Carmen Romero Lorenzo

Hijas del futuro


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la supuesta superioridad natural por su mayor inteligencia, fuerza física y capacidades. El tema es mucho más complejo, sobre todo a partir del momento histórico en que la fuerza física deja de ser un factor determinante para alcanzar y controlar el poder.

      No es lo mismo «patriarcado» que «machismo». El machismo es una forma de pensar por la cual determinados varones y determinadas mujeres consideran que ellos son superiores en muchos aspectos a nosotras: pueden creer que son mejores cocineros, modistos, escritores o gobernantes, o que realizan las tareas más duras y difíciles. El patriarcado es un sistema o estructura de poder que tiene más componentes que una simple ideología. En ese sistema se tienen unos privilegios, igual que ocurre con la esclavitud o la precariedad laboral de nuestra época. El patriarcado funciona y subsiste porque hay una parte de la población que se beneficia de él.

      El feminismo explica que el sistema patriarcal se fundamenta en la realización por parte de las mujeres de manera gratuita (en el sentido de que no hay un salario legalizado, sino que el pago es la subsistencia, que solo en el caso de una minoría de mujeres conlleva un bienestar notable) de estos cuatro trabajos:

      •Trabajo doméstico (en muchas zonas rurales a este trabajo en el interior del hogar se han añadido otras labores relacionadas con la agricultura, ganadería y acarreo de víveres y agua; en las clases sociales más precarias después de la industrialización podía sumarse un trabajo asalariado imprescindible para subsistir).

      •Trabajo de cuidado de las criaturas, personas enfermas, ancianas, incapacitadas y discapacitadas, además del propio esposo e incluso de la familia del esposo.

      •Trabajo sexual: en el matrimonio, dar satisfacción al esposo de manera voluntaria o forzada (esto no quiere decir que las mujeres no obtengan satisfacción con el sexo ni que se vean coaccionadas siempre, sino que en el patriarcado, la legislación matrimonial ha obligado durante mucho tiempo al «débito conyugal»); mediante la prostitución; añádase que la violación y el abuso sexual supone un tomar por la fuerza por parte de los varones aquello que desean o a lo que creen tener derecho.

      •Trabajo reproductivo: es uno de los trabajos principales, pues biológicamente solo lo pueden realizar las mujeres en edad fértil (y algunas otras personas con diferente identidad de género). El patriarcado intenta controlar este trabajo reproductivo que asegura la continuidad de la especie, la propia paternidad y provee de fuerza de trabajo a los sistemas económicos ligados a la estructura patriarcal, desde el feudalismo al capitalismo, sin olvidarnos de los regímenes comunistas. Casi todas las teóricas feministas han dado la máxima importancia a la cuestión reproductiva, ya que es algo que los varones, mayoritariamente, no pueden realizar.

      Se suele decir que el feminismo busca la igualdad entre mujeres y varones. Pero, para muchas feministas, ese no es el objetivo principal, por mucho que sorprenda. Por supuesto, deseamos la igualdad de derechos y oportunidades, pero no solamente o como final último. Es más importante para nosotras la transformación del sistema patriarcal en otro más justo tanto para mujeres como para varones. Por ejemplo, puedo considerar que las mujeres tienen derecho a ser toreras, verdugos o militares. Pero si estoy en contra de la tauromaquia, la pena de muerte o la existencia de un ejército para la guerra, no lucharé por esa igualdad ni me parecerá en absoluto prioritaria, sino que intentaré que esas tareas dejen de existir. Buena parte del movimiento feminista es de izquierdas, anticapitalista y antimilitarista (esto último quizás no en un porcentaje tan elevado como lo anterior). Eso quiere decir que no solo lucha por la igualdad, sino por un cambio del sistema económico, político y social en el que vivimos, ya que considera que ese sistema va unido intrínsecamente al patriarcado y que ambos se necesitan. Bien es cierto que hay mujeres dentro de un feminismo más institucional o de partidos más moderados, o incluso conservadores, que solo buscan la igualdad, porque no están disconformes con el sistema global; no se puede negar la existencia de este tipo de feminismo, pero no es el mayoritario; ha de tenerse en cuenta que en los últimos años incluso los partidos más conservadores han asumido algunas de las reivindicaciones feministas, sobre todo por el empuje de sus propias mujeres y porque se trataba de una cuestión de derechos humanos que era imposible seguir negando, aunque se muestran muy reticentes a los planteamientos del feminismo más revolucionario y, en ocasiones, pueden llegar a tergiversar algunos de los planteamientos básicos de la teoría feminista.

