antes de iniciar su propio proceso, colocándola bajo su propio poder. Normalmente, cuando una hembra fue colocada dentro de su poder... simplemente se convertirÃan en muñecos de trapo obedientes que se sometieron a todos los deseos del vampiro.
Esta chica parecÃa estar luchando con tanta pasión... tal anhelo que era casi doloroso presenciar... como si estuviera exhibiendo una esclava propia. Si un vampiro tan débil pudiera enviarla a este tipo de altura sexual, entonces su necesidad ahora se convertirÃa en un anhelo de que coincida con la suya.
El aroma que provenÃa de ella casi le hizo perder el control sobre su deseo de edificio para la chica. Esta mujer movió esa parte latente de él a un nivel peligroso. TenÃa que entrar en ella y rápidamente.
Kyoko miró al hombre que estaba encima de ella y por un momento no lo reconoció. Sintiéndose completamente inmóvil, se fijó en lo que habÃa pensado que eran ojos azules, pero ahora se habÃan vuelto más oscuros que medianoche y fascinantes. ParecÃa que estaba hambriento mientras la miraba fijamente. Su mirada se centró hambrienta en sus labios y ella vio el anhelo crudo en las profundidades de esos ojos de medianoche.
Kyoko recordó de repente que lo describÃa a Yohji y sonrió cuando ella se levantó, deslizando sus dedos a través de su largo pelo negro y tocó su pulgar a su pálida mejilla... él era aún más hermosa de lo que recordaba.
Hyakuhei bruscamente la empujó hacia abajo contra el relleno suave de la silla de la sala y la sostuvo allà por un momento... mirando a ella y su atrevimiento para cautivarlo. Al oÃr su gemido con necesidad envió calor golpeando a través de su cuerpo y casi lo llevó a sus rodillas. Sus ojos se estrecharon preguntándose quién estaba más cautivado.
Incapaz de enjaular su hambre por más tiempo, rápidamente se inclinó para capturar sus labios en un beso abrasador y tarareó cuando ella gimió en respuesta. Aprovechando el beso, lentamente se arrastró sobre ella, dejando que su mano se deslizara por su muslo. Colocando su otro brazo alrededor de ella y levantándola ligeramente, él tomó su centro completamente en la palma de su mano y apretó su agarre.
La mujer instantáneamente se inclinó contra él y Hyakuhei se sorprendió al aprender algo que nunca habÃa esperado... no llevaba ropa interior y el calor que irradiaba de ella se sentÃa como un fuego lÃquido. Se sintió endurecido en respuesta, esforzándose hacia arriba contra su ropa. Gruñó negándose a perder el control tan rápidamente y su necesidad de dominar surgió con una venganza.
A pesar de su deseo por ella, Hyakuhei seguÃa enojado con su ingenuidad y querÃa enseñarle una lección sobre ser más cuidadoso con los hombres... especialmente los vampiros antiguos que tenÃan una tendencia a seguir regresando a una fuente de sangre que era pura e intacta por otra. Si no hubiera aparecido... habrÃa sido condenada de cualquier manera.
Arrancando sus labios de la de ella con un duro aliento, él le arrancó la mano de entre sus piernas y la colocó alrededor de su garganta para mantenerla inmóvil... tratando de calmar a los dos.
-¿Por qué alguien tan puro querrÃa librarse de su inocencia? -preguntó Hyakuhei con un gruñido hipnotizante. -¿Estás tan ansiosa por convertirte en mujer?
Kyoko tragó saliva, todavÃa bajo su esclavo y lo miró fijamente. Luchando por recordar, sus ojos se agrandaron cuando las palabras en la carta de su abuelo volvieron a atormentarla. "Ya no puedo ser virgen... ¿me ayudarás?" Susurró la súplica y tiró de su camisa sin querer nada más que arrancársela.
Hyakuhei gruñó en su pecho antes de levantarse y llevarla con él. Ãl serÃa el único que ella harÃa esa pregunta... él se ocuparÃa de ello. Después de darle la oportunidad de ponerse de pie, rápidamente se quitó la camisa por encima de su cabeza y la barrió dentro del Grand Hotel y en uno de los ascensores vacÃos.
