y significa «en la ocasión de la muerte del hijo»; posiblemente es una variante o corrupción de la expresión al alamot (Sal 46).
9. al alamot: Aunque algunas traducciones antiguas la traducen como «doncellas», pues es probable que las mujeres tuvieran algún papel menor en la liturgia del Templo; también puede referirse a los misterios o las cosas ocultas (Sal 46).
10. «los lirios»; en hebreo, al sosanim: Posiblemente es una alusión al proceso antiguo donde de descubrían oráculos al mirar los lirios, aunque también se puede referir a los lirios como símbolos del amor y la fertilidad (Sal 45; 60; 69; 80).
11. «las flautas»; en hebreo, al mahalat: La expresión es compleja y muy difícil de traducir; posiblemente se refiere a las flautas, como símbolo de lamentación y dolor (Sal 53).
12. «sobre la paloma muda de las lejanías»; en hebreo, al ayelet hasahar: Aparece en el título del Salmo 56, y posiblemente se refiere a la forma o la tonada y el ritmo en que el salmo debía ser cantado.
13. «no destruyas»; en hebreo, al tashet: Quizá se refiere a algún acto de la liturgia (Sal 57; 58; 59; 75), o alguna forma de cántico (Sal 65.8).
E- Notas históricas:
Algunos salmos incluyen varias referencias históricas para ubicar los poemas en el contexto de algunos episodios de la vida de David. Posiblemente estas notas fueron añadidas luego del exilio en Babilonia (véanse Sal 3; 7; 18; 34; 51; 52; 54; 56; 57; 59; 60; 63; 142), y nos brindan alguna información en torno a la interpretación y uso del salmo luego del destierro.
COMPOSICIÓN DE LOS SALMOS INDIVIDUALES Y REDACCIÓN FINAL DEL LIBRO
La historia de la redacción de los salmos individuales es extensa, y es complejo el proceso gradual de compilación de poemas hasta llegar al libro que tenemos en la actualidad. Todo comenzó de forma oral, posiblemente cuando los salmistas recitaban las oraciones para expresar sus sentimientos más significativos en torno a Dios y la vida. Esas plegarias y composiciones pasaron de generación en generación, a medida que la comunidad de fe se apropiaba de esos clamores, al entender que reflejaban sus pensamientos y sentimientos sobre las acciones de la divinidad en las diferentes esferas de la vida.
El reconocimiento de la importancia espiritual, litúrgica, literaria e histórica de los salmos se relaciona con el período en el que el pueblo de Israel inició sus experiencias de adoración como comunidad, y siguió hasta la composición del último salmo que se incorporó en el libro21 . Posiblemente una de las fuerzas mayores que guió la redacción y edición final del Salterio se relaciona con la crisis de la caída del reino de Judá, y su posterior exilio en Babilonia. Esas extraordinarias dificultades históricas produjeron en el pueblo un sentido escatológico profundo.
La redacción y transmisión de los salmos en Israel formó parte de las experiencias religiosas del Medio Oriente antiguo, y los salmistas utilizaron los temas, las técnicas y las metodologías que eran comunes en ese gran entorno geográfico, histórico, religioso y cultural22 . Ese proceso fue largo y complejo, y se fundamentó principalmente en la importancia que la comunidad de Israel le dio a esa literatura en la adoración, y también a la afirmación que los salmos le brindaban al pueblo en su peregrinar al futuro.
Esa importante dinámica de redacción y compilación también tomó seriamente en consideración la identificación y afirmación de la literatura que se convertiría con el tiempo en Sagrada Escritura. El libro de los Salmos es una importante antología literaria y religiosa, que contiene los poemas, las oraciones, los valores y las experiencias que sobrevivieron a ese proceso extenso e intenso de redacción, compilación y edición.
Nuestro empeño por descubrir el nacimiento de cada salmo no nos conduce necesariamente a sus autores originales, cuyos nombres propios e identidades específicas se pierden en el anoniMto de la historia, el tiempo y la cultura. Las investigaciones sosegadas, los estudios sistemáticos y los análisis científicos en torno a sus orígenes nos llevan principalmente a los contextos iniciales y primarios en los cuales se utilizaron los salmos.