      A lo largo de los siglos XVIII, XIX y XX, las sucesivas olas y corrientes feministas han logrado, al menos en una parte del mundo, una serie de importantes avances. En la actualidad, en Occidente y en nuestro país, nos encontramos con una clara mejora, pero también con retrocesos e involuciones. Nos seguimos enfrentando a problemas como la violencia machista contra las mujeres (asesinatos, violaciones y abusos sexuales) y la falta de un cuestionamiento de la construcción de la masculinidad por parte de muchos varones.

      También nos enfrentamos a nuevas formas de machismo, como el negacionismo y el neomachismo, que usan la estrategia de afirmar que la opresión y discriminación de las mujeres es cosa ya del pasado o niegan la existencia misma del patriarcado, argumentando que los hombres también pueden ser víctimas (las consabidas «denuncias falsas» contra ellos en materia de violencia de género o los presuntos varones asesinados por mujeres), o que si estas no se liberan es porque no quieren. La postura negacionista es muy habitual en otros campos de la vida humana, por ejemplo, tras una guerra, cuando los vencedores silencian y falsean sus crímenes y genocidios. Algunos varones neomachistas aseguran ser feministas, pero pretenden un feminismo que les resulte complaciente y cómodo, y para ello tergiversan los postulados feministas o califican a estos de fanáticos. Se utiliza por ejemplo el argumento de la libertad de decisión de las mujeres sobre su propio cuerpo, aunque sea para beneficio, como siempre, de los varones.

      Para conocer mejor el feminismo es muy bueno escuchar a mujeres activistas. También resulta muy conveniente leer libros de ensayo. En el momento actual, las redes proporcionan muchas ventajas, pero también fomentan la tendencia a basar nuestra información en artículos, a veces, con poco o ningún rigor. En las redes cualquiera puede opinar sobre cualquier tema, aunque no tenga apenas idea sobre el asunto, y la violencia verbal es muy frecuente, lo que dificulta los debates y diálogos de aprendizaje.

      ¿Pueden los varones participar en el feminismo? Por supuesto que sí, ya que el patriarcado, pese a que los beneficia en gran parte, también perjudica a los que se salen de la normatividad y los limita desde que son niños a roles muy rígidos. No obstante, el mejor modo de entrar en el feminismo no es decirles a las mujeres cómo deben liberarse y cómo hacer un feminismo más agradable para ellos. Quizás les toque cuestionar la construcción de su masculinidad y buscar posibles alternativas.

      ¿Son todos los hombres culpables, responsables del patriarcado y se benefician de él? Sería como preguntar lo mismo respecto de las personas blancas y el racismo. Quienes no creemos en causas biológicas ni identidades naturales, esenciales ni fijas, preferimos hablar de posiciones sociales. Todas las personas estamos atravesadas por esas posiciones que, en ocasiones, pueden ser de privilegio y en otras, de discriminación. Lo triste y también muy cansado es que, a principios del siglo XXI, tengamos que seguir explicando todo esto porque tanta gente ni siquiera lo sabe o desea saberlo.

       Crítica literaria feminista y desde la perspectiva de género

      A la hora de interpretar, analizar y valorar un texto literario, hay diversos métodos y escuelas de crítica: formalismo, estructuralismo, semiología, New Criticism, deconstrucción, estética de la recepción… entre otras; y hay también análisis desde una perspectiva psicológica, social e ideológica: crítica literaria desde la psicología y el psicoanálisis, sociohistórica, marxista y feminista, por ejemplo. Es importante dejar bien claro que ninguna de estas últimas perspectivas es excluyente con respecto a un análisis formal.

      Tampoco deben entenderse estos tipos de crítica ideológica como formas de censura, proscripción ni prescripción, aunque pueda haber personas, instituciones e incluso países que, en determinadas épocas, lo hayan hecho. Así, desde la crítica literaria feminista, no se trata de decir lo que es «correcto» o «incorrecto», sino de analizar y mostrar el contenido desde la perspectiva de género.

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