una parte infinitesimal de su propia energía. De pronto, esa materia tomó color, amarilla con vetas rojizas y anaranjadas, dejó su rigidez y empezó a vivir.
Esa mujer sonreía mientras se incorporaba. Dio media vuelta y se marchó.
—¡Vaya! —exclamé, mientras miraba la flor— ¿Puedo acercarme?
—Realmente no. Eso que has visto sucedió hace miles de millones de años de tu tiempo lineal. Pero sigue mirando.
Hizo un gesto con la mano y pasaron las horas. Ahora estábamos en el atardecer de ese mismo día. Miré de nuevo y vi como la campanilla empezaba a marchitarse. Y en ese instante, de la nada, apareció esa mujer. Se acercó a la flor y reclamó su préstamo con mucho amor. Recogió la energía, que había crecido con la experiencia de ser una flor, en una burbuja transparente.
Supongo que mi cara era todo un poema, pues mi acompañante reía mientras llamaba mi atención sobre algo más.
—Eso es un proceso normal. Muchos de los que actualmente estáis encarnados en planos densos como la Tierra, sois capaces de hacerlo. No en la Tierra, claro. Sino en otros planos de existencia.
Poco a poco yo empezaba a entender y asentí con la cabeza.
—Abre tu mente. No sois solo un cuerpo. Realmente eso es solo una pequeñita experiencia. Y no solo estáis encarnados en un solo cuerpo, de una vez. Muchos de vosotros encarnáis múltiples experiencias simultáneas. Todo depende de la cantidad de energía de la que dispongáis. Y no penséis que sois especiales por ello. Es solo un proceso que todos aprendemos a hacer en algún punto de nuestra existencia. Pero, sigue observando Fina.
Veo que aparecen otras personas que trasportan en sus manos bolitas de energía, muy pequeñas. Las guardan, las protegen y las vuelven a poner en otro objeto material de su creación, sea roca, planta o animal. Repitiendo el proceso una y otra vez. Crean materia, ponen energía, crece la energía al vivir en la materia. Y, al marchitarse esa materia, recogen la energía de nuevo.
Hasta que, en un momento dado, cuando van a retirar la energía de una de esas materias, esa bolita de luz se resiste, se niega a fluir. Recién ha tomado conciencia de su propia existencia. Y entendí que acababa de nacer un diminuto ser de luz, con un enorme camino por delante.
Volví a centrar mi atención en esa mujer vestida de azul. Vi como, al retirar su energía de la flor, acunaba a esa nueva “mini bolita de luz” y la llevaba a una guardería de infantes en nuestro hogar, un poquito más arriba de donde nos encontrábamos en ese momento. Allí la recogieron unas mamás, como yo ya había visto antes en mis trabajos energéticos en hospitales y otros lugares. Mujeres de formas redondeadas parecidas a las figuras que proclaman la fecundidad en algunas culturas.
La campanilla, al igual que yo mucho antes que ella, inició su personalidad al ser consciente de su existencia, como ser individual de aquel que le prestó su energía. Este hecho dará lugar, a través de su propia evolución, a un ser completo y conectado con el Todo. Que a su vez creará a otros y así continuamente, en el proceso de creación del Universo, con el fin de ocupar la Nada.
El universo se expande con ese único objetivo, el de consumir la Nada. Porque si no la consumimos, ella terminará por consumirnos a nosotros. Así de sencillo.
Lo curioso es que, en ese momento, también sentí el rencor de la flor contra quien la creó. Rencor que nació dentro de esa personalidad, al sentir que la mujer provocó su muerte, cuando en realidad, solo la ayudó a dejar la materia. Para que, de esta forma, pudiera empezar el recorrido por su propia existencia.
Desde entonces han viajado por el universo en un continuo aprender para expandir su energía, como seres individuales. Sin embargo, la frecuencia de su vibración las ha llevado a coincidir muchas veces. Quizás hasta que aquel rencor de la flor desaparezca bajo el peso del entendimiento. O quizás es que tenga que ser así en un principio, pues el que presta parte de su energía se vincula como guía del nuevo ser, por lo menos durante algunos eones de su existencia.
