he intentado –me dijo.
Puede que pensara que con su intento de mierda (¿cuánto tiempo había durado?, ¿cuántas veces pudo intentar nada en apenas nueve años?) cumplía con las expectativas que yo pudiera tener sobre él.
Debió de creer que así no le guardaría rencor.
Que no lo convertiría en uno de los fantasmas que llevo persiguiendo desde entonces, como si no necesitara encontrar otros abrazos que me hicieran olvidar por qué jamás llegué a recibir el suyo.
–Es lo mejor que te pudo pasar –insiste Tania.
Y cuando lo hace, cuando me dice que nuestras ausencias responden a un porqué, el caos resulta menos obvio, y la vida, un lugar casi razonable. O, por lo menos, menos hiriente.
Es una sensación pasajera, claro. Un alivio que dura tan poco como cualquier mentira.
–Hazme caso, Eric.
No respondo y ella, sin que yo se lo pida, me abraza.
En realidad, se abraza.
Nos abrazamos porque las ausencias duelen y nuestra presencia, que es una de las pocas que han resultado merecer la pena desde que nuestras vidas tuvieron la suerte de cruzarse, nos hace sentir algo más fuertes.
Ese momento, el instante en que me rompo a su lado y ella me ayuda a reconstruirme, es de los que nunca podrán ver mi millón de seguidores de Instagram.
Porque no admite filtros.
Ni hashtags.
Porque no se puede retransmitir en vivo la verdad. Y en mis redes, desde que todo pasó tan deprisa, solo hay espacio para las máscaras.
Para el éxito.
Y, a su manera, para la mentira.
La verdad no es lo que comparto con los extraños que me observan al otro lado de la pantalla, para «el fandom creciente y cada día más entusiasta» –como le gusta llamarlo a Hugo– de Ángeles, sino lo que vivo con quienes me conocieron antes.
Con quienes siento que nos conocemos desde siempre.
Como Tania.
Por eso no me sorprende ver su nombre en la pantalla de mi móvil mientras el oficial más joven me pregunta si necesito un vaso de agua.
–Sí, por favor.
Respondo con frases diminutas.
Ridículas.
Solo puedo contestar preguntas que exijan contestaciones sencillas, incapaz de comenzar el relato de los hechos que me han traído hasta aquí.
Como si volviera a estar frente a aquel espejo.
Con la camisa cubriendo mis rodillas.
Minúsculo y aún sin nombre ante la mirada de alguien que me escudriña con desconfianza.
Ese alguien hoy es un policía orondo y con calva incipiente, un hombre de la misma edad que entonces podría tener mi padre y que pide a su compañero que me traiga ese vaso de agua.
El oficial más joven parece mirarme con ganas de pronunciar unos consejos obvios que, finalmente, no se atreve a dar.
«Deberías tener un abogado a tu lado», piensa.
«No hables de más sin ser consciente de las consecuencias», teme.
Pero ignora que todo eso ya lo sé.
Ya lo he pensado.
Y he decidido que esta noche no quiero a nadie conmigo.
Solo necesito contar lo que ha ocurrido.
Porque si alguien se entera, acudirá Hugo.
Y no quiero aquí a mi representante.
Ni a la gente de la productora.
No quiero que vengan los que estarían dispuestos a hacer cualquier cosa para tapar la sangre, para que no se sepa que hoy estuve allí, en ese lugar que, cuando amanezca, será un titular más en los periódicos.
Tratarán de impedir que alguien intuya que uno de los actores jóvenes de moda, además de protagonista de una ficción de éxito, también lo es de un hecho turbio y macabro en la vida real.
Si es que algo de todo lo que ha pasado en esta noche, esta maldita noche de julio, puede ser real.
EL DIAGNÓSTICO
INFORME DE EVALUACIÓN PSICOLÓGICA
Por la psicóloga Helena García Presley (Col. CA0123347)
Perito Judicial en Diagnóstico y Evaluación
en Niños con Altas Capacidades
1. DATOS PERSONALES
Nombre: Eric Díez Sevilla*
Fecha de nacimiento: 28/06/2000
Edad: 12 años y 6 meses
Nivel de estudios: 2.º ESO
2. DATOS DE LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA
Profesional que la realiza
Helena García Presley, psicóloga clínica (Número de colegiada CA012334) y Perito Judicial en Diagnóstico y Evaluación en Niños con Altas Capacidades. Con despacho de Psicología en Madrid, donde se realiza la intervención.
Motivo de la evaluación psicológica
Se realiza exploración e informe a petición de Eric y de su madre, Olga Sevilla Martínez, a fin de confirmar o descartar la posibilidad de altas capacidades.
Olga está convencida de que gran parte de las circunstancias adversas que, en los últimos cursos, han rodeado la vida escolar de su hijo pueden estar determinadas por este diagnóstico, al que considera que apuntan tanto su carácter inquieto como su predisposición intelectual y crítica ante la realidad que lo rodea.
Según su madre, su amplio dominio del léxico, su capacidad creativa y su tendencia a la invención de ficciones tanto a través de la palabra como de la expresión corporal son rasgos que lo han caracterizado desde una edad muy temprana, de modo mucho más pronunciado que en otros niños y niñas de su edad.
Ante la pregunta de si es posible que la disforia de género pueda ser la raíz de las dificultades y obstáculos experimentados a lo largo de su vida escolar, tanto Eric como su madre rechazan tanto el concepto de disforia, que Eric considera (y reproduzco literalmente) «ofensivo», como dicha posibilidad.
Se les sugiere abordar una terapia específica para esta situación, pero ambos inciden en que nos centremos, única y exclusivamente, en la aplicación de las siguientes pruebas, con el fin de analizar la capacidad intelectual de Eric y la posible relación entre esta y su rendimiento académico.
Las pruebas que se determina realizar son:
– Escala de inteligencia de Reynolds (RIAS).
– Test de inteligencia de Kaufman (K-BIT).
– Test del dibujo de la figura humana (DFH).
– Inventario de Problemas Interpersonales (IIP).
– Entrevista diagnóstica y observación directa.
– Cuestionario para padres de niños con Altas Capacidades.
3. RESULTADOS DE LAS PRUEBAS REALIZADAS
Tal y como intuía la madre del paciente, se observa que Eric posee un CI muy superior, en estos momentos de su desarrollo, a la media habitual entre los adolescentes de su misma edad.
Asimismo, las anécdotas que aporta Olga en el cuestionario ad hoc corroboran la precocidad