su visita a Santiago, Valparaíso y Villa Alemana.14 Sus encuentros dan inmediatamente cuenta de donde quería apuntar Guattari. Durante un poco más de una semana de reuniones, hizo lazos con ONG de mujeres, con organizaciones de mapuche, con psiquiatras, estudiantes universitarios, artistas, escritores, y expuso o participó de discusiones sobre ecología, cambios sociales, la Amazonía, el capitalismo, economía, política y democracia, antipsiquiatría, comunidad y medicina, feminismo, entre muchos otros tópicos que se pueden encontrar como inquietudes más o menos insistentes a lo largo de sus años de reflexión. Una parte muy escueta del registro de la visita de Félix Guattari podemos encontrarlo en la publicación El devenir de la subjetividad, libro editado por Cristóbal Santa Cruz con la ayuda de Norambuena, y publicado por Ediciones Dolmen en 1998, el cual contiene algunas conferencias, entrevistas y conversaciones que Guattari sostuvo durante su paso por Chile en 1991.
Además de las conferencias realizadas durante la última semana de mayo de 1991 (que son reeditadas en este volumen) y de los diálogos (que contemplan intervenciones de distintos intelectuales chilenos y que Guattari sólo se limita a comentar, además de una conversación sostenida con el poeta Juan Luis Martínez en Villa Alemana, y de un texto leído de Pedro Lemebel leído como intervención en el encuentro de Guattari con alumnos de la Universidad ARCIS), El devenir publica en castellano “Para una refundación de las prácticas sociales”, escrito previo que reelabora luego de su visita a Chile, y que se publica póstumamente en la edición de octubre de 1992 de Le Monde Diplomatique. El devenir también contiene tres entrevistas realizadas en Chile, y publicadas el mismo 1991 en Revista de Crítica Cultural, Hoy y Página Abierta. El valor de éstas es que permitieron hacer públicas las posiciones de Guattari respecto a la situación de Chile y a lo que podría revelarse como fundamental para los años venideros.
Podríamos decir que ambos volúmenes editados en Chile consignan ejercicios de experimentación, casos que ponían en conexión la actualidad chilena con sus energías potenciales, con sus cargas, y con sus energías liberadas. Pero constituyen tan sólo un botón de muestra para dar cuenta de la gran cantidad de intercambios que sostuvo Guattari en su visita a Chile, y que tendrán que ver la luz en los próximos años. Intercambios que podemos suponer extraordinariamente relevantes para comprender distintas dimensiones del proceso transicional. Lo interesante es que lejos de que podamos afirmar que el trabajo de Guattari tuvo, en Chile “un efecto innegable y notorio”, como Dosse parece leer en su conversación con Norambuena, parece que sus discusiones y encuentros permanecieron dormidos en el tiempo. Entre la publicación de Cartografías, que proponía preparar la llegada de las ideas de Guattari y la publicación de El devenir, que recogía algunos testimonios variopintos de su visita, encontramos escasas menciones explícitas. Una es la temprana aparición de Guattari en Cuerpo correccional de Nelly Richard, escrito en 1980 a propósito de la obra de Carlos Leppe, y editado por Francisco Zegers. Richard vincula el problema guattariano del significante en la institución con la posibilidad de leer en Leppe una labor semiótica que se emancipa “de las normas comunes de información verbal o visual, de contestación de la uniformidad totalizante de los patrones sígnicos lingüísticos.15
La cuestión de la minoridad o del devenir minoritario —y de los devenires—, así como la crítica del significante es un tópico que podemos encontrar explícita y tácitamente en los escritos de Richard, así como en los de Justo Pastor Mellado,16 quien tradujo además la conversación que mantuvo Guattari con Roberto Matta en 1987.17 Una tercera voz que recurrió a Guattari de manera temprana fue Willy Thayer. En La crisis no moderna de la universidad moderna (Santiago, Cuarto Propio, 1996), emplea el concepto de Capitalismo Mundial
Integrado para dar cuenta de uno de los rasgos decisivos de la transición chilena, y que mostraría cómo ella se basa en una unidad compleja de control informacional planetario, que se sostiene en un proceso recíproco de telematización del mercado y de mercantilización de la telemática.
