a empujones. – La doctora dice que todavía debes descansar un poco, ahora vuelvo a por ti.
Los dos salen de la habitación dejándote solo, tumbado en la cama. Analizas todo lo que te rodea, la ventana llama tu atención, no tiene rejas, los rayos del sol calientan tus pies. Mueves tus brazos y piernas de un lado a otro, descubres que podrías liberarte de tus ataduras con no demasiado esfuerzo. La libertad tiene un precio alto, y estás dispuesto a pagarlo, saltar por la ventana podría ser un suicidio, pero también podría significar huir de la prisión y hacer justicia. Por otra parte, si vuelves con los somníferos, quizás el Jefe tenga algún plan para escapar. ¿Qué haces?
Si intentas liberarte y salir por la ventana, ve a la página 47
Si prefieres esperar a que te lleven a tu celda y dar los somníferos al Jefe, ve a la página 62
…
– Lo siento, no puedo hacerlo. – Contestas con miedo. – Nunca en mi vida he hecho algo así y creo que jamás me lo perdonaría.
El Jefe parece decepcionado.
– Me será difícil protegerte, muchacho.
Ves que hay un guardia un poco apartado del resto, decides acercarte para contarle lo sucedido con los latinos.
– ¿Por qué has parado de trabajar?
– Tengo una cosa muy importante que contarte. Hoy Jhony me ha amenazado de muerte.
El guardia no parece estar sorprendido por to problema.
– Creo que esto es algo normal viniendo de Jhony.
Insistes con desesperación.
– Sí, pero es que tenía un cuchillo, lo ha puesto en mi barriga y…
El guardia finalmente se interesa por lo sucedido.
– ¿Has dicho un cuchillo?
– Sí, un cuchillo lo suficientemente grande como para matar a una persona, lo llevaba antes, en el comedor, y estoy seguro de que todavía lo lleva, está trabajando en jardinería, con toda su banda.
El guardia no duda ni un segundo, parece un idealista convencido de que debe mantener el orden en la prisión.
– Vamos a comprobar lo que me has dicho, acompáñame.
Sales junto al guardia de la lavandería ante la atenta mirada de todos los reclusos, camináis unos metros hasta el patio de la prisión, allí están los latinos trabajando junto a otros presos. ¡Qué suerte tienen!, piensas, al menos allí pueden respirar aire puro, no como en la lavandería. Os acercáis a Jhony, el guardia saca su porra.
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