Eduardo Galeano

Los hijos de los días


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      Niños robados

      Los hijos de los enemigos fueron botín de guerra de la dictadura militar argentina, que robó más de quinientos niños en años recientes.

      Pero muchos más niños robó, durante mucho más tiempo, la democracia australiana, con permiso de la ley y aplausos del público.

      En el año 2008, el primer ministro de Australia, Kevin Rudd, pidió perdón a los indígenas, que habían sido despojados de sus hijos durante más de un siglo.

      Las agencias estatales y las iglesias cristianas habían secuestrado a los niños y los habían distribuido entre las familias blancas, para salvarlos de la pobreza y de la delincuencia y para civilizarlos y alejarlos de las costumbres salvajes.

      Para blanquear a los negros, decían.

      Febrero

      15

      Otros niños robados

      —El marxismo es la máxima forma de la patología mental —había sentenciado el coronel Antonio Vallejo Nájera, psiquiatra supremo en la España del generalísimo Francisco Franco.

      Él había estudiado, en las cárceles, a las madres republicanas, y había comprobado que tenían instintos criminales.

      Para defender la pureza de la raza ibérica, amenazada por la degeneración marxista y la criminalidad materna, miles de niños recién nacidos o de muy corta edad, hijos de padres republicanos, fueron secuestrados y arrojados a los brazos de las familias devotas de la cruz y de la espada.

      ¿Quiénes fueron esos niños? ¿Quiénes son, tantos años después?

      No se sabe.

      La dictadura franquista inventó documentos falsos, que les borraron las huellas, y dictó orden de olvidar: robó los niños y robó la memoria.

      Febrero

      16

      El Plan Cóndor

      Macarena Gelman fue una de las muchas víctimas del Plan Cóndor, que así se llamó el mercado común del terror articulado por las dictaduras militares sudamericanas.

      La madre de Macarena estaba embarazada de ella cuando los militares argentinos la enviaron al Uruguay. La dictadura uruguaya se hizo cargo del parto, mató a la madre y regaló la hija recién nacida a un jefe policial.

      Durante toda su infancia, Macarena durmió atormentada por una pesadilla inexplicable, que noche tras noche se repetía: la perseguían unos hombres armados hasta los dientes, y ella despertaba llorando.

      La pesadilla dejó de ser inexplicable cuando Macarena descubrió la verdadera historia de su vida. Y entonces supo que ella había soñado, allá en la infancia, los pánicos de su madre: su madre, que en el vientre la estaba modelando mientras huía de la cacería militar que por fin la atrapó y la envió a la muerte.

      Febrero

      17

      El festejo que no fue

      Los peones de los campos de la Patagonia argentina se habían alzado en huelga, contra los salarios cortísimos y las jornadas larguísimas, y el ejército se ocupó de restablecer el orden.

      Fusilar cansa. En esta noche de 1922, los soldados, exhaustos de tanto matar, fueron al prostíbulo del puerto San Julián, a recibir su merecida recompensa.

      Pero las cinco mujeres que allí trabajaban les cerraron la puerta en las narices y los corrieron al grito de asesinos, asesinos, fuera de aquí…

      Osvaldo Bayer ha guardado sus nombres. Ellas se llamaban Consuelo García, Ángela Fortunato, Amalia Rodríguez, María Juliache y Maud Foster.

      Las putas. Las dignas.

      Febrero

      18

      Solo de él

      Cuando Miguel Ángel se enteró de la muerte de Francesco, que era su ayudante y mucho más, rompió a martillazos el mármol que estaba esculpiendo.

      Poco después, escribió que esa muerte ha sido gracia de Dios, pero para mí ha sido grave daño e infinito dolor. La gracia está en el hecho de que Francesco, quien en vida me mantenía vivo, muriendo me ha enseñado a morir sin pena. Pero yo lo he tenido durante veintiséis años... Ahora no me queda otra cosa que una infinita miseria. La mayor parte de mí se ha ido con él.

      Miguel Ángel yace en Florencia, en la iglesia de la Santa Croce.

      Él y su inseparable Francesco solían sentarse en la escalinata de esa iglesia, para disfrutar los duelos que en la vasta plaza libraban, a patadas y pelotazos, los jugadores de lo que ahora llamamos fútbol.

      Febrero

      19

      Quizás Horacio Quiroga

      hubiera contado así su propia muerte:

      Hoy me morí.

      En el año 1937, supe que tenía un cáncer incurable.

      Y supe que la muerte, que me perseguía desde siempre, me había encontrado.

      Y enfrenté a la muerte, cara a cara, y le dije:

      —Esta guerra acabó.

      Y le dije:

      —La victoria es tuya.

      Y le dije:

      —Pero el cuándo es mío.

      Y antes de que la muerte me matara, me maté.

      Febrero

      20

      Día de la justicia social

      A fines del siglo diecinueve, Juan Pío Acosta vivía en la frontera uruguaya con Brasil.

      Su trabajo lo obligaba a ir y venir, de pueblo en pueblo, a través de aquellas soledades.

      Viajaba en un carro de caballos, junto a ocho pasajeros de primera, segunda y tercera clase.

      Juan Pío compraba siempre el pasaje de tercera, que era el más barato.

      Nunca entendió por qué había precios diferentes. Todos viajaban igual, los que pagaban más y los que pagaban menos: apretados unos contra otros, mordiendo polvo, sacudidos por el incesante traqueteo.

      Nunca entendió por qué, hasta que un mal día de invierno el carro se atascó en el barro. Y entonces el mayoral mandó:

      —¡Los de primera se quedan arriba!

      —¡Los de segunda se bajan!

      —Y los de tercera… ¡a empujar!

      Febrero

      21

      El mundo encoge

      Hoy es el Día de las lenguas maternas.

      Cada dos semanas, muere una lengua.

      El mundo disminuye cuando pierde sus humanos decires, como pierde la diversidad de sus plantas y sus bichos.

      En 1974 murió Ángela Loij, una de las últimas indígenas onas de la Tierra del Fuego, allá en el fin del mundo; y la última que hablaba su lengua.

      Solita cantaba Ángela, para nadie cantaba, en esa lengua que ya nadie recordaba:

      Voy andando por las pisadas

      de aquellos que se fueron.

      Perdida estoy.

      En tiempos idos, los onas adoraban varios dioses. El dios supremo se llamaba Pemaulk.

      Pemaulk significaba Palabra.

      Febrero

      22

      El silencio

      En