demasiado débil como para pedir ayuda de cualquier manera, pero Hyakuhei no querÃa arriesgarse a que el mestizo pudiera vivir. Colocando el pie en la cara del mestizo, Hyakuhei puso su peso sobre él... aplastando su cabeza.
Dio un paso atrás en satisfacción cuando el lÃquido se quemó de su zapato y piernas pantalones dejando el material intacto.
Cuando el vampiro expiró y se disolvió en un charco polvoriento informe, Hyakuhei se sentÃa un poco más justificado al robarles su premio y sus vidas. Ahora todo lo que tenÃa que hacer era cuidar de su "lÃder audaz". Casi sonrió al ver el tÃtulo, pero lo mejor serÃa describir la suciedad en este momento.
Es cierto que necesitaban un lÃder y Hyakuhei estaba enfadado porque Tadamichi no habÃa enseñado a estos subordinados las costumbres o incluso la etiqueta de vampiros. Lo único que sabÃan era «morderlos y dejarlos muertos», como habÃa oÃdo recientemente decir un mestizo.
Tadamichi los habÃa transformado en nada más que bastardos demonÃacos sin padre para enseñarles morales de cualquier tipo, lo que siempre los llevó a tomar decisiones idiotas. ¿No sabÃan que se suponÃa que debÃan someterse a un antiguo si alguna vez se encontraron con uno? Hyakuhei decidió que no importaba... él los habÃa matado por su indiscreción.
Se volvió lentamente en la dirección en que el otro vampiro se habÃa ido. Se arregló el cuello y empezó a seguirlos con indiferencia. Sus pies se movieron silenciosamente por el pavimento de la acera y Hyakuhei resistió el impulso de follar mentalmente con la criatura como lo habÃa hecho tantas otras recientemente.
Esta nueva generación de vampiros que Tadamichi habÃa creado era un lote paranoico... listo para disparar a la primera verdadera señal de problemas. Una cosa que no se les habÃa enseñado era que sólo los fuertes sobrevivÃan más allá de la muerte.
Estaba empezando a enojarse nuevamente preguntándose dónde estarÃa llevando a la niña ese imbécil. Las aceras comenzaban a hacerse más abarrotadas cuando se acercaban al centro del centro de la ciudad. Hyakuhei ignoró los pases que le hicieron las prostitutas... no eran mejores que los demonios de la noche. De vez en cuando una lámpara de la calle se rompÃa repentinamente mientras caminaba bajo ella debido a su ira reprimida.
"¿Cuál es tu prisa bebé?", Preguntó una puta mientras se abrÃa paso en su camino. "Si estás persiguiendo a alguien entonces estarÃa más que feliz de dejarme perseguirme."
Hyakuhei le dirigió a la mujer una mirada de muerte. En el mismo momento, el parabrisas del coche a su lado sopló hacia fuera, haciendo que la gente a su alrededor gritara con sorpresa. La puta se apartó del camino y Hyakuhei reanudó su acecho. SabÃa que en ese momento la chica no se alejarÃa de él... no lo permitirÃa. Y si alguien trataba de detenerlo, no pensarÃa dos veces en arrancarle el corazón y empujarlo por la garganta.
El mestizo Romeo llevó a la mujer en sus brazos por la acera. No podÃa creer su suerte cuando sus sanguinarios amigos desaparecieron de repente. Rápidamente tomó la decisión de mantenerla para sÃ, no queriendo compartir su cena o el sexo que iba a pasar de antemano. TenÃa prisa por hacerla gritar de una manera u otra.
Llevó a la niña más allá del centro de la ciudad y sonrió cuando miró hacia arriba y vio el hotel más elegante de la ciudad. Con una sonrisa arrogante, dirigió a la niña más allá de la entrada principal y alrededor de la espalda a una de las áreas de la piscina que siempre estaba cerrado a esta hora de la noche... perfecta.
Alcanzando hacia fuera, el vampiro hambriento apenas utilizó cualquier esfuerzo en todos como él rompió la cerradura en la puerta. Deslizándose por la valla de privacidad, condujo a la niña a una de las cabañas de la piscina privada y se detuvo. Volviendo a la chica en sus brazos, supo que ni siquiera recordaba la caminata que acababan de tomar. Ni siquiera necesitaba ponerla bajo su esclava... lo que habÃa estado bebiendo habÃa sido suficiente.
