Enrique Dussel

El arte de argumentar: sentido, forma, diálogo y persuasión


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y las falacias, un nuevo modelo de análisis, un interés en los «argumentos naturales» y nuevos acercamientos a la lógica, la retórica, la dialéctica y la erística de la argumentación. Simultáneamente, libros como los de Curtius,8 Lausberg9 y Johnstone10 nos ofrecían una visión general del campo de la teoría de la argumentación. Curtius rescató y desarrolló la idea de topos (lugar, elemento repetido y acepta do en el discurso — v.gr., el refrán, las concepciones del «sentido común» o las referencias cuasi-lógicas como la del valor excedente de lo más sobre lo menos—) mientras que Lausberg trabajó en la retórica literaria.

      El periodo lingüístico pragmático y discursivo. En Neuchâtel, Grize,11 Vignaux, Miéville, Borel, Apothéloz y otros trabajaron la lógica natural. Formularon una serie de operaciones de esquematización de los objetos del discurso (especies de temas o asuntos centrales), ya remitan estos a nombres («libertad», «comida») o a predicaciones («matar», «cantar»). Desde entonces, la argumentación no es comprendida sólo como justificación de esquemas argumentativos, sino también como esquematización de aquello de lo que se habla: cómo se vinculan nuestros conceptos con la lengua y cultura respectivas, cómo determinamos su sentido a lo largo del discurso, cómo organizamos tales determinaciones y cómo nos involucramos con respecto a lo dicho. Su renovador acercamiento descriptivo se basó tanto en la lógica de Lesniewski como en la teoría de la enunciación de habla francesa y en la epistemología y lógica operacional de Jean Piaget. Incluye en la teoría de la argumentación el lugar del sujeto y el anclaje de las nociones empleadas para su esquematización en las diversas culturas. Los lógicos naturales estudiaron los argumentos de modo literal y tomaron en cuenta su cotexto o texto que acompaña a los argumentos en un discurso completo. Propusieron su descripción desde un punto de vista constructivista y «teatral». Este enfoque remite a la forma en que el lenguaje «construye» y «pone en escena» la esquematización de la realidad descrita. Abarca elementos diversos de las distintas subdisciplinas. Se ubica en la frontera entre la pragmática y el análisis del discurso, entre la consideración del solo texto y la ampliación del análisis hacia el extradiscurso, hacia el contexto social que rodea, determina y deja sus huellas en la argumentación. Este enfoque es de gran relevancia, abrió la teoría antes restringida a los esquemas hacia el estudio de los objetos y es el más próximo a un interés discursivo social, por lo cual nos referiremos a él en «Argumentación, lengua y discurso», dedicado al enfoque lingüístico, y en los capítulos dedicados al análisis de los funcionamientos discursivos y a la semiosis.

      Ducrot y Anscombre12 históricamente ya fuera de la primera ola, que se cierra hacia 1979, son incluidos en ella porque tuvieron un nuevo acercamiento lingüístico a la argumentación (Argumentation dans la langue, «Argumentación en la lengua», ADL) que resultó fundante. El argumento se definió en esta escuela de pensamiento como una cuestión de lengua. Propusieron el estudio «polifónico» del argumentar a partir de formalizar la manera en que ponemos en juego varias voces, varias posiciones de enunciación al expresarnos (v.gr., al decir «ya dejó la cocaína» se pueden suponer dos enunciadores: uno que afirma que la dejó y otro que potencialmente lo niega). Realizaron estudios sobre elementos que orientan el argumento hacia cierta conclusión preferente: conectores («aunque», «en consecuencia», «por el contrario»), frases evaluativas («es un pésimo médico») y escalas que nos pueden colocar ante gradaciones argumentativas. Todos estos elementos funcionan como marcadores discursivos del argumentar (que revisaremos un poco en «Argumentación, lengua y discurso»).

      Ducrot y Anscombre analizaron igualmente la presuposición y la retórica o pragmática «integrada a la lengua». Sus contribuciones se centraron en el microanálisis de la argumentación —las palabras, frases y conexiones entre frases— aunque no dejaron de atender el discurso en sentido más amplio. La ADL nos hace reflexionar sobre la profunda relación que existe en lenguas occidentales entre razón y sentido (el viejo logos, unidad de pensamiento y palabra). El vocablo «sentido» tiene también, a partir de la ADL, un valor relacionado con los elementos argumentativos: la dirección hacia la que apuntan, lo que favorecen o bloquean, orientándose a favor o en contra de determinada conclusión.

