema: do clássico ao cinema de fluxo. Campinas: Papirus.

      Pedraza, P., y López Gandía, J. (1993). Federico Fellini. Barcelona: Cátedra.

      Pettigrew, D. (2003). A Fellini lexicon. Nueva York, NY: Harry N. Abrams.

      Quintana, Á. (2005). El legado del padre o la vigencia del neorrealismo en la modernidad. En J. E. Monterde (Ed.), En torno al nuevo cine italiano (pp. 13-44). Valencia: Institut Valencià de Cinematografía Ricardo Muñoz Suay.

      Tobin, Y. (2010). Le cirque fellinien. Positif, 587, 101-102.

      Federico Fellini: un soñador con los pies en la tierra

       Gabriele La Posta

      El de Federico Fellini es uno de los nombres más grandes y reconocidos de la cinematografía mundial y en muchos países, pese a las dificultades debidas a la pandemia, no faltan las iniciativas que, a cien años de su nacimiento, celebran su extraordinaria actividad y legado artístico.

      El cineasta riminés practicó el oficio del cine de inicio a fin, llegando a él después de un recorrido de ilustrador satírico e historietista, con aspiraciones periodísticas, en ese extraordinario crisol de talentos