Los pensamientos de Amni volvieron a su amo. Tadamichi lo habÃa colocado bajo un esclavo... tomando su voluntad de pelear. El maestro le habÃa susurrado de su soledad... de su malvado deseo de su hermano gemelo. Amni habÃa tenido conocimiento del conocimiento de la debilidad de Tadamichi y por lo tanto se habÃa convertido... el primero de los hijos de Tadamichi.
Su mirada volvió hacia el hermano al que habÃa sustituido hace tanto tiempo. Tadamichi sólo querÃa que alguien fuera testigo de su paso del tiempo... la soledad era demasiado para alguien que ansiaba atención.
Hyakuhei tenÃa que ser un demonio muy poderoso para matar a su hermano... El padre de Amni. Hizo que el rubio se tragara con fuerza ante la magnitud de la intención de matar que poseÃan los hermanos. Por un momento... Amni se preguntó qué habrÃa sido tener a Hyakuhei como su padre en vez de Tadamichi ... para ser su posesión.
Ya podÃa ver la diferencia entre los gemelos... donde uno era un asesino... el otro era mortal.
Kyoko estaba en un estado de euforia y sus labios se suavizaron ... abriéndose ligeramente con placer mientras las manos del hombre vagaban por su cuerpo, tocándose ligeramente bajo la parte posterior de su camisa. Ella no pudo suprimir el escalofrÃo que corrÃa por su espina dorsal cuando su mano le rozó la espalda. Era como un fuego lÃquido calmante que rugÃa a través de su cuerpo, haciéndola querer más de él.
Hyakuhei observó a la mestiza apartar la vista de la mujer y asintió con la cabeza por encima del hombro a los otros vampiros que habÃan entrado con él. Uno por uno, comenzaron a moverse hacia la salida del club antes de salir a esperar su cena. Hyakuhei vio las miradas hambrientas en sus ojos y supo que era más que sólo sangre que tomarÃan de la niña.
Sus labios se adelgazaron mientras trataba de mantener la calma... para esperarlo. El sonido de las gafas de grietas detrás de él le contó una historia diferente. Las manos que la tocaban pronto no sentirÃan más que dolor.
Amni tragó saliva mientras su mirada pasaba del señor vampiro, a Kyoko, a las gafas que se rompÃan una por una. No necesitaba la atención de tener una pelea de vampiros completa en el club, pero si eso era lo que se necesitaba para salvar a Kyoko... no lo detendrÃa. Los humanos sólo lo culparÃan de las drogas y la violencia de la ciudad. Ninguno serÃa el más sabio.
Kyoko sintió como si estuviera mareada, casi como un trÃo cuando el tipo la soltó. Ella lo alcanzó otra vez pensando que él se marchaba sólo para que él se inclinara ligeramente y le sostuviera la mano para que ella lo tomara.
"Ven conmigo", alto, oscuro y guapo susurró como si estuvieran solos.
Su voz suave resonó en la habitación, ahogando un poco de sonido que estaba llegando al confuso cerebro de Kyoko. Se deslizó los dedos por la palma de su mano, sintiendo el fuego y deseando que ardiera... no querÃa nada más que ir con él. Su mano se apretó contra la de ella mientras la conducÃa hacia la puerta. -Ven conmigo.- La voz seguÃa resonando en su mente como una petición cantada que no podÃa rechazar.
Hyakuhei observó mientras el mestizo conducÃa a la chica hipnotizada por el club, salÃa por la salida y entraba en la noche traicionera. Ãl inmediatamente se alejó de su lugar en el bar, siguiendo a la niña y maldiciendo a Tadamichi ya su crÃa por interponerse en su camino... de nuevo.
Sus ojos se agrandaron cuando él oyó el sonido de la voz inquietante de su hermano no invitados en su mente. "Hermano... ¿matarÃas a mis hijos por ella? Salva a ella entonces... solo la rasgarás más tarde. Eres un demonio, un asesino a sangre frÃa... ¿realmente crees que ella te tendrá? "
La visión de Hyakuhei barrió la habitación sabiendo que su hermano estaba cerca... mirándolo. No te pedà que me acariciaste Tadamichi. ¿Te has puesto tan aburrido de matar que has decidido verme hacerlo? »Con un gruñido profundo cortó el vÃnculo con su gemelo al ver que la chica ya se habÃa ido. Sintió una incontenible cólera de celos en su interior que trataba de interponerse entre él y su objetivo.
