nombre. Kyoko era suyo y no dejarÃa que Kyou la tocara de esta manera. ¡Maldito bastardo! Otra vez una ola de energÃa barrida a su alrededor, el envÃo de suciedad y escombros en los árboles de la onda de choque.
La mente de Kyoko estaba atormentada mientras su cuerpo empezaba a traicionarla. Golpeó a Kyou en todas partes con el puño pequeño que podÃa aterrizar hasta que tuvo que agarrar el frente de su camisa para mantenerla porque las rodillas se debilitaban. Ella empujó contra su pecho tan fuerte como pudo, pero sólo logró hacerle profundizar el embriagador beso y dar su acariciante mano más acceso.
Oyó que Toya gritaba su nombre y sabÃa que estaba lo suficientemente cerca para verla, pero Kyou no la soltó. El beso se hizo más exigente a medida que sus gemidos y movimientos frenéticos se hacÃan más intensos. Ella le echó una patada para que su pierna quedara atrapada entre la suya. Al frustrarse, trató de morderlo, pero tampoco funcionó muy bien.
No la estaba haciendo daño. En su lugar, lo que estaba haciendo se sentÃa tan bien. Ahora la acariciaba entre sus piernas con un agarre rÃtmico que la hacÃa sentir como si estuviera montando su mano ... era una tortura injusta. Nunca una vez habÃa considerado a Kyou capaz de un beso ... mucho menos un tacto tan audaz. Para que fuera tan seductor fue ... el mismo pensamiento hizo que su mente y su cuerpo hicieran la guerra mientras ella todavÃa trataba de ganar su libertad.
Kyou estaba disfrutando de su determinación de luchar contra él, pero podÃa sentir que estaba confundida con su reacción al beso y al placer que le estaba dando. Su joven cuerpo intacto lo anhelaba incluso mientras luchaba contra él con toda su pobre fuerza. Le dio aún más satisfacción sabiendo que Toya estaba observando desde fuera del escudo que habÃa creado a su alrededor.
PodÃa sentir su respuesta a su contacto y casi gimió mientras su cuerpo la traicionaba más. Sus gemidos cada vez más pronunciados como su lado sacerdotisa resplandeció a la vida ... el lado de su alma que pertenecÃa sólo a los guardianes. Ella no habÃa cedido. Ella todavÃa luchó contra él pero no importó para la opción fue hecha. Lo habÃa llevado demasiado lejos para volver atrás.
La mirada de Kyou se volvió para bloquear con la de Toya, queriendo que él viera, para verlo despertar su pasión indomable. La expresión en la cara de Toya ... la mirada en sus ojos en ese momento. SÃ, ahora su hermano sabÃa el precio que pagaba cuando apartó los ojos de la que él debÃa proteger. En la mente de Kyou ... le sirvió a Toya el derecho de perderla asÃ.
Sus jadeos fueron suficientes para que casi pierda el control que estaba sujetando por un hilo. Era intoxicante por decir lo menos. Toya sabrÃa lo que se sentÃa al querer algo que su hermano tenÃa y saber que estaba fuera de su alcance.
Kyou podÃa sentir que sus luchas se debilitaban y sabÃa por qué, al sentir que intentaba evitar empujarse más contra su mano, donde el calor húmedo irradiaba de ella. TenÃa la espalda arqueada y los ojos cerrados, las largas pestañas cubiertas por las mejillas encendidas.
Justo cuando alcanzó la cumbre de la montaña que él la habÃa forzado a subir, él quitó su boca de la suya dejando su grito seductor eco a su alrededor. El rostro de Kyou no contenÃa expresión, pero sus ojos brillaban mientras miraba, sintiendo la carne caliente de su cuerpo apretado contra el suyo. Sólo la habÃa tocado ... tal pasión se ocultaba profundamente dentro de la sacerdotisa.
La confusión de Kyoko se rompió cuando ella se sintió palpitar contra su mano y ella levantó la cabeza para mirar a Kyou. Su aparición angélica desmentÃa su maldad. No era mejor que su tÃo Hyakuhei. Sintió que toda la fuerza de su ira mortificada anulaba cualquier temor que aún tuviera. Levantó la mano y le golpeó con fuerza la mejilla, luego se calmó cuando se dio cuenta de que probablemente habÃa firmado su orden de muerte.
