entre planificación y libertad, e incluso los partidarios de la planificación los reconocieron. Los temas, como argumentó Hayek, eran evidentes ya en las ideas saintsimonianas sobre el remplazo de la política por la administración, y en la idea de una jerarquía no sujeta a coerción.
Weber fue una fuente de diversos componentes de la respuesta que surgió: el argumento según el cual la ciencia no tiene un "significado" extrínseco, incluyendo la utilidad social. Esto es lo medular en la afirmación de que la ciencia simplemente se supera a sí misma; el argumento institucional, la declaración de que el papel de los científicos excluye el establecer y promover valores (incluyendo la Weltanschauung científica como una solución a los problemas de la vida y la política), y el argumento a favor de la especificidad e integridad del reino de lo político y su irreductibilidad a la administración. Uno de sus trabajos, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, 24 también inspiró una influyente refutación a la afirmación histórica básica de Bujarin y Hessen respecto a que la ciencia era un producto de las necesidades sociales. Robert Merton aplicó el argumento de la Ética protestante a la revolución científica y a la Royal Society, estableció que los científicos participantes eran desproporcionadamente puritanos, resultado que indicaba que los factores "espirituales" o "ideales" tenían una función en el manejo de la ciencia, amén de las demandas de clase y de la sociedad.
El conocido texto de Merton sobre ciencia y democracia 25 fue en algunos aspectos una extensión de la críptica explicación "institucional" de la ciencia hecha por Weber, y en otros, una aceptación del bernalismo. Merton describió cuatro normas de la ciencia que aportan un ethos. Tales fueron el universalismo, el escepticismo organizado, el "comunismo" o participación común de los resultados de la investigación científica, y la imparcialidad. El principio de "universalismo" fue expuesto con referencia a los nazis y a la ciencia alemana, que lo violaron. El escepticismo organizado hizo eco de la noción, debida a Alfred Whitehead, de "suspender el juicio hasta que todos los hechos se hayan reunido". A pesar de su equilibrio, era un argumento conscientemente liberal, dado que, como Merton lo dice, en una sociedad liberal la integración deriva principalmente del conjunto de normas culturales. De tal manera que decir que la ciencia era gobernada por un ethos, era decir que era internamente de un talante liberal. Externamente había un estado de conflicto potencial, y frecuentemente actual, con la sociedad. Merton tenía claro que las normas de la ciencia no estaban arraigadas, que ni siquiera eran consistentes con las actitudes del público, que bien podía esperarse que éste las resintiera, y que era por esta misma razón que la ciencia resultaba ser vulnerable en las sociedades totalitarias, mismas que sacaban ventaja de un antirracionalismo popular combinado con un control centralizado de laciencia. Pero también fue sensible a la idea de que los científicos estaban inclinados a entrar en conflicto con otras instituciones en las democracias, especialmente cuando sus descubrimientos invalidaban los dogmas. Así que nos quedamos con la sospecha de que la democracia y la ciencia no son compatibles, salvo que hubiese un reconocimiento de la autonomía de la ciencia, y que este reconocimiento estuviese siempre amenazado por la ampliación normal de la ciencia hacia nuevos ámbitos, tales como las investigaciones de la ciencia social en áreas consideradas sagradas.
Aun apelando al concepto de ethos, Merton no usó el término "comunidad de la ciencia" para describir la ciencia, excepto de manera irónica. 26 Éste fue un término que llegó a tener un uso generalizado principalmente a través de los trabajos de Michael Polanyi. 27 Polanyi produjo, cosa que no hizo Merton, un argumento en favor de la autonomía de la ciencia, delineando la demanda de que la ciencia no tenía necesidad de un gobierno político bajo la forma de planificación debido a que ya estaba suficientemente "gobernada" por sus propias tradiciones. La ciencia era una comunidad muy distinta de esa clase de orden burocrático que podría ser objeto de planificación. La planificación destruiría la característica de la vida comunitaria que hacía posible el crecimiento de las ideas, y que era, para Polanyi, la libertad de los científicos para elegir las ideas a seguir. Polanyi hizo hincapié en las instituciones, debido a que los marcos institucionales en los que los científicos estaban empleados eran muy diversos, un asunto que Merton también trató en apoyo al interés que ponía en el ethos de la ciencia, y al que tomó como un elemento común a través de las estructuras institucionales.
