Domènec Melé

Ética Profesional


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profesional exige formación y ser experto en algún ámbito de actividad. Por ello, la idea de profesión suele ir unidad a cierta especialización.

      • Recepción de una remuneración razonable por el trabajo efectuado. De ordinario, el trabajo es el modo concreto del profesional de ganarse la vida y sacar adelante la propia familia. La remuneración por el trabajo, ya sea realizado por cuenta propia o ajena, lo distingue también de la actividad de aficionado o amateur.

      A tenor de estas características, podría definirse en pocas palabras al profesional como una persona reconocida públicamente como alguien que trabaja con sentido de responsabilidad en alguna actividad útil para la cual está preparado y por la cual merece una remuneración.

      La capacidad para una profesión y su ejercicio responsable se expresa con el concepto de profesionalidad. La profesionalidad lleva a trabajar bien y con sentido de responsabilidad, lo cual exige preparación y voluntad de actualización, perfeccionando la capacidad profesional a lo largo de toda la vida.

      • Trabajar bien consiste en lograr un resultado final satisfactorio tanto por la calidad como por las expectativas del cliente o persona receptora del trabajo.

      • Trabajar con sentido de responsabilidad es ser consciente del valor de lo que se realiza y asumir las consecuencias de la actividad profesional. Incluye ser consciente de que con tal actividad se presta un servicio directo a personas que reciben los beneficios de la actividad profesional. Además, en no pocas ocasiones el profesional facilita el trabajo de otros profesionales y estos, a su vez, sirven a otras personas. De este modo, el trabajo realizado con profesionalidad contribuye al bien de toda la sociedad.

      Las capacidades para trabajar con profesionalidad suelen denominarse “competencias profesionales”. Estas competencias permiten al profesional llevar a cabo correctamente las tareas encomendadas. Las competencias profesionales incluyen conocimientos teóricos, habilidades prácticas, buen carácter y capacidad para manejar situaciones problemáticas. En definitiva, son capacidades para trabajar bien, de un modo eficiente y con calidad humana y sentido de responsabilidad. Las diversas competencias pueden agruparse en tres grandes tipos o grupos (Tabla 1.1.):

      • Competencias técnicas. Están relacionadas con conocimientos y experiencia adquirida en la formación y la práctica de la profesión que proporcionan habilidades de tipo técnico. Se logran de diversos modos: en escuelas profesionales, en cursos de capacitación o seminarios de especialización, aprendiendo de profesionales experimentados, trabajando con otros, y con el propio trabajo, reflexionando sobre él y aprendiendo de los errores.

      • Competencias emprendedoras. Son competencias no estrictamente técnicas relacionadas con la capacidad de afrontar nuevas situaciones problemáticas o retos profesionales valiosos con imaginación, creatividad, determinación y espíritu emprendedor. Incluyen buscar y elegir un lugar para trabajar, tomar decisiones creativas, innovando, y, sobre todo, involucrándose en algún emprendimiento, iniciando un negocio o una empresa.

      • Competencias de carácter. Este tercer tipo de competencias están vinculadas a la personalidad y, más concretamente, con las buenas disposiciones permanentes o hábitos del carácter, llamadas virtudes, que facilitan un buen comportamiento6. Las virtudes del carácter ayudan al profesional a tratar a las personas con las que se relaciona como corresponde a su dignidad. Así, la justicia lleva a dar a cada uno lo que le corresponde, la veracidad empuja a ser veraz en las palabras y los hechos, la lealtad a cumplir los legítimos compromisos, etc. Como veremos en el Capítulo 3, también hay virtudes, como el coraje o la moderación, que proporcionan autodominio para actuar debidamente.

TIPOS DE COMPETENCIAS DESCRIPCIÓN
Competencias técnicas Conocimientos técnicos y habilidades que capacitan para llevar a cabo de modo eficiente aspectos técnicos de la profesión.
Competencias emprendedoras Capacidad para afrontar problemas no técnicos con imaginación, creatividad, determinación y espíritu emprendedor.
Competencias de carácter Buenas disposiciones permanentes que facilitan un buen comportamiento.

      La relevancia de las competencias del carácter, como veremos, se relacionan con la ética y se ponen continuamente de manifiesto en el ejercicio de la profesión. Pongamos un ejemplo.

      Cuando alguien acude a un profesional de reparación de automóviles, espera en primer lugar que sepa hacer bien su trabajo porque tiene competencias técnicas para hacerlo, pero también confía en su honradez. Si el profesional recomienda cambiar algún elemento como la batería, o le sugiere hacer un determinado mantenimiento, se espera de él que diga la verdad: si tal recomendación es realmente necesaria y no un pretexto para cobrarle más. El cliente también tiene la expectativa de que el profesional cumpla lo acordado, en términos de precio y plazo de entrega del automóvil reparado. Si, además de todo ello, el profesional trata al cliente con cortesía y espíritu de servicio, este seguramente saldrá muy satisfecho.

      Como anotación final, digamos que el carácter moral actúa sobre las tendencias innatas de comportamiento incluidas en lo que denominamos temperamento7. El carácter, que se va forjando a lo largo de la vida, modera –puliéndolas o amplificándolas– las tendencias espontáneas del temperamento. Temperamento y carácter dan lugar a la personalidad propia de cada persona.

      El comportamiento ético se relaciona con la confianza y la confianza es esencial para la continuidad de la actividad profesional. Deriva de percibir que el profesional trabaja bien y con sentido de responsabilidad, lo cual es favorecido por sus capacidades técnicas y por sus virtudes del carácter, como las recién citadas: veracidad, justicia, cortesía y espíritu de servicio. Cuando el cliente percibe que el profesional ha realizado bien su trabajo, con calidad técnica y honradez, y lo ha tratado bien, muy probablemente deseará volver cuando lo necesite o recomendará aquel profesional a amigos y conocidos.

      En realidad, la confianza no solo es importante para mantener clientes; es también importante para mantener relaciones de cooperación entre compañeros de trabajo, proveedores y otras personas que facilitan el trabajo profesional, y para dirigir empresas8.

      La ética tiene sus raíces en la capacidad humana de discernimiento moral, expresado en la experiencia interior de distinguir entre el bien y el mal, al menos en aspectos muy básicos. Nadie en sus cabales diría, por ejemplo, que calumniar a alguien por odio o para obtener algún beneficio está bien, o que no sea reprobable complacerse torturando a un niño. Pero esta capacidad de discernimiento moral se puede desarrollar y educar y, de hecho, algunas personas la tienen más desarrollada que otras.

      La ética se ocupa precisamente de orientar el desarrollo del discernimiento moral para dilucidar la moralidad de situaciones menos evidentes. La ética contribuye, sobre todo, a actuar bien para desarrollar virtudes. La misma palabra ‘ética’ alude a ello: viene del griego ethicos, que significa “perteneciente al carácter y con especial referencia al carácter moral”. Así pues, al hablar de virtudes del carácter, en realidad estamos hablando de ética o, por lo menos, de un aspecto fundamental de la ética.

      La capacidad de discernimiento moral es una capacidad típicamente humana. El lenguaje pone de relieve la experiencia interior del sentido moral humano a través de muchas expresiones. Así, por ejemplo, se oye decir: “esto es injusto” o “no hay derecho a que me hagan eso”, “ha actuado mal”, “es su deber”, “me arrepiento de haber actuado así”, “es una persona muy egoísta”, “es alguien muy responsable”, “cuánta maldad hay en su comportamiento”. Podríamos continuar, pero lo dicho