Блейк Пирс

Un Rastro de Muerte


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hay nadie en el mundo de la que sea más cercana.

      —Okey. ¿Stafford se lleva bien con ella?

      —Ellos se llevan muy bien.

      —¿Hay alguna razón para que ella se fuera de casa?

      —No. Nada que se acerque. Eso no es lo que está sucediendo aquí.

      —¿Cómo ha estado de humor últimamente?

      —Ha sido bueno. Ella es feliz, estable, todo eso.

      —Ningún problema con algún chico...

      —No.

      —¿Drogas o alcohol?

      —No puedo decir que nunca. Pero en general, ella es una joven responsable. Este verano se entrenó como salvavidas junior. Tenía que levantarse a las cinco de la mañana de cada día para eso. Ella no es frágil. Aparte de eso, ni siquiera ha tenido todavía tiempo de aburrirse. Esta es su segunda semana de regreso a clases.

      —¿Algún drama allí?

      —No. A ella le gustan sus maestros. Ella se lleva bien con todos los chicos. Ella se postulará para ser parte del equipo de basketball.

      Keri fijó sus ojos en la mujer y preguntó:

      —Entonces, ¿qué piensa usted que está pasando?

      La confusión cubrió el rostro de la mujer. Sus labios temblaban.

      —No lo sé —volvió sus ojos a la puerta principal, luego volvió a mirarla, y dijo—. Yo solo quiero que ella regrese a casa. ¿Dónde diablos está Stafford?

      Como si estuviera siguiendo un libreto, un hombre apareció a la vuelta de la esquina. Era el Senador Stafford Penn. Keri lo había visto docenas de veces en la TV. Pero en persona, irradiaba una vibra que no se apreciaba al verlo en una pantalla. Alrededor de cuarenta y cinco, era musculoso y alto, alcanzaba fácilmente el metro noventa de estatura, con un cabello rubio como el de Ashley, una mandíbula esculpida, y penetrantes ojos verdes. Poseía un magnetismo que parecía casi vibrar. Keri tragó en seco cuando él extendió su mano para estrechar la de ella.

      —Stafford Penn —dijo, aunque podía asegurar que ella ya sabía eso.

      Keri sonrió.

      —Keri Locke —dijo—. Unidad de Personas Desaparecidas del Departamento de Policía de Los Ángeles, División Pacífico.

      Stafford hizo un toque fugaz en la mejilla de su esposa y se sentó a su lado. No gastó tiempo en amabilidades.

      —Apreciamos que haya venido. Pero en lo personal, pienso que podemos dejar las cosas como están hasta mañana en la mañana

      Mia le miró incrédula.

      —Stafford...

      —Los chicos se separan de sus padres —continuó—. Se van destetando. Es parte del crecimiento. Demonios, si ella fuera un chico, habríamos estado lidiando con días como este hace dos o tres años. Es por eso que le pedí a Mia que fuera discreta cuando la llamara. Dudo que esta sea la última vez que estemos lidiando con este tipo de asuntos y no quiero ser acusado por dar falsas alarmas.

      Keri preguntó: —Entonces, ¿no cree que haya nada malo?

      Él sacudió su cabeza.

      —No. Pienso que es una adolescente haciendo lo que hacen los adolescentes. Para ser honesto, hasta cierto punto me alegra que este día haya llegado. Demuestra que ella se está volviendo más independiente. Recuerden mis palabras, ella aparecerá esta noche. En el peor de los casos, mañana en la mañana, probablemente con una resaca

      Mia le contemplaba con incredulidad.

      —Primero que nada —dijo—, es un Lunes por la tarde en pleno año escolar, no el Receso de Primavera en Daytona. Y segundo, ella no haría eso.

      Stafford meneó su cabeza.

      —Todos nos volvemos un poco locos a veces, Mia —dijo—. Diablos, cuando cumplí quince, bebí diez cervezas en un par de horas. Estuve literalmente devolviendo mis entrañas durante tres días. Recuerdo que a mi padre le hizo bastante gracia. Pienso que de hecho estaba bastante orgulloso de mí.

