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El fenómeno NDE ha planteado una serie de revisiones en el mundo de la ciencia que atañen, en particular, a los momentos de agonía y al acompañamiento de los moribundos. La asociación Derecho a morir dignamente reclamó, por otra parte, el derecho a que se practicara la eutanasia. Algunos médicos se alzaron en contra de este derecho. En Francia incluso se produjo una movilización para que se creara una comisión ministerial, que se reunió una vez al mes durante un año para encontrar soluciones en respuesta a la petición de la eutanasia. Dicha comisión creó unidades de cuidados paliativos de tres tipos: acompañamiento de los moribundos, formación de las enfermeras y búsqueda de medios para ayudar a morir.
Reencarnación y código genético
En su libro La Logique du vivant[5], François Jacob defiende que:
… la herencia genética funciona igual que la memoria de una calculadora. La fibra cromosómica contiene, cifrado en una especie de código minúsculo, todo lo que ha de pasarle a un organismo, su desarrollo, su funcionamiento. Las estructuras cromosómicas también albergan los medios para poner en marcha este programa.
Una memoria genética de tales características, que forma parte de la herencia de las especies, prueba la existencia de una cierta continuidad del individuo con respecto a sus ascendientes.
En los estudios llevados a cabo sobre la reencarnación se aprecia a menudo una correspondencia entre caracteres. Y la realidad supera la ficción cuando se dice que una mujer joven que pierde un miembro de su familia puede quedarse embarazada de este por una nueva reencarnación. Recuerdo cómo me reí hasta que me cayeron las lágrimas al escuchar una exageración como esa, pero la risa se me heló cuando mi trabajo de periodista me condujo hasta ciertos científicos y sus laboratorios. Una aproximación a la mecánica cuántica y varias observaciones con un microscopio electrónico hicieron que me replanteara seriamente muchas cosas.
La ciencia de la genética fue descubierta por Mendel entre 1850 y 1860. Pasó a ser molecular cuando se identificaron las moléculas que contenían y transmitían la información genética: ADN (ácido desoxirribonucleico) y ARN (ácido ribonucleico). A partir de 1944, Avery y sus colaboradores demostraron el papel del AND como soporte de la herencia genética y lograron una primera manipulación genética dotando a los microorganismos de un carácter particular por una transferencia de ADN.
Desde 1953, los trabajos de Watson y Crick demostraron que el ADN presenta una estructura de doble hélice. Debemos el desciframiento del código genético a Marshall W. Nirenberg y a su equipo del National Institute of Health de los Estados Unidos y el descubrimiento del papel de mensajero del ARN a François Jacob y a Jacques Monod (1961–1962).
Desde 1975 se habla de la ingeniería genética como de una manipulación que plantea graves problemas éticos.
Nociones de genética
Acerquémonos un poco al tema. Todas las reacciones de la química celular están reguladas por encimas, que son proteínas, y las proteínas sólo se diferencian entre sí por el número de aminoácidos que las componen y el orden según el cual están dispuestos.
Este número y orden dependen a su vez del número y orden de las bases de nitrógeno que participan en la composición del ADN de los cromosomas. Descubrir cómo este último orden dirige el primero es descifrar el código genético.
En cuanto a los cromosomas, son filamentos más o menos largos que aparecen en el núcleo de las células vivas en el momento de su división. Están formados por una sustancia llamada «cromátida».
Los cromosomas son los portadores de los genes, causantes de la aparición de los caracteres hereditarios. Los genes se colocan a lo largo del cromosoma como las perlas de un collar. En el momento en que la célula se divide, cada cromosoma se parte longitudinalmente, cada gen se encuentra entonces dividido en dos para presentar un nuevo cromosoma tipo y así sucesivamente.
Los cromosomas, que encierran todas los antecedentes específicos, pueden compararse con la memoria de un ordenador que contiene toda la información necesaria y suficiente para construir un ser humano.
Nada, sino este «programa», puede determinar cómo será el individuo acabado.
Por lo tanto, ¿hay que llegar a la conclusión de que un individuo así formado está acabado de forma irrevocable? Si así fuera, no tendríamos otro remedio que admitir que no existe ninguna posibilidad de evolución, lo que con toda seguridad no es el caso. No solamente existe la evolución sino que todavía se transmite por el código genético de un modo misterioso.
En este misterio se esconde una inteligencia que algunos científicos se niegan a manipular mientras que otros se entregan a ensayos.
Una nueva teoría genética
Con relación a esta inteligencia, se ha elaborado una nueva teoría genética que consiste en lo siguiente. Algunos genes se encargan de almacenar los conocimientos adquiridos. Son una especie de archivos sin estrenar que permiten guardar los datos nuevos. Estos cromosomas de memoria potencial (CMP) no conservan, sin embargo, todos los conocimientos nuevos. Se debe realizar una criba pues, de lo contrario, nos convertiríamos todos en genios.
Así pues, se lleva a cabo una selección en el individuo, quizás en función de una evolución extratemporal. Esta nueva memoria, sin lugar a dudas recesiva, no se convierte en dominante hasta que los genes de dos padres poseen la misma formación en las células reproductoras.
De este modo, llegamos a la concepción de una memoria genética de la que la memoria consciente no representa más que una ínfima parte.
Existen, por una parte, los cromosomas determinantes y algunos genes que hacen que los cabellos sean rubios o castaños, los ojos claros u oscuros, la piel blanca o de color, y, por otra parte, un nuevo tipo de cromosomas inherentes a una jerarquía genética, lo que supone una concepción completamente nueva.
Esta categoría cromosómica queda catalogada como un factor de evolución. El término «cromosoma-memoria» no expresa bien lo que se pretende definir: no es a través del conocimiento del pasado como se puede progresar hacia el futuro, pero tampoco teniendo que volver a descubrirlo todo. Todo ser con voluntad se acuerda inconscientemente[6]. Por lo tanto, existiría un cromosoma de memoria evolutiva (CME).
Pero el reparto de esta memoria adquirida se convertiría enseguida en algo anárquico (llevaría consigo la falta de adaptación de la especie al medio) si no existiera un cromosoma coordinador en el que recae el papel de la decisión: poner la información adecuada en el lugar adecuado dentro de uno u otro individuo, según el programa de su propia evolución. Queda claro inmediatamente que no se trata de elitismo sino de evolución pura y simple, carente de cualquier tipo de maniqueísmo. En efecto, la naturaleza no obedece más que a su propio orden. Algunos seres están más evolucionados que otros y son estos primeros los que están (o deberían estar) al servicio de los segundos[7]. Todo lo que recibe un ser, debe ser necesariamente redistribuido.
Este cromosoma de coordinación de la memoria (CCM) puede jugar también un papel en la elección de la información resurgente, encargada de seleccionar la información registrada, es decir, la que vuelve al nivel de la conciencia para ser memorizada.
Por consiguiente, podemos pensar que este cromosoma (CCM) es el que controla las sensaciones de déjà vu («ya visto») o «ya vivido».
En el campo de la genética se enfrentan dos concepciones: la primera achaca todo a la actividad cromosómica con lo que nada puede existir fuera de lo que contienen los programas. Se trata de un sistema cerrado que se intenta abrir por medio de la manipulación genética.
La segunda