Cuando el sonido del golpe se desvaneció, Kyoko levantó su barbilla desafiante mientras la lluvia zumbaba contra el escudo exterior de la barrera. "Te odio", siseó mientras las humillantes lagrimas brotaban a sus ojos.
Kyou no se vio afectada y no hizo ningún movimiento para dejarla libre mientras su mirada se bloqueaba con su ahora enojada asustada. Le gustara o no, su sangre de guardián la habÃa elegido y por eso ... ambos estaban condenados. A Kyou le gustaba el olor de su ira. Era como un afrodisÃaco para él, pero sintió el caliente cuchillo de los celos mientras volvÃa su atención hacia su hermano.
Los ojos de Toya ahora estaban ocultos detrás de los mechones de su pelo plateado de medianoche mientras los miraba. SabÃa que no podÃa romper la barrera que Kyou habÃa creado, pero él habÃa oÃdo sus palabras. Odiaba a Kyou y le tocaba liberarla de su esclavitud.
-¡ Kyou! La cara de Toya se levantó para mostrar ojos plateados de rabia. "Somos sus protectores ... sus guardianes. ¡Devuélvemela! ¡Ahora! Su voz era áspera y ronca dentro del sonido de la lluvia.
Kyou seguÃa mirando a Kyoko. Ãl deslizó su palma contra su mejilla acariciando como sus ojos dorados aburridos en el suyo. -Tan posesivo -susurró como si hablara consigo mismo, todavÃa observando el fuego de sus ojos-. El hecho de que ahora le temiera aún menos por su enojo le hizo sonreÃr interiormente.
Volviendo su mirada a la de su hermano, los ojos de Kyou se estrecharon peligrosamente, pero su voz permaneció frÃa y sin sentido. "Es demasiado tarde. Estaba relajado en su protección de nuestra sacerdotisa para que ella estuviera sola en el santuario tan tarde por la noche."
Kyoko intentó alejarse de él, pero su agarre se apretó. "¡Déjame ir, idiota!" Miró hacia atrás por encima de su hombro a Toya que querÃa gritar su nombre, necesitando su ayuda. Pero sus labios se mantuvieron sellados, no queriendo que los hermanos pelearan.
SabÃa que Kyou era fuerte, pero también sabÃa si estaba enojado ... La fuerza de Toya era ilimitada. Una batalla entre ellos serÃa demasiado peligrosa. Sin embargo, no pudo evitar la mirada suplicante que brillaba dentro de sus ojos de esmeralda ... esa sola mirada era un grito silencioso para que él la ayudara.
Como si estuviera leyendo sus pensamientos, Kyou la agarró de la barbilla y le devolvió la atención a donde estaba. "Nunca," gruñó observando sus ojos ensancharse en alarma. Luego, tomando sus dedos en el pulso de su cuello, él presionó, atrapándola mientras su cuerpo se le cayó y ella silenciosamente se deslizó contra él. Casi se arrepentÃa de haberla dejado dormir ... casi.
Toya sabÃa que su hermano era más fuerte, pero todavÃa ... no tenÃa derecho a tomarla. PodÃa leer el extraño deseo en los ojos de Kyou mientras miraba a Kyoko. "¿Qué crees que estás haciendo? ¡Demonios! Solo devuélvemela... Siempre la he protegido." Esperó mientras su hermano lo miraba fijamente.
Kyou podÃa sentir lo que su hermano no podÃa. El mal se estaba acercando a ellos en forma de Hyakuhei y sus secuaces. Esta serÃa otra lección para su querido hermano para aprender de la manera más dura.
Toya soltó su respiración reprimida mientras sus manos se apretaban en puño a los costados. ¿En qué está pensando? ¡Ella es nuestra sacerdotisa! TodavÃa no obtuvo una respuesta Toya susurró: -Pensé que dijiste que los humanos estaban debajo de ti ... ¿por qué hiciste ... eso?
El rostro de Kyou se mantuvo en calma y su voz se suavizó por un momento fugaz como si estuviera hablando con un niño rebelde: -Si sacas los ojos de ella, entonces te quitarán. Tu, hermano, no conoces el significado de la verdadera protección. "
Kyou ya habÃa vuelto su atención a la chica flaca en sus brazos. Su hermano la amaba pero nunca le habÃa dicho, lo irónico. Amaba a su hermano pero ... tenÃa la intención de robar ese amor. Lo querÃa ... lo anhelaba y no se lo negarÃa.
Sus orbes de oro se volvieron hacia Toya mientras