5612.
50 Meditación del 14-II-1964. Al cambio y maduración de su carácter contribuyeron de manera especial sus padres. Jamás olvidó ese ejemplo, y la deuda contraída con los suyos, como se lee en una carta de 1949: Yo he encontrado bien cerca de mi corazón buenos modelos, que se limitaban a encajar con noble alegría las desdichas, a no exagerar el peso de la Santa Cruz y a no descuidar sus obligaciones de estado (Carta 8-XII-1949, n. 202).
En una tertulia con profesionales en México, el 27 de mayo de 1970, Mons. Escrivá de Balaguer resumía la historia con estas palabras: — A mi padre no le fue nada bien en los negocios. Y doy gracias a Dios, porque así sé yo lo que es la pobreza; si no, no lo hubiera sabido. ¿Ven qué bueno es esto? Ahora quiero más a mi padre... Era tan maravilloso, que supo tener serenidad inmensa y llevar la contradicción con paz cristiana y de caballero (AGP, P01 1970, p. 913).
51 Cfr. Apéndice VIII.
52 El escrito reza así: [...] a V.S. con el respeto debido expone: que habiendo obtenido en los exámenes celebrados en el mes de junio último la censura de Sobresaliente con opción a premio en la asignatura de Preceptiva y Composición, y teniendo derecho a una matrícula de Honor conforme a lo prevenido en las disposiciones vigentes,
A V.S. suplica se digne concederle dicha matrícula de Honor con aplicación a la asignatura de Historia General de la Literatura. Justicia que el exponente no duda obtener del recto criterio de V.S., cuya vida guarde Dios muchos años.
Logroño: 1 de Septiembre de 1916. (En expediente académico —protocolo 265/6935—; Instituto Práxedes Mateo Sagasta).
53 Sobre el profesorado: cfr. archivo del Instituto Práxedes Mateo Sagasta de Logroño: “Personal facultativo de este Instituto durante el curso de 1916 a 1917 con expresión de la fecha en que ingresaron en el profesorado los catedráticos numerarios y el número que ocupan en el escalafón de 1º de enero de 1915, aprobado por Real Orden de 9 de febrero de 1916” .
54 Cfr. Álvaro del Portillo, Sum. 64 y 65; Pedro Casciaro, Sum. 6331; Javier Echevarría, Sum. 1812.
55 AGP, P01 1970, pp. 487-488; AGP, P06, V, p. 275; citado por Álvaro del Portillo, Sum. 65.
La Cantiga número 103: «Como Santa Maria feze estar o monge trezentos anos ao canto de passarya...» :
...«fez-lo entrar en hua orta / en que muitas vezes ja
Entrara; mais aquel día / fez que hua font’achou mui crara e mui fremosa / e cab’ela s’assentou.
...A tan gran sabor avia / daquel cant’e daquel lais,
que grandes trezentos anos / esteveo assi, ou mays...» (Cantigas de Santa Maria, editadas por Walter Mettmann; Acta Universitatis Conimbrigensis, vol. II,
1961, pp. 6-7; Coimbra 1954-1972, 4 vols.).
56 Carta a Florencio Sánchez Bella, Roma; EF-650607-1. En cuanto a las citas literarias de la carta, cfr. Gonzalo de Berceo, Vida de Santo Domingo de Silos, estrofa 757 (en Poetas Castellanos anteriores al siglo XV, BAE, vol. 57, Madrid 1952, p. 63); y R. Menéndez Pidal, Cantar del Mío Cid, 3 vols., Madrid 1908-1911, pp. 518, 910 y 1027 (por lo que hace a los versos 54-55).
Los mencionados versos del poema describen la partida del Cid para el destierro: su entrada en Burgos, su oración en la catedral y la salida de sus murallas, para cruzar luego el río Arlanzón:
«La oración fecha, / luego cavalgava;
salió por la puerta / e Arlançon passava» .
Josemaría retuvo el aroma poético espiritual, exento de las circunstancias históricas, de modo que en su recuerdo los brotes pasionales se juntan a la exaltación piadosa. Y es que la lectura del poema suscita en los jóvenes lectores un raudal de perspectivas ideales ante la reciedumbre, nobleza, lealtad y cortesía del héroe. La reflexión sobre estos temas dejó, sin ningún género de duda, una honda huella en los sentimientos de Josemaría muchacho.