Lo cierto es que no comprendemos todo lo que sucede en el universo. Confío en que poco a poco, con entendimiento, amor y muuucha paciencia, lograremos encauzar nuestro desarrollo, como “bolitas de energía con conciencia”. Y entendamos, al fin, que todo está ahí por un motivo. Aunque tardemos miles de millones de años en comprenderlo.
Le pregunté,
—Si esto es así, ¿por qué me he perdido tanto y tantas veces en este plano terrenal?
—Si eres capaz de entender, eres capaz de explicar. Por eso elegiste no tener conciencia de este proceso. Por lo menos hasta que estuvieras preparada para poder entenderlo y, por tanto, de explicarlo.
—Ten en cuenta que, como “energía que vibra, piensa y recuerda” que somos, nos podemos segregar —continuó—. Cada parte de esa bola de luz que somos, puede tener diferentes experiencias en el mismo, o distinto tiempo lineal. También en el mismo o en diferentes planos de existencia, según la encarnación que hayamos decidido experimentar. Tú misma hablas de ello en tu libro anterior.
Asentí mientras mi mente intentaba seguir el ritmo de su explicación.
—Ahora mismo, tú estás viviendo aquello que necesitas experimentar para recorrer tu propio camino. Estás recordando, aprendiendo y, sobre todo, te centras en la sanación de esos cachitos de tu alma, que se quedaron atrapados en alguna parte de ese camino como consecuencia de un trauma, por pequeño que pueda parecerte.
El nacimiento del alma.
Me sumergí en mis pensamientos para aclararme un poco:
Algunas almas hemos sido creadas por otras, tal y como he visto.
Otras nacen por acumulación de energías sin conciencia, tal y como yo misma explicaba en “Viajeros de Luz. El camino”.
Uno de los casos más raros de los que he sido testigo, es cuando un alma lleva miles de siglos atrapada en la oscuridad, sin avanzar, y decide transformarse para dar lugar a otras energías más pequeñas y más puras (tengo que indagar más sobre este tema). Permitiendo que cada una de esas energías se convierta al final en un alma diferente de la original, con un gran camino por delante.
Y me consta que hay más formas de crear bolitas de luz sobre las que seguiré investigando.
Lo que me ha quedado muy claro es que todos hemos evolucionado desde una partícula de luz muy pequeñita. Todos. Y todos utilizamos la experiencia en la materia para crecer en conciencia y, por lo tanto, para crecer en energía.
En ese pensamiento estaba cuando, sin previo aviso y sin mediar despedida alguna, volví de nuevo a mi dormitorio, a mi cama. Como siempre me sorprendió, aunque no me extrañó. Estaba cansada, pero había entendido un poquito más. Así que me acomodé en mi cuerpo y me dormí, ahora sí, con una sonrisa en los labios.
El entendimiento es un gran regalo. Gracias a todos los que hacéis posible eso para mí.
Consejo de hoy: Disfruta de tu día y que te quiten lo “bailao”.
Hoy, solo por hoy, date un capricho sencillo. ¿Cuál es el capricho más sencillo con el que sueñas?
¿Quizás tomarte un helado? ¿O darte un baño de espuma? ¿Quizás mirar una puesta de sol? ¿O ir a un centro comercial de paseo? ¿A lo mejor es ver una película romántica o de terror o un clásico, completamente dueña/o del sofá y del mando a distancia del televisor? O… ¿Es posible que sea leer un libro? ¿Éste quizás?… ¡Qué ilusión!… (Suspiros soñadores).
¿Ves? Yo también tengo mis buenos momentos.
Justo ayer me decía una amiga: “me gustaría ir a la playa y mojarme los pies en el agua, o a un monte donde haya un arrollo”. El problema era que no tenía recursos para ello. Así que se fue a un parque, cerró los ojos y se imaginó que hacía eso que tanto le apetecía. Y se sintió mejor. Eso es lo que cuenta.
Así que… solo por hoy, date ese lujo y que te quiten lo “bailao”. Tan solo disfruta de lo que te