seguridad, vestida con falda y un top ajustado.
Entonces, enseguida, ahí estaba, la van negra. Se acercó hasta ella. Las ventanas habían sido oscurecidas, ilegalmente. La cara del conductor no era visible ya que tenía puesta una gorra con la visera bien bajada. Ambos visores de sol estaban puestos hacia abajo, y el resplandor de la brillante resolana de la tarde hacía imposible tener una clara visión del interior del vehículo.
Ashley dejó de caminar y miró hacia la van. El conductor parecía estar hablando. Ella dijo algo y se acercó. Al hacerlo, la puerta del pasajero fue abierta. Ashley continuó hablando, pareciendo inclinarse hacia la van. Conversaba con quienquiera que estuviese conduciendo. Entonces, repentinamente, ella ya estaba adentro. No estaba claro si ella se había subido voluntariamente o fue halada. Al cabo de unos pocos segundos más, la van arrancó sin prisa. Sin aceleración. Nada de darse a la fuga. Nada fuera de lo ordinario.
Miraron la escena de nuevo a velocidad normal, y luego una tercera vez, en cámara lenta.
Al final Ray se encogió de hombros y dijo:
—No lo sé. Todavía no puedo decirlo con seguridad. Ella terminó adentro, eso es todo lo que puedo decir con certeza. Si ha sido con o contra su propia voluntad, de eso no estoy seguro.
Keri no podía estar en desacuerdo. El segmento de video era desesperante en su ambigüedad. Pero había algo que no estaba bien. Solo que ella no podía decir qué era. Retrocedió el video y lo reprodujo de nuevo hasta el momento cuando la van estaba más cerca de la cámara de seguridad. Entonces lo colocó en pausa. Era el único momento en que la van estaba a la sombra. Todavía era imposible mirar hacia el interior del vehículo. Pero algo más era visible.
—¿Ves lo que yo veo? —preguntó ella.
Ray asintió.
—La placa de la matrícula está cubierta —apuntó él—. Yo lo pondría en la categoría de ‘sospechoso’.
—Igual yo.
De repente el teléfono de Keri sonó. Era Mia Penn. Fue al grano sin siquiera decir hola.
—Acabo de recibir una llamada de Thelma, la amiga de Ashley. Dice que cree haber recibido una llamada por accidente desde el teléfono de Ashley. Escuchó una cantidad de gritos como si alguien le estuviera gritando a alguien más. Había música con un volumen estridente, así que ella no podría decir con certeza quién estaba gritando pero piensa que era Denton Rivers.
—¿El novio de Ashley?
—Sí. Llamé a Denton a su teléfono para ver si había sabido de Ashley, sin dejarle saber que yo acababa de hablar con Thelma. Dijo que no había visto a Ashley ni oído de ella desde la escuela pero sonaba evasivo. Y esta canción de Drake —Summer Sixteen — se escuchaba al fondo cuando llamé. Volví a llamar a Thelma para ver si esta era la canción que ella había escuchado cuando recibió esa llamada equivocada. Dijo que esa era. Por eso te llamé de inmediato, Detective. Denton Rivers tiene el teléfono de mi bebé y creo que él podría tenerla a ella también.
—Okey, Mia. Esto ayuda de verdad. Hiciste un gran trabajo. Pero necesito que mantengas la calma. Cuando colguemos, texteame la dirección de Denton. Y recuerda, esto podría ser algo completamente inocente.
Ella colgó y miró a Ray. Su ojo bueno sugería que estaba pensando la misma cosa que ella. En segundos, su teléfono vibró. Reenvió la dirección a Ray mientras bajaban de prisa por los escalones.
—Necesitamos darnos prisa —dijo ella mientras corrían a sus autos—. Esto no es inocente en modo alguno.
CAPÍTULO CUATRO
Lunes
Al atardecer
Keri se preparó, cuando, diez minutos más tarde, pasaba por delante de la casa de Denton Rivers. Aminoró la velocidad del auto, mientras la examinaba, y luego estacionó a una cuadra de distancia, Ray detrás de ella. Sentía ese aguijón en su estómago, el mismo de cuando algo malo estaba por suceder.
