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Aproximaciones a la filosofía política de la ciencia


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entre planificación y libertad, e incluso los partidarios de la planificación los reconocieron. Los temas, como argumentó Hayek, eran evidentes ya en las ideas saintsimonianas sobre el remplazo de la política por la administración, y en la idea de una jerarquía no sujeta a coerción.

      La versión de Polanyi de este argumento apunta al problema de la ciencia y la democracia de una manera novedosa. Si la ciencia está sujeta al "control democrático", podría no prosperar. Sin embargo, la ciencia no es una anomalía en la democracia. Tiene un carácter similar al de otras comunidades a las cuales se les otorga la autonomía sobre la base de su tradicional carácter fuertemente autogestionado, tales como la iglesia y la abogacía. La democracia en sí, para Polanyi, es fuertemente tradicional. De tal suerte que la relación entre ciencia y democracia debería ser una de reconocimiento y respeto mutuo, de una comunidad a otra, así como de interés por parte de la democracia en los frutos de la ciencia, los cuales pueden ser mejor obtenidos otorgando la autonomía a la comunidad científica.

      El punto de vista de la izquierda sobre la educación científica era que los trabajadores deberían ser formados para pensar científicamente. Entre los críticos de esta perspectiva está Bryant Conant, quien remarcó que la idea de que en cincuenta años de aplicación de una instrucción elemental en ciencia, produciría mejores ciudadanos, era un fracaso. Su objeción era contra la noción de que había un método universal de la ciencia y contra el "amplio uso de la palabra ciencia", lo que yo he estado llamando extensión. Descartó detalladamente la noción de la virtud especial del científico –tema también presente en la mertoniana socialización de las normas de la ciencia–, de manera que el interés no está puesto en el carácter individual, sino en los mecanismos de control social dentro de la institución de la ciencia. Conant pone esto de manera sucinta:

      Estos mecanismos, sin embargo, existen sólo para la propia ciencia, no para sus extensiones a la política, donde los científicos no tienen especial pretensión de objetividad.

      Tanto Conant como Polanyi tenían un enfoque liberal de la ciencia en el siguiente sentido; pensaban que lo mejor era gobernar la ciencia indirectamente, facilitando la competencia entre científicos. Pero Conant, reconociendo las realidades de la "gran ciencia", pensaba que era necesario tener un conjunto de universidades de élite con recursos abundantes con el objetivo de hacer esa competencia significativa en el presente. Sería equívoco caracterizar esta confianza en los medios indirectos como un argumento en favor de dejar la comunidad científica en paz, y es de notar que el enfoque izquierdista de Bernal sobre la ciencia, aunque era conscientemente un intento de equilibrar libertad y eficiencia, involucraba un alcance incluso más amplio a favor de la autogestión. La perspectiva de Conant permitía la intervención cuando la competencia fallara, y Conant estaba ansioso por producir las condiciones para la competencia.

      Aunque existen algunas diferencias de énfasis entre Conant, Merton y Polanyi en estos primeros ensayos, coinciden en grado significativo y, en muchos casos, se hicieron mutuos reconocimientos. Incluso donde hay diferencias, como en la renuencia de Merton para usar el término "comunidad científica", terminaron siendo superficiales –Merton de hecho usa más tarde el término "colegios invisibles" para servir a propósitos similares.