Iván Trujillo

Arte y hostilidad


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no hace otra cosa que introducir a Kant en la “paráfrasis” de Aristóteles. “Heidegger ‘no relaciona este concepto hegeliano (sensible no-sensible) con su equivalente kantiano’” (40). Poniendo de relieve enseguida que Hegel piensa el tiempo como devenir y no sólo como aquello en lo que se produce el devenir, destaca que para Derrida Hegel no piensa el tiempo como caída, como intra-temporalidad o caída en el tiempo, tal y como lo sostiene Heidegger. Enseguida, una observación de Derrida y una brevísima digresión sobre la gravedad de las metáforas, producirá quizá un discreto, pero importante, (des)ajuste, entre él y Malabou27.

      El filósofo de la deconstrucción observará, en efecto, que Hegel está precavido de las metáforas de la caída en el tiempo, añadiendo entre paréntesis: “a las cuales no se trata, por otro lado, de rehusar entonces toda gravedad”. La filósofa de la plasticidad, por su parte, omite esta breve digresión abriendo unos paréntesis (aquí unos corchetes) con tres puntos. Cita así: “Hegel multiplicó las precauciones de este tipo. Al oponerlas a todas las formulaciones metafóricas […] que dicen la ‘caída’ en el tiempo, se podría exhibir toda una crítica hegeliana de la intra-temporalidad [Innerzeitkeit]” (40). En vez de reparar en la gravedad de las metáforas, Malabou sigue el camino que hace aparecer el tiempo no sólo como sucesión de ahora, sino también como una instancia sintética.

       b) La resistencia de la inactualidad

      En lo que atañe a la posibilidad de pensar una caída en general y, por lo mismo, a la posibilidad de no quedar atrapado en el orbe ético-teológico sobre la base de cierta metaforización de la metáfora, Heidegger tiene una destacada importancia. En “La retirada de la metáfora”, en Psyché (2017), se va a decir que es el pensamiento heideggeriano de la diferencia ónticoontológica, de su olvido metafísico, lo que habría permitido dar a pensar a la vez el trazado de la estructura corriente del uso metafórico y cierto reborde metafórico. Lo que se da a entender allí como la retirada de la metáfora indica que la retirada del concepto metafísico de metáfora no da lugar a ningún sentido propio (a la vista del cual siempre funciona la metáfora metafísica), por lo que dicha retirada vuelve a tirar, o a dejar caer, la metáfora como generalización abismal de lo metafórico, como dados que, en su tirada, en su caída, no pueden jamás abolir el azar. Allí mismo, en “Mis chances”, el Dasein como arrojado es interpretado como entregado a la suerte, “à la chance [Verfallen]”. Procediendo a vincular la interpretación epicureana de la dispersión diseminante con la analítica del Dasein, se va a señalar que el análisis heideggeriano de la finitud del ser arrojado (Geworfenheit) mantiene una relación esencial “con la dispersión y la diseminación [Zerstreuung] como estructura del Dasein” (Derrida 2017, 396). No siendo el Dasein ni subjectum ni objectum, “él mismo está arrojado, entregado originariamente a la caída y a la déchéance,