Teobaldo A Noriega

Novela colombiana contemporánea


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en parte— tanto la diversidad de la rica producción novelística colombiana contemporánea, como los diferentes ajustes que ha venido realizando mi propio examen.

      Este acercamiento se desarrolla en seis diferentes incursiones. En el primer capítulo estudio los mecanismos narrativos más importantes utilizados por Rafael Humberto Moreno-Durán (1946-2005), en su trilogía Femina Suite, y analizo el valioso papel del lector como participante en el juego ficticio. Sí en Juego de Damas el dinamismo del texto resulta de un montaje verbal que entrega al lector una imagen de mundo mucho más completa, imponiéndole a la vez una tarea casi detectivesca, en El toque de Diana su participación se hace aún más espontánea y deleitable al convertirse el lenguaje en el verdadero protagonista del ejercicio narrativo. Se trata de un inteligente y acertado control del humor que permite a la novela crear una parodia del mundo que proyecta, y al hacerlo somete al lector a una experiencia privilegiadamente verbal. Finale capriccioso con Madonna es ante todo la exploración de la realidad ficticia mediante el juego intertextual que el relato mantiene con diferentes significantes del gran discurso de la cultura. Sus referencias implícitas a las obras de Mozart, Dante, y Goethe, entre otras, son sólo parte de un ambicioso montaje semántico orgánicamente asimilado por el texto. Dan un sentido de unidad a la trilogía narrativa y señalan claramente su inserción en la postmodernidad. (La presente edición incluye también un cuidadoso examen de Cuestión de hábitos, excelente ejemplo de travestismo discursivo).

      En el segundo capítulo demuestro cómo la pérdida de confianza en el lenguaje mimético convencional conduce en El patio de los vientos perdidos, de Roberto Burgos Cantor (1948-2018), a una perspectiva polifónica que narratológicamente encuentra su equilibrio en el rico arsenal de la heteroglosia. Si bien el narrador básico asume su tarea de cronista, mediante un discurso identificable como habitual significante literario, su propia voz manifiesta una dimensión claramente dialógica al expresar su duda ante el gastado valor de las palabras. Es así cómo, junto a la suya, surgen otras voces, idiolectos que al convertirse en sonidos de la coral mayor del discurso ficticio codifican, de manera muy eficaz, cierta imagen verbalizada de la condición humana. La singularidad de este discurso ofrece consecuentemente al lector una experiencia donde el relato importa, ante todo, como sonido en la escritura, y la pérdida o falta de confianza en el significante lingüístico cuestionado señala claramente para la novela su índole postmoderna.

      En el tercer capítulo resalto la naturaleza sensual y erótica del mundo ficticio que Señora de la miel, de Fanny Buitrago (1943), proyecta carnavalescamente. A partir de allí hago referencia a dos importantes conceptos que, combinados, nos permiten evaluar mejor esta obra: postmodernismo de reacción/postmodernismo de resistencia, expresado por H. Foster (1983), y dominante epistemológico/ dominante ontológico, señalado por B. McHale (1987, 1992).Esta lectura demuestra que si, por una parte, la novela de Fanny Buitrago representa un intento por resistir el status quo, por otra la armazón narrativa que la conforma revela, igualmente, su ambigüedad ontológica; evidente topos postmoderno. La idea de lo carnavalesco, aportada por Bakhtín, se manifiesta en este caso como la estrategia poética clave en la construcción de una realidad desestabilizada por sus propias contradicciones, y la apropiación final del discurso falocéntrico por parte del personaje femenino complementa acertadamente la posmodernidad de este relato.

      Dentro de un marco referencial que amplía el ya clásico sintagma socio-histórico conocido como “Violencia colombiana”, mi propósito en el cuarto capítulo es proponer una perspectiva estético-cultural que permita evaluar mejor la escritura codificadora de tan cruda experiencia. La novela La mala hierba, de Juan Gossaín (1949), es vista así como testimonio de una sociedad transformada por un lamentable retorno a la barbarie, y como acto de escritura generado por un discurso preexistente, merced a un proceso de intertextualidad paródica que a su vez se inserta en el discurso mayor de una cultura. Metaficción historiográfica, e indicio de postmodernidad, este relato constituye un acto de sometimiento al Gran Texto garciamarquiano y, al mismo tiempo, un deseo de subversión ante el mismo, en claro gesto de irreverencia. El resultado es una novela que en su dialogismo carnavalizador reivindica el valor estético de su propio discurso en cuanto ficción, asegurando igualmente su significado social como documento.