Además de dichas menciones, es poco lo que se puede constatar en un nivel explícito sobre su recepción en nuestro país, en los momentos cercanos a su visita. La singularidad del pensamiento guattariano quizá no pudo ser atendida en su momento, y quizá incluso se pueda especular que su visita no produjo un gran impacto inmediato, un impacto que, sin embargo, ha tenido que irse elaborando paulatinamente en una serie de prácticas. Contra ello también conspira la sostenida obliteración o subrogación de la firma de Guattari debajo de aquella de Gilles Deleuze. Aun cuando sea cierto que la escritura firmada por ambos sea una multiplicidad en sentido estricto, siempre parece primar el nombre de Deleuze por sobre el de Guattari,18 incluso en los casos en que se apuesta a su complicidad.19 El lugar casi inexistente de Guattari no puede ser enfrentado sin apelar al hecho de que su visita fue escandida por su interés de los procesos dictatoriales y posdictatoriales en Chile. Casi podríamos imaginar a Guattari muy interesado con qué sucedería con lo que él advertía en su visita como una gran capacidad de inteligencia colectiva que constituía una posibilidad de resistencia inaudita para el Capitalismo Mundial Integrado.20 ¿Qué sería la transición, esa transición interminable que ha revelado ser la transmutación estabilizadora del régimen militar? ¿Qué habría podido ver Guattari de la captura de las Organizaciones No Gubernamentales, captura “necesaria” para asegurar el planteamiento de la transición?
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Félix Guattari murió de un ataque al corazón la noche del sábado 29 de agosto de 1992, a los 62 años, en La Borde. Desde este otro lado del planeta, la transición a la democracia ya se encontraba en pleno, exactamente a dos años y medio de asumir Patricio Aylwin, figura moderada de la Democracia Cristiana y un reconocido opositor al programa de Salvador Allende y la UP. Hoy no hemos abandonado el régimen transicional, y hoy, más que nunca, el Capitalismo Mundial Integrado opera con un brazo armado implacable.21 Quizá sea preciso afirmar hoy, más que nunca, la urgencia de leer y discutir a Guattari, de volverse hacia su “caja de herramientas”. Pese a no verse explicitadas —pese a no fijarse y a pujar por su soltura—, sus tesis se aferraban a persistir. Volvían a quienes seguíamos asombrados por ellas, y a quienes las podíamos reconocer en otros lados: cuando se extenuaban las lecturas y las matrices, había que ponerse creativos, es decir, atentos a las fuerzas, a los movimientos, a lo que conectaba con los afectos, con los deseos.
En su visita quiso explorar los procesos de producción de subjetividad en el CMI en distintos dominios. En lugar de hallarnos frente a la imagen de un capitalismo controlador, lo que Guattari destaca es más bien la idea de un momento del capitalismo basado en la capacidad de producir la subjetividad, y sostenido en la capacidad de homogeneizar los modos de producción, circulación y control social. El CMI, basado precisamente en la capitalización de la subjetividad, se transformaba en un concepto excepcional para entender las capturas de los territorios existenciales y del cuerpo social. Integral por su potencia integradora e integrista, por su virtud in-dife-renciadora que logra, entre otras cosas, que por primera vez el destino de todo el planeta esté en manos de la especie humana… eso sella el fracaso patente del capitalismo.
Como lo definía en “Las nuevas alianzas”, escrito junto a Toni Negri a mediados de la década de 1980: el CMI es esta figura del mando/dominación que recoge y exaspera la unidad del mercado mundial sometiéndola a instrumentos de planificación productiva, de control monetario, de sugestión política, con características casi estatales. El Capitalismo Mundial integra en este proceso, junto a los países metropolitanos y directamente dependientes, al conjunto de los países del socialismo real y dispone además de los instrumentos de absorción de la economía de numerosos países del Tercer Mundo,