En torno a este particular tema de la autoría es importante indicar que el concepto contemporáneo es diferente al que se poseía en la antigüedad. En las sociedades modernas se han redactado una serie leyes que protegen a los autores y las autoras, y que proveen regulaciones adecuadas que afirman la propiedad intelectual de las personas. En el mundo antiguo, por el contrario, se desconocían esas ideas de propiedad intelectual privada, y las composiciones eran entendidas como parte de la vida y de la propiedad de la comunidad, que las utilizaba y revisaba repetidas veces a través de la historia en sus diversas actividades religiosas y culturales.
Aunque ciertamente los salmos deben haber sido compuestos por personas con gran capacidad analítica, crítica, literaria, estética y poética, los procesos sociales, religiosos y sicológicos de transmisión de información de la etapa oral a la escrita no guardó la identidad precisa de esos personajes. Únicamente tenemos el día de hoy los entornos culturales en los cuales los salmos eran utilizados, entre los que podemos identificar los siguientes: Procesiones nacionales y festivales anuales, ceremonias de entrada al Templo de Jerusalén y cánticos de peregrinación, eventos educativos, y oraciones privadas y actividades litúrgicas específicas. Algunos salmos son oraciones individuales de alabanzas o quejas, mientras que otros manifiestan los mismos temas, pero desde la perspectiva de toda la comunidad. Y aunque el proceso de redacción de los salmos se inició de forma individual, en algún momento de la historia de Israel, posiblemente luego de la institución de la monarquía, comenzó el proceso de agrupar y ordenar los diversos grupos de salmos para su uso litúrgico en el Templo.
En la actualidad, el libro de los Salmos se divide en cinco secciones mayores o en cinco «libros»23:
Libro 1: | Salmos 1–41 |
Libro II: | Salmos 42–72 |
Libro III: | Salmos 73–89 |
Libro IV: | Salmos 90–106 |
Libro V: | Salmos 107–150 |
Cada sección o «libro» finaliza con una afirmación doxológica o alabanza extraordinaria a Dios (véanse Sal 41.13; 72.19; 89.52; 106.48; 150). Las atribuciones a algún personaje de gran importancia histórica y de reconocimiento y aprecio de la comunidad fueron algunos de los criterios para la compilación de los grupos (p.ej., David, Salomón y Moisés). Y otros salmos se agruparon por razones temáticas o por el uso específico que le daban en el culto –p.ej., los Sal 120–134, que son denominados como de «ascenso gradual» o «peregrinación», pues se utilizaban para subir o ascender al Templo–.
Una peculiaridad teológica y literaria en el Salterio es la preferencia del uso del nombre divino en sus diversas secciones. Los diversos «libros» del Salterio o secciones se dirigen a Dios con su nombre propio y personal –p.ej., Yahvé, o Jehová en las versiones Reina-Valera–, o utilizan el nombre genérico para referirse al Señor, Elohim. Las preferencias en torno al nombre divino se presentan en la siguiente gráfica24 :
Libro | Yahvé | Elohim |
Libro 1 | 272 | 15 |
Libro II | 74 | 207 |
Libro III | 13 | 36 |
Libros IV y V | 339 | 7 |
Luego del primer dúo de salmos (Salmo 1–2), que son una especie de introducción a toda la obra25 , tenemos dos importantes colecciones de poemas que se atribuyen, según sus títulos hebreos, al famoso rey David: Salmo 3–41 y Salmo 51–72. Una nota de gran importancia literaria y teológica se incluye al final del segundo libro, pues se indica claramente que con ese poema finalizan los salmos de David (Salmo 72.20). Esa particular referencia es posiblemente una forma de indicar que en algún momento de la historia, los salmos editados y compilados finalizaban con esa colección relacionada con David.
La intensión teológica del redactor final del Salterio se revela al estudiar con precisión la sección que incluye los Salmos 15–24. Esta serie de poemas está dispuesta de manera simétrica o en forma de quiasmo, y en su centro estructural (sección E, en la