      En el capítulo quinto analizo otra importante muestra de esa nueva codificación de la Violencia colombiana, esta vez en la novela Muertes de fiesta, de Evelio José Rosero (1958). El humor negro permite aquí conformar una imagen esperpéntica de la realidad salpicada con pinceladas goyescas. En contraste con la sobriedad formal del texto está su nivel semántico, impregnado de un desenfrenado deleite con la violencia que caracteriza al espacio ficticio: reducto degradado donde el amor se da como un sentimiento imposible para seres humanos sometidos a la inevitabilidad de la muerte. la postmodernidad de este relato resulta de su evidente ambigüedad ontológica.

      En el capítulo sexto, demuestro cómo la obra novelística de David Sánchez Juliao (1945-2011) constituye una síntesis de algunos rasgos previamente identificados a lo largo de este trabajo como característicamente postmodernos. Cachaco, Palomo y Gato proyecta un universo narrado a partir de diferentes perspectivas; una multiplicidad de voces que conforman la naturaleza dialógica del texto, su polifonía. El evidente interés del autor por explorar y explotar la dimensión sonora del lenguaje lo conduce a su segunda novela, Pero sigo siendo el Rey, donde la intertextualidad musical sirve de base a una escritura que, sistemáticamente, se apropia de otros discursos con los cuales carnavaliza la realidad que intenta presentar. Mi sangre aunque plebeya y Buenos días, América confirman la utilización eficaz que hace este escritor de ciertas estrategias narrativas. Su última novela, Danza de redención, convierte el discurso ficticio en un archivo histórico-cultural y rescata al mismo tiempo la dimensión fabuladora del lenguaje en la elaboración de un mito. Se trata en efecto de un mundo con características específicas, verbalizado en relación a una importante serie de significantes históricos, antropológicos, y sociales bien definidos, que tienen —en su mayor parte— un referente directo en el gran espacio cultural del Caribe colombiano. Un resumen ilustrativo del recorrido que la novela colombiana contemporánea ha hecho entre la modernidad y la postmodernidad, ampliado en esta revisitada edición con otras recientes incursiones, como aparece indicado en el Prólogo precedente.

      5. Véase M. Vargas Llosa, García Márquez: historia de un deicidio (1971), 565-570.

      6. G. García Márquez, Cien años de soledad (1975), 14.

      7. Véase G. García Márquez, El otoño del patriarca (1975).

      8. Véanse, por ejemplo, M. Palencia-Roth, Gabriel García Márquez. La línea, el círculo y las metamorfosis del mito (1983), capítulo IV; Gene H. Bell-; Villada, García Márquez. The Man and His World (1990), capítulo noveno, “The Anatomy of Tiranny”. Igualmente, recomendable resulta el ensayo de K. Barsy, La estructura dialéctica en El otoño del patriarca (1989). La bibliografía crítica sobre la obra de García Márquez es abundantísima y por sí sola constituiría un apartado especial. Una excelente compilación es la preparada por J.G. Cobo Borda en Repertorio crítico sobre Gabriel García Márquez, Tomo II (1995), 545-568. En cuanto a la novela colombiana contemporánea se refiere, algunos estudios que contribuyen de diferente manera a sistematizar un acercamiento a ella son: J.G. Cobo Borda, La narrativa colombiana después de García Márquez (1989); A. Pineda Botero, Del mito a la postmodernidad. La novela colombiana de finales del siglo XX (1991); y los trabajos de R.L. Williams, Una década de la novela colombiana (1981), y Novela y poder en Colombia 1844-1987 (1990). Compilaciones igualmente importantes de artículos especializados son las preparadas por: Luz M. Giraldo, Ed., Fin de siglo: narrativa colombiana (1995); Karl Kohut, Ed., Literatura colombiana hoy (1994); A. Pineda Botero y R.L. Williams, De ficciones y realidades. Perspectivas sobre literatura e historia colombianas (1989); J. Tittler, Violencia y Literatura en Colombia (1989); y R.L Williams, Ed., Ensayos de literatura colombiana (1985). Finalmente, una visión histórica de gran ayuda la representa el Manual de literatura colombiana editado por Procultura (1988), en dos volúmenes, siendo de particular interés en