Hace unos meses, Hyakuhei se habÃa encontrado en las primeras horas de la mañana sin llegar a tiempo a su casa. HabÃa sido atraÃdo por el Gran y ahora tenÃa uno de los áticos allà para su uso personal. Con esta comodidad en la punta de sus dedos, nunca tuvo que registrarse.
También ayudó que la mayorÃa del personal de la noche eran vampiros y eran lo suficientemente inteligentes para tratarlo con respeto. Más tarde se enteró de que Tadamichi era dueño del hotel, pero no le importaba nada mientras su gemelo se mantuviera inmóvil.
Una vez cerradas las puertas, empujó a la niña contra la pared, deslizando sus dedos entre los suyos y levantando sus manos sobre su cabeza. Mantener las manos cerradas por encima de ella serÃa la única manera de llegar a sus habitaciones con toda la cordura que quedaba. Incapaz de resistirse a la mirada seductora en sus ojos, él cortó sus labios con los suyos con hambre sabiendo que habÃa más de una forma de estar dentro de ella.
Sacudiendo las manos, Kyoko envolvió sus brazos alrededor de su cuello y levantó sus piernas hasta que fueron enganchadas alrededor de su cintura. Cuando él molió sus caderas hacia adelante y hacia arriba... Kyoko lanzó un gruñido agudo y lo empujó contra él en respuesta. Ella jadeó por el aire cuando se apartó de sus labios y comenzó a dejar un rastro ardiente de besos a través de su mejilla y por su cuello.
Sus dientes se hundieron en su labio inferior cuando la punta de su lengua cepilló contra la parte superior de sus pechos debajo del dobladillo de su top sin tirantes.
Sus uñas se clavaron en su espalda mientras ella presionaba en el duro beso. Ella no tenÃa ni idea de lo que estaba haciendo, asà que dejó que su cuerpo respondiera de la única manera que se sentÃa bien. Su cuerpo gritaba para que él la tomara y se preguntó por qué no lo habÃa hecho todavÃa. Con toda la necesidad de reprimida... el beso se volvÃa rápidamente salvaje.
Después de lo que parecÃa una eternidad, el ascensor se sacudió haciendo que ambos se movieran ligeramente al escuchar el sonido.
Hyakuhei dio un paso atrás pero no la dejó caer. Poniéndole las manos bajo los muslos, la mantuvo donde ella la necesitaba... la deseaba. La llevó a la puerta de su suite del ático mientras sus labios se alimentaban de los suyos. Alzando la mano, apretó el pulgar contra la pequeña pantalla negra junto a la puerta. Hubo un pitido y la puerta desbloqueada. Hyakuhei abrió la puerta con el pie sólo para patearla detrás de ellos.
El interior era oscuro, pero eso no importaba. Con una mirada impaciente... la chimenea se encendió como si obedecÃa a su orden. Necesitaba volver a concentrarse, Hyakuhei la soltó y dejó que sus piernas se deslizaran por él para pararse en el suelo. Colocó una mano firme en su hombro para mantenerla inmóvil, querÃa mirarla, sabiendo que esta pasión no era normal y se estaba poniendo fuera de control... en ambos lados.
Cuando la mujer lo empujó contra la pared con más fuerza de la que deberÃa haber tenido y comenzó a besarlo de nuevo, un gruñido salió de lo profundo de su garganta y la empujó suavemente contra la pared opuesta del vestÃbulo... manteniendo su cuerpo a sólo unos centÃmetros de suyo. Su rostro estaba enrojecido y su cabello se habÃa caÃdo en desorden, dejando mechones suaves colgando en su cara para balancearse con cada respiración irregular que ambos tomaron.
ParecÃa que estaba lista para luchar contra él y sus ojos de esmeralda se habÃan vuelto tempestuosos, haciendo que los rayos de deseo se desparramaran por su estómago y por sus muslos mientras la miraba. Hyakuhei de repente lo sintió en su sangre... golpeando profundamente bajo su piel. HabÃa estado esperando algo mientras pudiera recordar y ahora lo habÃa encontrado... ella.
Sus manos estaban en su chaqueta de cuero negro, casi rasgándola de él. Lo echó a un lado y Hyakuhei oyó que golpeó el respaldo del sofá antes de caer al suelo. Su camisa no duró mucho mientras la abrÃa, enviando botones