¿Y si Ashley está en esa casa? ¿Y si él le ha hecho algo a ella?
La calle de Denton estaba cubierta con una serie de casas de muñeca de una sola planta, todas pegadas entre sí. No había árboles en la calle, y el césped en la mayoría de los pequeños jardines del frente hacía tiempo que se había vuelto marrón. Denton y Ashley claramente no compartían el mismo estilo de vida. Esta parte del pueblo, al sur del Boulevard Venice y unas pocas millas tierra adentro, no tenía hogares de un millón de dólares.
Ambos, Ray y ella, caminaron con rapidez por la cuadra. Miró su reloj: un poco después de la seis. El sol estaba comenzando su largo y lento descenso sobre el océano, hacia el oeste, pero quedaba un par de horas antes de la total oscuridad.
Cuando llegaron a la casa de Denton, escucharon una música a todo volumen que venía de adentro. Keri no la reconoció.
Ella y Ray se acercaron en silencio, escuchando ahora gritos, enfadados y graves, una voz de hombre. Ray desenfundó su arma y la envió a ella a que diera un rodeo por detrás, luego levantó un dedo, dando a entender que entrarían a la casa en exactamente un minuto. Ella miró su reloj para confirmar el tiempo, asintió, sacó su propia arma, y se deslizó a lo largo del borde de la casa hacia la parte de atrás, teniendo cuidado de agachar la cabeza mientras pasaba por delante de las ventanas abiertas.
Ray era el detective más antiguo y usualmente era el más cauto de los dos cuando se trataba de entrar a un propiedad privada. Pero claramente pensaba que las actuales circunstancias les eximían de la obligación de conseguir una orden. Había una chica desaparecida, un sospechoso potencial adentro, y una gritería colérica. Era algo defendible.
Keri chequeó la puerta lateral. No tenía echado el cerrojo. La abrió lo más delicadamente que pudo para evitar un chirrido y se deslizó hacia adentro. Era poco probable que alguien en el interior pudiera oírla pero no quería arriesgarse.
Una vez en el patio trasero, puso su mano sobre la pared trasera de la casa, manteniendo sus ojos abiertos ante cualquier movimiento. Un asqueroso y decrépito cobertizo cerca de la verja trasera de la propiedad la inquietó. La oxidada puerta corrugada lucía como si fuera a desplomarse.
Se arrastró por el patio y se quedó allí por un momento, esperando oír voz de Ashley. No la escuchó.
La parte de atrás de la casa tenía una puerta de madera con pantalla, con la cerradura sin echar, que llevaba a una cocina estilo años 70, con una nevera amarilla. Keri podía ver a alguien al final del pasillo, en la sala, gritando junto con la música y bamboleando su cuerpo como si estuviera golpeando su cabeza en alguna suerte de invisible toque de bandas de rock.
No había todavía ninguna señal de Ashley.
Keri bajó la vista hacia su reloj: en cualquier momento, a partir de ahora.
Puntual, escuchó un sonoro golpe en la puerta del frente. Con el sonido, ella abrió a su vez la puerta de pantalla trasera, enmascarando el ligero clic del pestillo de la puerta. Aguardó, un segundo y sonoro golpe le permitió al mismo tiempo cerrar la puerta trasera. Se movió con ligereza a través de la cocina y por el pasillo, echando un vistazo a cada puerta abierta que encontraba a medida que avanzaba.
En la entrada principal, que estaba abierta excepto por la pantalla, Ray golpeó de nuevo, con mayor fuerza incluso. De repente, Denton Rivers dejó de bailar y se movió hasta la entrada. Keri, oculta en el borde de la sala, podía ver su rostro en el espejo junto a la puerta.
Se veía visiblemente confuso. Era un chico bien parecido: cabello castaño bien cortado, ojos de un azul profundo, una fibrosa y sinuosa constitución que sugería más a un luchador que a un jugador de fútbol. Bajo circunstancias normales era probablemente un tipo que atraía, pero ahora mismo esos atractivos estaban disimulados bajo un rostro desmejorado, con ojos inyectados de sangre, y una cortada en la sien.
Cuando abrió la puerta, Ray mostró su placa.