      Tanto la ADL como la lógica natural representan una continuidad, pero también una ruptura con la tradición clásica, porque logran crear perspectivas de estudio más detalladas y novedosas, aunque tienen antecedentes como la lógica de la consecuencia (la ADL) y la teoría de Peirce sobre las palabras como argumentos (la lógica natural).

      En resumen, los hitos dentro de la «primera ola» de la teoría de la argumentación pueden sintetizarse de la siguiente forma:

      • Acercamientos lógico-dialécticos: Arne Naess y Crawshay Williams (malentendido), Toulmin (esquema universal y campos de la argumentación), Lorenzen (lógica propedéutica) y Hamblin (falacias)

      • Retórica: Perelman y Olbrechts-Tyteca (técnicas de persuasión)

      • Erística: Kotarbinski

      • Lingüística-pragmática-discurso: Ducrot-Anscombre (conectores, frases evaluativas, escalas argumentativas, presupuestos y polifonía); Grize-Vignaux (lógica natural de las esquematizaciones de los objetos discursivos)

      Además de Naess, Crawshay-Williams, Perelman y Olbrechts-Tyteca, Toulmin, Hamblin, Lorenzen, Kotarbinski, Grize-Vignaux y Ducrot-Anscombre, quienes configuraron lo que podemos denominar la teoría moderna de la argumentación, en las últimas décadas se han sumado otras contribuciones al campo. Dada su diversidad, sólo podemos delinear brevemente, con afán enciclopédico más que descriptivo, las teorías del movimiento de la «segunda ola» con respecto a sus afinidades regionales.

       Hacia la integración, la interdisciplina y la complejidad

      La tradición de habla inglesa. Después de 1968 y sobre todo a partir de la década de 1980, que constituye históricamente el punto de demarcación de la segunda ola, Blair y Johnson, Govier, Enis, Lipman, Woods, Walton, Weinstein, O’Keefe y muchos otros, sobre todo en Estados Unidos y Canadá, continuaron el desenvolvimiento de la lógica informal, el pensamiento crítico, la epistemología y la epistemología aplicada. Johnson y Blair fundaron un campo al oponer la «lógica informal» a la lógica formal, aunque en realidad ambos enfoques son complementarios.13 Los demás autores citados han hecho contribuciones básicas a la teoría y evaluación del argumento, así como a la teoría de las falacias14 en oposición al análisis formal situado fuera de contexto. Walton además, en sus últimos años, se abrió hacia la erística (el combate argumentativo), la pragmática (el estudio del contexto y uso de las falacias) y la emoción. Otros estudiosos norteamericanos renovaron la tradición del debate y desarrollaron perspectivas retóricas para abordar la argumentación (Michael Leff). Willard15 trabajó en la relación entre argumentación y epistemología social; amplió el alcance teórico de los aspectos lingüísticos hacia la interacción y el simbolismo no discursivo, otorgando además un rol central a los agentes y campos de la argumentación.

      La lógica informal y el pensamiento crítico merecerían un tratamiento extenso, sin embargo contamos ya con textos diversos en español acerca de estas corrientes de pensamiento, que empiezan a impactar a diversos filósofos en México. Además de Kotarbinski, varios estudiosos más en la tradición inglesa han trabajado sobre diferentes aspectos de la refutación y la polémica. La dimensión erística ha sido tocada en trabajos de Walton16 y Gilbert.17 Este último autor propuso además las teorías de la argumentación multimodal y coalescente; en la primera rebasa la dimensión lógica para integrar en su perspectiva metafísica los modos emocional, intuitivo y de creencia («kisceral») y físico contextual («visceral»); en tanto que en la segunda formulación teórica trata de la búsqueda de la solución de las disputas en un proceso en que todos ganemos. Gilbert plantea pasar de lo ideal a lo real y considerar la dimensión no sólo de la resolución de conflictos sino también el acuerdo o arreglo (settlment). Tratamos tanto a Walton como a Gilbert en diversas secciones y adoptamos del segundo autor su idea de la necesidad de considerar la multimodalidad de la argumentación.

      La tradición de habla francesa. En Francia, Oleron18