«El Cid —dice el historiador del héroe— ofreció siempre un mayor interés humano, palpitante en su grande obra contrariada y desagradecida, [...] será siempre un poderoso incitante para la Juventud» (cfr. R. Menéndez Pidal, La España del Cid, ed. Espasa-Calpe, S.A., Madrid 1947, vol. I, prólogo de la 1ª edición).
57 Álvaro del Portillo, Sum. 75.
58 Álvaro del Portillo, Sum. 87.
59 Álvaro del Portillo, Sum. 87.
60 Cfr. Álvaro del Portillo, Sum. 96.
61 El mismo Fundador admitía tener un carácter fuerte —un caratteraccio, decía en italiano—, comentando que «el Señor, con su gracia, había querido servirse también de aquel defecto para enseñarle a no ceder cuando la defensa de los derechos de Dios exige no ceder; a decir verdad, de hecho no nos parecía a nosotros un defecto sino una parte de los dones que, también desde el punto de vista humano, Dios había concedido a nuestro Fundador y que él siempre puso más y más al servicio de la virtud sobrenatural de la fortaleza» (Álvaro del Portillo, Sum. 96).
62 Desde el reparto de tierras entre los protestantes en tiempos de Isabel I y la terrible represión de Cromwell (1649), existía una injusta sumisión de los católicos irlandeses a los nuevos señores protestantes. Durante los siglos XVIII y XIX se fue corrigiendo, muy lentamente, una legislación civil y penal por la que los católicos quedaban eliminados de la vida política y social.
Continuaba, a pesar de todo, la discriminación por razones religiosas; y cuando a principios del siglo XX aparecen fuertes movimientos de autonomía, el dicho protestante del Ulster tiene todavía sabor de antiguo antipapismo: Home Rule is Rome Rule.
Con ocasión de la primera Guerra Mundial, y estando ya en guerra Inglaterra, los independentistas buscaron la oportunidad del alzamiento en armas con ayuda de Alemania. Las armas, enviadas por un submarino, fueron capturadas por los ingleses; pero el levantamiento, que estaba fijado para el 23 de abril de
1916, se lleva a cabo esa Semana de Pascua. La sublevación fue reprimida por las tropas inglesas, y el 3 de mayo comenzaron las ejecuciones de algunos rebeldes, o patriotas. La independencia irlandesa no sería reconocida hasta 1921.
Los sucesos fueron recogidos por la prensa española. En todo caso, eran de dominio público. Cfr. The Times — History of the War, vol. VIII, London 1916, pp. 414 y ss.
63 Citado por Álvaro del Portillo, Sum. 76; cfr. también Javier Echevarría, Sum. 1816. Los servicios fotográficos de la revista “Blanco y Negro” seguían los sucesos de la guerra.
64 Cfr. Javier Echevarría, Sum. 1825; Álvaro del Portillo, Sum. 101; Paula Royo, Sum. 6300.
Lo recordaba en los últimos años de su vida. Durante su estancia en Brasil, en 1974, el Fundador hubo de consagrar unos altares; y manejando con energía la paleta para colocar el ara en el sepulcro y sellarlo, decía a un profesional que tenía al lado: — ¡Qué mal lo hago!, ¿verdad, hijo mío? Y yo que quería ser arquitecto... Tú no me contratarías ni como el último de los albañiles (AGP, P04 1974, I, p. 42).
65 Apuntes, n. 1688.
66 Apuntes, n. 1748.
67 Meditación del 14-II-1964.
68 Álvaro del Portillo, Sum. 73, 79 y 81; Paula Royo, AGP, RHF, T-05379, p. 2.
69 La autoridad del abad sobre los demás párrocos de Logroño la demuestra el hecho de que los Superiores del seminario de Zaragoza pedirían, en su día, información oficial sobre la conducta del seminarista Josemaría en el verano de 1921 al propio don Antolín, aun cuando la familia perteneciera a la parroquia de Santiago el Real (cfr. Álvaro del Portillo, Sum. 79).
70 La antiquísima diócesis de Calahorra, que en tiempos romanos pertenecía a la Tarraconense, sufrió diversas vicisitudes