Pablo C. Díaz Martínez

El reino suevo (411-585)


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reparto llevaría a los vándalos asdingos a Gallaecia. A los suevos correspondió la zona de esta misma provincia más próxima al mar, el conuentus de Lucus y el de Bracara, que se identificaría con la actual Galicia y norte de Portugal, mientras que los vándalos ocuparían la zona de la Meseta norte de la península Ibérica, el conuentus de Clunia y el de Asturica, que en la reforma diocleciana habían sido parte de Gallaecia[92]. Aunque el reparto exacto es difícil de precisar y el conuentus asturicense puede haber correspondido a los suevos[93]. Los alanos se instalaron en la Lusitania y la Cartaginense, mientras que los vándalos silingos ocuparon la Bética[94]. La posibilidad de que el reparto territorial se corresponda con unas líneas determinadas de penetración por parte de cada uno de los pueblos es difícil de afirmar. Por un lado, de la noticia de Hidacio no se desprende que hayan entrado de manera aislada y separada, parece más viable que su posición de fuerza se sustentase en la conformación de un bloque homogéneo, el proceso de reorganización o reagrupamiento implícito en Olympiodoro y Sozomeno, donde los vándalos serían, en principio, el grupo más fuerte. La separación se habría producido con posterioridad. Por otra parte, resulta difícil establecer el criterio de reparto, si éste obedeció a la fuerza demográfica o militar de cada uno de los grupos, lo que hubiera sido razonable, o fue meramente aleatorio, con lo que la aparente desproporción de los territorios asignados a cada grupo tribal debería explicarse por su ignorancia de la geografía peninsular[95].

      El asentamiento bárbaro: modalidad y resistencias