era de su mejor interés. Mientras sus pensamientos se oscurecÃan, su falta de miedo sólo servÃa para inflamarlo aún más... alimentando los fuegos de la extraña rabia y la pasión que sentÃa por la sacerdotisa.
Kyoko permaneció inmóvil. No sabÃa cómo tomar su bella imagen. Estaba demasiado asustada para moverse y no se atrevÃa a pronunciar un sonido sabiendo que cualquier cosa que hiciera podrÃa poner su vida en peligro. No estaba tan segura de que él la hubiera perdonado por traer de nuevo el corazón del guardián a su reino.
PodÃa sentir un escalofrÃo lentamente subiendo por su espina dorsal... sin detenerse hasta llegar a la parte posterior de su cuello y extenderse desde allà como dedos helados de advertencia. Dio un paso atrás antes de darse cuenta y se detuvo a sà misma dándole otro paso. Ella sabÃa que eso serÃa considerado mostrando miedo y ella habÃa sido enseñada por su abuelo a una edad joven para ocultar tal miedo.
Las palabras de su abuelo volvieron a atormentarla, "Mostrando el miedo sólo te hace una vÃctima instantánea."
Kyoko cerró los ojos por un segundo. Pero cuando los abrió de nuevo, Kyou no se vio en ninguna parte, lo que la hizo estar aún más aterrorizada. Nuevamente, las enseñanzas de su abuelo la perseguÃan: "Nunca dejes que el enemigo te salga de la vista o no verás el ataque venidero."
"¿Kyou?" Ella susurró su nombre mientras el temor se entrelazaba en su voz. Entonces sintió su respiración caliente en su cuello y lo oyó inhalar largo y lento como si estuviera probando su olor.
Lentamente, con los ojos bien abiertos, esperando la muerte en cualquier momento, inclinó la cabeza hacia un lado, deteniéndose sólo cuando su mejilla tocó su sedosa. Ella jadeó e intentó lanzarse hacia adelante sólo para sentir su brazo a su alrededor como una banda de robar, golpeando su espalda contra él y golpeando el aliento de ella.
El temor repentino de Kyoko le hacÃa más difÃcil recuperar el aliento. Decidió que ahora sabÃa lo que realmente era un ataque de pánico y se preguntó si iba a hiperventilar. Esta era la única persona que temÃa más que Hyakuhei, aunque ella habÃa guardado ese pequeño hecho para sà misma. Nunca habÃa estado a distancia de él... definitivamente le habÃa gustado mejor de esa manera.
El olor de ella le rodeaba, le intoxicaba. Kyou podÃa oler su olor inmaculado, mezclado con el miedo, cada vez más fuerte y pesado cuanto más tiempo la mantenÃa encarcelada contra él. Finalmente... ella mostraba el miedo que él exigÃa pero aún asà no gritó. Su primer error habÃa sido el pequeño paso que le habÃa quitado. Sólo ese simple gesto habÃa calentado su sangre de guardián en formas que no habÃa sentido en mucho tiempo.
Los párpados de sus ojos dorados se cerraron momentáneamente mientras las imágenes brillaban ante él demasiado rápido para descifrar mientras imaginaba el sonido fantasmal de su voz gritando... ya fuera por miedo o por algo más difÃcil de contar. Lo único que sabÃa era que no querÃa oÃrlo.
O... tal vez necesitaba escuchar ese sonido para librarse del hechizo por el que lo habÃa puesto. Algo le decÃa que no importaba de un modo u otro. En lo más profundo del corazón de su guardián, Kyou sabÃa que él la querÃa y él no era uno para ser negado. Una lenta y peligrosa sonrisa apareció en sus labios cuando empezó a luchar contra él. Rápidamente agarró una de sus muñecas con un ligero agarre mientras se sacudÃa.
Kyou acarició su cuello y luego tomó un fuerte suspiro cuando se frotó contra él tratando de liberarse. -Me estás animando -gruñó él en su garganta y rozó sus labios contra la delicada carne de su cuello-. Su sangre caliente le desafió a reclamarla como suya.