Se sintió más que oÃr un susurro invisible de movimiento que venÃa de detrás y se volvió abruptamente, sosteniendo su mano frente a él. Su poder ardÃa, golpeando al camarero en el centro del pecho.
Amni fue arrojado a través de la habitación, chocando contra un espejo detrás de la barra y enviando una lluvia de copas de vino espirando en todas direcciones. Casi todo el movimiento se detuvo en el club y Hyakuhei maldijo por su propio descaro.
Amni se levantó y se encontró con la mirada de Hyakuhei un poco insegura. Silenciosamente llegaron a un acuerdo y volvieron su mirada hacia los otros patrones del club. Los humanos no eran testigos de tales cosas.
De repente, todo el mundo volvió a lo que estaban haciendo y Hyakuhei dio la espalda al camarero, sin esperar a ver si hacer una mente limpiar a tantos a la vez debilitó la raza media o no. Deja que los subordinados limpien el desastre... Hyakuhei tenÃa cosas mejores que hacer.
Al salir de la noche, dejó que una sonrisa oscura se extendiera por su rostro cuando vio que las tres mestizas comenzaban a caer detrás de su amiga y la niña.
-¿Quieres tanto que me sientas hermano? Siente esto. Las palabras salieron de sus labios mientras su poder lo rodeaba en una neblina roja que irradiaba hacia fuera. Sintiendo el cambio en el aura, los tres demonios se volvieron para mirarlo, sus ojos se ponÃan negros y brillaban oscuros. Ellos siseaban de temor y confusión, confundiéndolo con Tadamichi antes de escabullirse en las sombras en un esfuerzo por escapar de la rabia en el aire.
Al convertirse en una mancha de movimiento que el ojo normal no podÃa ver, Hyakuhei se deslizó detrás de la más cercana y pasó su mano por el pecho de la mitad de la raza en retirada. Dejó escapar un gorgoteo apagado de su matanza antes de cubrir la boca del demonio con una mano con garras y girar su cabeza con una grieta enfermiza.
El vampiro se puso rÃgido cuando su cara se contorsionó, revelando su verdadera identidad antes de caer al suelo en un montón de polvo y pegote. Los otros dos mestizos lo vieron y miraron abiertamente horrorizados ante el señor vampiro en medio de ellos... la muerte los habÃa encontrado.
Los ojos de Hyakuhei se mostraban con ébano insondable en la luz de la farola antes de que lentamente volviera su atención hacia ellos. Los otros dos demonios le silbaron viciosamente antes de desaparecer más profundamente en las sombras. Hyakuhei sacudió los restos de su matanza de su mano en desprecio y dio persecución.
El segundo era mucho más fácil y pronto se encontró separado de su cabeza... literalmente. El tercer... Hyakuhei decidió tener un poco de diversión con. Acorralándolo al final de un callejón, el demonio de la mitad de la raza hizo un intento de escalar la pared para alejarse de la antigua, pero Hyakuhei no tendrÃa nada de eso.
Gimiendo suavemente, el último subalterno cometió su último error y se encontró con la mirada de Hyakuhei.
Respirando hondo, Hyakuhei inclinó la cabeza hacia un lado y le tendió la palma de la mano para que el vampiro la tomara. El mestizo se tambaleó lentamente hacia él, incapaz de resistirse al esclavo del señor vampiro. Una vez dentro de la distancia tocante, Hyakuhei envolvió un brazo alrededor de él, tirando de él cerca.
"Ella no fue para ti," susurró Hyakuhei suavemente. Ãl separó sus labios, dejando sus colmillos crecer a su longitud completa antes de hundirlos en la garganta de su matanza. Parte de él estaba disgustado con sus acciones, pero tomar la vida de otro de tal manera tenÃa sus ventajas. Al tomar la vida de un vampiro semejante a la raza de esta manera, uno podrÃa aprender todo su conocimiento... tal como donde otros podrÃan estar ocultando.
Para su decepción, éste sabÃa muy poco. Ãl rápidamente retiró