el carro”, dijo papá.
Abrió la puerta principal y salió a zancadas. Tiffany y su madre se terminaron de abrigar rápidamente y lo siguieron.
El aire frío golpeó a Tiffany. Aún había nieve en el piso de la nevada de hace unos días. Deseaba aún estar en su cama confortable. Era un día pésimo para salir.
De repente, oyó a su padre jadear.
“Lester, ¿qué pasa?”, le dijo mamá a papá.
Tiffany vio a papá parado delante de la puerta del garaje abierta. Estaba mirando adentro boquiabierto. Se veía aturdido y horrorizado.
“¿Qué pasa?”, dijo mamá de nuevo.
Papá se dio la vuelta para mirarla. Parecía estar costándole hablar.
Finalmente dijo: “Llama al 911”.
“¿Por qué?”, contestó mamá.
Papá no le dio una explicación. Entró en el garaje. Mamá comenzó a acercarse al garaje y, cuando llegó a la puerta abierta, dejó escapar un grito que dejó a Tiffany paralizada de miedo.
Mamá entró rápidamente al garaje.
Tiffany se quedó inmóvil por un largo rato.
“¿Qué pasa?”, dijo Tiffany.
Oyó a mamá sollozando. “Vuelve a casa, Tiffany”, dijo.
“¿Por qué?”, respondió Tiffany.
Mamá salió corriendo del garaje. Agarró el brazo de Tiffany y trató de voltearla para que regresara a casa.
“No mires”, dijo. “Vuelve adentro”.
Tiffany logró soltarse y corrió al garaje.
Le tomó un momento darle sentido a todo. Los tres carros estaban estacionados allí. En la esquina izquierda, papá estaba moviendo una escalera torpemente.
Algo estaba colgado de una cuerda atada a una de las vigas del techo.
Era una persona.
Era su hermana.
CAPÍTULO UNO
Riley Paige acababa de sentarse a cenar cuando su hija dijo algo que realmente la sorprendió.
“Somos la familia perfecta”.
Riley se quedó mirando a April, cuyo rostro estaba enrojecido de la vergüenza.
“Guau, ¿en serio dije eso en voz alta?”, dijo April tímidamente. “Eso fue muy cursi”.
Riley se echó a reír y miró alrededor de la mesa. Su ex esposo, Ryan, estaba sentado en el otro extremo de la mesa. A su izquierda, su hija de quince años de edad, April, estaba sentada junto a su ama de llaves, Gabriela. A su derecha estaba la chica de trece años de edad, Jilly, el nuevo miembro de la familia.
April y Jilly acababan de preparar hamburguesas para la cena del domingo, dándole a Gabriela un descanso de la cocina.
Ryan mordió su hamburguesa y dijo: “Bueno, sí somos una familia. ¡Solo míranos!”.
Riley no dijo nada.
“Una familia”, pensó. “¿Eso es lo que somos realmente?”.
La idea la sorprendió un poco. Después de todo, ella y Ryan se separaron hace casi dos años y llevaban casi seis meses divorciados. Aunque estaban pasando tiempo juntos, Riley había evitado pensar mucho en el futuro de la relación. Había echado a un lado años de dolor y traición para poder disfrutar de un presente tranquilo.
Y también tenía que pensar en April, cuya adolescencia había sido bastante difícil. ¿Duraría su deseo de esta unión familiar?
Riley se sentía aún más insegura por Jilly. Encontró a Jilly en una parada de camiones en Phoenix tratando de vender su propio cuerpo a los camioneros. Riley rescató a Jilly de una vida terrible y un padre abusivo, y ahora esperaba adoptarla. Pero Jilly era una niña atribulada, y la situación era complicada.
Riley solo se sentía completamente segura respecto a Gabriela. La mujer guatemalteca robusta llevaba años trabajando para la familia. Gabriela era una mujer responsable, amorosa y sólida.
“¿Qué opinas tú, Gabriela?”, preguntó Riley.
Gabriela sonrió.
“Una familia puede ser elegida, no solo heredada”, dijo. “La sangre no lo es todo. El amor es lo que importa”.
Riley sintió un calorcito de afecto en lo más profundo de su ser. Gabriela siempre sabía qué decir. Observó a todos a su alrededor con un nuevo sentido de satisfacción.
Llevaba un mes de licencia de la UAC y estaba disfrutando de estar aquí en su casa.
“Y también estoy disfrutando de mi familia”, pensó.
Luego April dijo algo que la sorprendió.
“Papá, ¿cuándo vendrás a vivir con nosotras?”.
Ryan se veía sorprendido. Como lo hacía a menudo, Riley se preguntó si esta nueva dedicación de Ryan era demasiado buena como para ser cierta.
“Eso es una cuestión bastante seria”, dijo Ryan.
“¿Por qué?”, le preguntó April a su padre. “Ya prácticamente vives aquí. Tú y mamá están durmiendo juntos de nuevo y estás aquí casi todos los días”.
Riley sintió su rostro ruborizándose. Sorprendida, Gabriela le dio a April un codazo.
“¡Chica! ¡Silencio!”, dijo.
Jilly tenía una sonrisa en su rostro.
“Esa es una gran idea”, dijo. “Así de seguro obtendré buenas calificaciones”.
Era cierto, Ryan había estado ayudando a Jilly a ponerse al día en su nueva escuela, especialmente con estudios sociales. Realmente había sido un gran apoyo en los últimos meses.
Los ojos de Riley se encontraron con los de Ryan. Ella vio que él también estaba ruborizado.
No sabía qué decir. Tenía que admitir que le gustaba la idea. Se había acostumbrado a que Ryan pasara casi todas las noches aquí. Todo había tomado su lugar, quizás con demasiada facilidad. Tal vez la comodidad que sentía provenía del hecho de que no tenía que tomar ninguna decisión.
Recordó lo que April había dicho.
“Somos la familia perfecta”.
Ciertamente lo aparentaban en este momento. Pero Riley no pudo evitar sentirse inquieta. ¿Esta perfección solo era una ilusión, como leer un buen libro o ver una película agradable?
Riley estaba consciente de que el mundo estaba lleno de monstruos. Había dedicado su vida profesional a acabar con ellos. Pero llevaba un mes tratando de pretender que no existían.
Ryan comenzó a sonreír.
“¿Por qué no nos mudamos todos a mi casa?”, dijo. “Hay mucho espacio para todos nosotros”.
Riley sofocó un suspiro de alarma.
Lo último que quería era volver a la gran casa suburbana que había compartido con Ryan por años. Estaba demasiado llena de recuerdos desagradables.
“No podría mudarme de aquí”, dijo. “Me siento demasiado cómoda”.
April miró a su padre ansiosamente.
“Es tu decisión, papá”, dijo. “¿Te mudarás con nosotras o no?”.
Riley observó el rostro de Ryan. Sabía que estaba luchando con su decisión. Entendía al menos una de sus razones. Pertenecía a una