Ãl sonrió perversamente antes de inclinarse para besarla... devolviendo su cuerpo a la vida para poder quitarle esa vida.
Kyoko gimió de aprecio, tan alto en el alcohol que se preguntó por qué no habÃa hecho esto antes. Ella jadeó cuando sintió que las manos empujaban hacia arriba debajo de su cima para pastar lentamente sobre sus pezones endurecidos antes de tirar la camisa por encima de su cabeza. El hombre empezó a besarle el cuello... haciéndola estremecer y arquear contra él.
Las manos que vagaban por su cuerpo la empujaron suavemente hacia atrás para aterrizar en algo suave. Ella giró su cabeza para mirar perezosamente la piscina justo más allá de la entrada de la cabaña. Una mano en su mejilla volvió su rostro hacia delante y sonrió cuando vio los intensos ojos azules del hombre frente a ella.
Esto habÃa sido lo que ella querÃa... esto resolverÃa todo. Cerró los ojos, adorando el hecho de que su cuerpo estuviera en llamas, pero aun cuando el pensamiento acariciaba su mente, las llamas se convirtieron en un infierno que la hacÃa sentirse desesperada.
Ella arqueó la espalda cuando sus manos tomaron posesión de sus pechos esta vez, ahuecándolos y amasándolos hasta que ella se quejaba con el dolor profundo dentro de su cuerpo. Kyoko se dio cuenta de que no podÃa quedarse quieto mientras su cuerpo se movÃa en el ritmo como si todavÃa bailara sólo ahora acostada.
El vampiro sonrió burlonamente hacia ella y decidió probarla antes de que entrara en su cuerpo. Sus colmillos repentinamente crecieron y él bajó la boca a su cuello, donde susurró como si partiera un oscuro secreto, "Una cosa que te puedo prometer... esto va a doler".
Una fuerte mano en la parte de atrás de su chaqueta de repente lo apartó de su comida y se fue a navegar hacia atrás a través del aire de la noche en la piscina, aterrizando con un chapoteo enorme. Rompió la superficie del agua, pero se congeló cuando de repente se encontró cara a cara con un verdadero vampiro señor.
CapÃtulo 4 "Calor de la Posesión"
"Esta chica ya ha sido reclamada", gruñó Hyakuhei tratando de sacudir el sitio de su respuesta a este humano convertido en canÃbal.
El mestizo se levantó repentinamente del agua como si fuera levantado por cuerdas invisibles y flotó sobre la superficie del agua. Hyakuhei arqueó una ceja ante la tenacidad de éste. Por supuesto, él era sólo un mestizo, pero no un niño completo a su manera... él resumió que éste habÃa sido convertido décadas atrás.
"Perdida, ella es mÃa," el vampiro siseó. "La encontré."
Hyakuhei lo fulminó con la mirada, su ira alcanzando nuevas alturas haciendo que el agua de la piscina empezara a burbujear como un jacuzzi.
-¿Quieres pelear conmigo por una sola comida? -preguntó Hyakuhei en voz baja, que habÃa enviado a más de una criatura corriendo por sus vidas. "Que asà sea."
El agua de la piscina estaba hirviendo ahora, chapoteando en la cubierta de la piscina y lo suficientemente caliente como para causar quemaduras graves. Hyakuhei se movió más rápido de lo que la mitad de la raza habÃa visto nunca y nunca volverÃa a hacerlo. Ni siquiera tuvo tiempo de intentar protegerse a sà mismo, y mucho menos luchar cuando su cabeza cayó en el agua hirviendo, cortada del resto de su cuerpo.
El cadáver cayó al agua con un plop y comenzó a disolverse en una sustancia que le recordó a Hyakuhei el limo que se encontraba en las máquinas expendedoras para niños.
Se alejó de la piscina chisporroteante, entró en la cabaña donde la niña todavÃa estaba tumbada. Ni siquiera se habÃa dado cuenta de que su pareja estaba desaparecida y se estaba acariciando con los ojos cerrados, desesperadamente necesitados. PodÃa sentir lo alto del estimulante sexual