La versión de Polanyi de este argumento apunta al problema de la ciencia y la democracia de una manera novedosa. Si la ciencia está sujeta al "control democrático", podría no prosperar. Sin embargo, la ciencia no es una anomalía en la democracia. Tiene un carácter similar al de otras comunidades a las cuales se les otorga la autonomía sobre la base de su tradicional carácter fuertemente autogestionado, tales como la iglesia y la abogacía. La democracia en sí, para Polanyi, es fuertemente tradicional. De tal suerte que la relación entre ciencia y democracia debería ser una de reconocimiento y respeto mutuo, de una comunidad a otra, así como de interés por parte de la democracia en los frutos de la ciencia, los cuales pueden ser mejor obtenidos otorgando la autonomía a la comunidad científica.
El punto de vista de la izquierda sobre la educación científica era que los trabajadores deberían ser formados para pensar científicamente. Entre los críticos de esta perspectiva está Bryant Conant, quien remarcó que la idea de que en cincuenta años de aplicación de una instrucción elemental en ciencia, produciría mejores ciudadanos, era un fracaso. Su objeción era contra la noción de que había un método universal de la ciencia y contra el "amplio uso de la palabra ciencia", lo que yo he estado llamando extensión. Descartó detalladamente la noción de la virtud especial del científico –tema también presente en la mertoniana socialización de las normas de la ciencia–, de manera que el interés no está puesto en el carácter individual, sino en los mecanismos de control social dentro de la institución de la ciencia. Conant pone esto de manera sucinta:
¿Sería demasiado decir que en las ciencias naturales de hoy el medio ambiente social dado ha hecho muy fácil, incluso para una persona emocionalmente inestable, el ser exacta e imparcial en su laboratorio? La tradición que hereda, sus instrumentos, el alto grado de especialización, la multitud de testigos que le rodean, por así decirlo (si publica sus resultados), todo esto ejerce presiones que hacen que la imparcialidad sobre lo sustancial de su ciencia sea casi automática. 28
Estos mecanismos, sin embargo, existen sólo para la propia ciencia, no para sus extensiones a la política, donde los científicos no tienen especial pretensión de objetividad.
Tanto Conant como Polanyi tenían un enfoque liberal de la ciencia en el siguiente sentido; pensaban que lo mejor era gobernar la ciencia indirectamente, facilitando la competencia entre científicos. Pero Conant, reconociendo las realidades de la "gran ciencia", pensaba que era necesario tener un conjunto de universidades de élite con recursos abundantes con el objetivo de hacer esa competencia significativa en el presente. Sería equívoco caracterizar esta confianza en los medios indirectos como un argumento en favor de dejar la comunidad científica en paz, y es de notar que el enfoque izquierdista de Bernal sobre la ciencia, aunque era conscientemente un intento de equilibrar libertad y eficiencia, involucraba un alcance incluso más amplio a favor de la autogestión. La perspectiva de Conant permitía la intervención cuando la competencia fallara, y Conant estaba ansioso por producir las condiciones para la competencia.
Aunque existen algunas diferencias de énfasis entre Conant, Merton y Polanyi en estos primeros ensayos, coinciden en grado significativo y, en muchos casos, se hicieron mutuos reconocimientos. Incluso donde hay diferencias, como en la renuencia de Merton para usar el término "comunidad científica", terminaron siendo superficiales –Merton de hecho usa más tarde el término "colegios invisibles" para servir a propósitos similares.
Karl Popper, cuyo vínculo con Friedrich Hayek y la defensa del liberalismo lo marginarían de este grupo, sostuvo un breve