Kyoko no pudo evitar los escalofrÃos que le producÃa la sensación de sus labios. ¿Estaba tratando de seducirla o iba a matarla después de todo? Dejó de luchar y siguió perfectamente inmóvil sin saber si le gustaba el sonido de lo que acababa de decir y no querÃa enojarlo. Algo le dijo que sólo estaba tratando de asustarla.
"Chica inteligente," Kyou contempló a sà mismo, pero aún asà ella no estaba gritando y él la estaba tocando... qué extraño. Sus brazos se aflojaron en una sujeción más suave mientras ella miraba por encima de su hombro hacia él con curiosidad, su miedo empezando a disminuir.
Kyou observó de cerca sus ojos esmeralda y la reacción lo sorprendió. Ella lo miraba como si fuera un hombre... no un señor de la guardia. Su incapacidad para demostrar el temor de él era confusa y eso solo lo enfureció. Su falta de miedo habÃa sido lo que la habÃa puesto en peligro esta noche en primer lugar.
También era por eso que Hyakuhei estaba en camino hacia ella ahora pensando que podrÃa robarla en medio de la noche. Incluso a una distancia tan grande... podÃa sentir la intención maliciosa de su tÃo. Con su oÃdo tan sensible como era, casi podÃa oÃr la caricia del viento contra las plumas de ébano. Para ella esto era algo que temer... entre otras cosas.
Miedo... él podrÃa enseñarle eso.
Ãl le enseñarÃa la realidad de su mundo y le mostrarÃa por qué nunca deberÃa haber entrado en ella. El Guardián, sus hermanos... sus protectores... no estaban aquà para salvarla ahora. Ãl le instruirÃa de varias maneras el verdadero significado del miedo. Sus ojos dorados brillaron perversamente en la débil luz de la luna cuando una idea vino a él.
Kyou se acercó a su cuerpo, deslizando la palma de su mano lentamente hacia abajo en un movimiento de caricia hasta que descansó contra su muslo en la parte inferior de su falda. Luego lo deslizó arriba y bajo el paño suelto. PodÃa sentir el calor procedente de su suave piel quemando la palma de su mano.
Todo su cuerpo se estremeció ante el ligero toque mientras trataba de retorcerse de su agarre. La moción le hizo apretarla con más fuerza. Deslizó su otra mano a través de su costado, lo que significó sólo enseñarle la lección de ser atrapada sola y sin protección, por lo que serÃa lo suficientemente inteligente como para no hacerlo de nuevo.
Una vez más su instinto era más fuerte que su voluntad como algo en su interior llamado a él... haciéndolo desear. Kyou podÃa sentir el calor que irradiaba de ella y su alta sangre se movÃa peligrosamente fuera de su control. Al confundirse, de repente no querÃa dejarla ir.
Nunca sabrÃa si la advertencia era para él o ella. Sumergiendo sus labios más cerca de su oreja, Kyou respiró una palabra. - ¡Corre!
En la mente de Kyoko, el miedo cedió el pánico cuando sus brazos se aflojaron. PodrÃa ser muy obediente cuando llegara el momento y ahora era ese tiempo. Ella se lanzó hacia adelante sin más pensamientos que para escapar. Su mente gritaba el nombre de Toya repetidamente, pero no salió un sonido de sus labios. Cada sonido que ella habrÃa hecho parecÃa estar alojado en su garganta, dejándolo resonando sólo en sus propios oÃdos.
Si pudiera acercarse más a la aldea ya Toya, entonces tendrÃa la oportunidad de que él la oyera y la salvara de su hermano desquiciado. Ella mentalmente se suplicó a sà misma a despertar a pesar de que sabÃa que esto era demasiado real para ser un sueño.
Casi gimió en voz alta cuando una gota de agua la golpeó probando que tenÃa razón... no era un sueño del que pudiera despertar, la tormenta finalmente la habÃa alcanzado. Mirando rápidamente por encima de su hombro, se estrelló contra lo que parecÃa una pared y tropezó hacia atrás con el impacto.
Al ver la camisa de seda blanca y ondulante a sólo un paso de ella, corrió en otra dirección... ahora huyendo del pueblo donde dormÃan los guardianes y la única esperanza que tenÃa de que alguien la salvara. Ella sabÃa que Hyakuhei solÃa ser un guardián pero