      Keri asintió, haciendo ver que eso era algo completamente normal. Nada ganaba con arrinconar a un senador de los Estados Unidos si podía evitarlo.

      —Gracias, Senador. Probablemente tiene razón. Pero mientras esté aquí, ¿le importaría si le doy un rápido vistazo al dormitorio de Ashley?

      Él se encogió de hombros y señaló la escalera..

      —Vaya.

      Arriba, al final del pasillo, Keri entró al dormitorio de Ashley y cerró la puerta. La decoración era lo que esperaba—una bonita cama, a juego con la cómoda, afiches de Adele, y de la leyenda del surf, con un solo brazo, Bethany Hamilton. Tenía una lámpara de lava de inspiración retro en la mesilla de noche. Recostado de una de sus almohadas había un peluche. Era tan viejo y manoseado que Keri no estaba segura de si era un perro o una oveja.

      Encendió la laptop Mac en el escritorio de Ashley y le sorprendió que no estuviera protegida con una contraseña.

      ¿Qué adolescente deja su laptop desprotegida sobre su escritorio para que cualquier adulto fisgón venga a revisarla?

      El historial de Internet mostraba búsquedas de solo los dos últimos días; los anteriores habían sido borrados. Lo que quedaba parecía estar relacionado en su mayor parte con un trabajo de biología que estaba investigando. Había también una pocas visitas a sitios web de agencias locales de modelaje, al igual que otras en Nueva York y Las Vegas. Otra visita había sido hecha al sitio de un próximo torneo de surf en Malibú. Ella había ido también al sitio de una banda local llamada Rave.

      O esta chica es la más obediente y aburrida de todos los tiempos, o ella está dejando todo esto con el propósito de presentar una imagen que sus conocidos se crean.

      El instinto de Keri le dijo que era lo segundo..

      Se sentó al pie de la cama de Ashley y cerró sus ojos, tratando de colocarse en la mente de una chica de quince de años. Ella alguna vez lo había sido. Esperaba todavía tener la suya. Después de dos minutos, abrió los ojos e intentó dirigir una mirada fresca a la habitación. Recorrió los estantes, buscando algo que se saliera de lo ordinario.

      Estaba a punto de darse por vencida cuando su vista se detuvo en un libro de matemáticas al final de la biblioteca de Ashley. Se titulaba Álgebra para Noveno Grado.

      ¿No dijo Mia que Ashley estaba en décimo grado? Su amiga Thelma la vio en la clase de geometría. Entonces, ¿por qué conservaba un viejo texto de estudio? ¿Sería en caso de necesitar un repaso?

      Keri tomó el libro, lo abrió, y comenzó a hojearlo. Habiendo recorrido las dos terceras partes, encontró dos páginas, fáciles de ser pasadas por alto, pegadas cuidadosamente la una con la otra. Había algo duro entre ellas.

      Keri cortó la cinta adhesiva y algo cayó en el piso. Lo levantó. Era una falsa licencia de conducir, que lucía extremadamente auténtica, con la cara de Ashley en ella. El nombre que aparecía allí era Ashlynn Penner. la fecha de nacimiento indicaba que tenía veintidós.

      Más convencida de que estaba en el camino correcto, Keri se movió con más rapidez por la habitación. Ella no sabía de cuánto tiempo disponía antes de que los Penn entraran en sospechas. Al cabo de cinco minutos, encontró algo más. Metido en un zapato de tenis en la parte trasera del closet estaba un casquillo vacío de 9 mm.

      Sacó una bolsa de evidencia, lo introdujo allí junto con la tarjeta de identidad falsa, y abandonó la habitación. Mia Penn caminaba por el pasillo en dirección a ella en el momento en que cerraba la puerta. A Keri le pareció que algo había sucedido.

      —Acabo de recibir una llamada de la amiga de Ashley, Thelma. Ella ha estado hablando con la gente acerca de que Ashley no llegó a casa. Dice que otra