Abbey Steele

Democracia y desplazamiento durante la guerra civil colombiana


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en este libro es una estrategia puesta en marcha durante la guerra, cuyo propósito es asegurar control territorial, y no se trata de una campaña masiva orquestada desde un centro.

      Resistencia ante la limpieza política

      En algunos casos, las comunidades se las arreglan para quedarse, a pesar de haberse convertido en objetivo militar colectivo. Esta situación es relativamente poco común, porque requiere coordinación para evitar que se marche una cantidad mínima de las personas que pertenecen al grupo que está en el punto de mira. De esta manera, se disminuye de forma relativa el riesgo interdependiente entre las familias, en comparación con el peligro que correrían yéndose a otro lugar. En situaciones como esa, la decisión de quedarse con la comunidad reduce el riesgo de cada familia de enfrentarse al impacto de la violencia directa, debido a que, por lamentable que pueda parecer, la cantidad de víctimas posibles aumenta. Esa comunidad tendrá una probabilidad mayor de estar conformada por habitantes que se encuadran dentro de un umbral alto de violencia, para usar la expresión de Granovetter (1978). También, puede ser factible que las comunidades adelanten acciones específicas que conduzcan a aumentar los umbrales de violencia entre los habitantes. A partir de mi trabajo de campo, considero que existen dos elementos esenciales: primero, la comunidad debe tener o adoptar un bloque estable de normas o reglas internas para evitar la “deserción” de los habitantes.27 Si algunas personas comienzan a marcharse (lo cual constituiría una deserción), quizás otros los sigan, como expliqué antes. Las reglas que prohíben o incentivan a las personas a quedarse pueden postergar esa reacción en cadena (describiré esta situación con más detalle en el capítulo 5). La aplicación de esas reglas o normas puede ser anterior a la violencia o puede darse como reacción cuando la comunidad ha adquirido la condición de objetivo militar. También, puede ser fomentada por organizaciones externas. Por ejemplo, varios consejeros y la Organización Indígena de Antioquia (OIA) trabajaron con una comunidad indígena de Apartadó, en donde adelanté trabajo de campo, para activar la participación de instituciones relacionadas con control interno y neutralidad externa en las que la comunidad aún no confiaba.28

      Lo anterior lleva a la segunda condición: en un contexto de violencia, un grupo externo puede ofrecer algún tipo de protección o respaldo que permita reafirmar la decisión de la comunidad sobre quedarse. El grupo externo puede ser una organización no gubernamental, como en el caso de la OIA, Justicia y Paz y el CINEP (Masullo 2015), o grupos extranjeros como Fellowship of Reconciliation –FOR– (Hermandad para la Reconciliación) o Peace Brigades International –PBI– (Brigadas Internacionales de Paz), que “acompañan” a las comunidades que intentan quedarse en sus territorios. El grupo externo puede ser también una organización armada.29 Estas conjeturas se basan en el estudio sistemático de Juan Masullo (2017) sobre comunidades que están comprometidas con formas organizadas de no cooperación frente a grupos armados. Coincidimos en nuestra valoración sobre lo importante que es para las comunidades contar con mecanismos internos y apoyo externo para organizarse y resistir los embates de la violencia, aunque él enfatiza en que el apoyo externo es más importante para la formación de la no cooperación organizada, mientras que las regulaciones internas les sirven de sustento. Es interesante el hallazgo de Masullo (2017) sobre el hecho de que la no cooperación organizada tiende a darse más como reacción cuando una comunidad ha adquirido la condición de objetivo militar colectivo que cuando se trata de objetivos selectivos o indiscriminados.

      Si bien es posible que las comunidades consigan oponer resistencia a la condición de objetivo militar colectivo, también puede resultar improbable. La posibilidad, sin embargo, reafirma la distinción conceptual entre la identificación de objetivos militares colectivos y la limpieza política. La primera es una estrategia y la segunda es un resultado que no siempre se logra.30 En el siguiente apartado seguiré delimitando esos conceptos centrales.

      Límites conceptuales

      Aunque la identificación de objetivos militares colectivos y la limpieza política que aquella puede ocasionar por lo general implican violencia letal, la limpieza política no equivale a un genocidio (o a un politicidio). El genocidio es el intento de destruir a los miembros de un grupo orgánico (Straus 2001). Más que la destrucción de un grupo, la limpieza política tiene como propósito expulsar al grupo en cuestión de su territorio.

      La identificación de objetivos militares colectivos tampoco equivale a violencia entre comunidades. La diferencia radica en la participación de, al menos, un grupo armado. Además, la violencia entre comunidades es, por lo general, perpetrada por los miembros de una comunidad que pueden organizarse temporalmente para combatir con una comunidad rival o a un grupo dentro de la propia, pero que no permanecen organizados. Asimismo, por lo menos, existe una facción aliada con el estado o que representa al estado. Gould (1991) también denomina lo anterior “violencia colectiva”. La violencia entre comunidades ha sido documentada para Nigeria (por ejemplo, IDMC 2012b), Indonesia (por ejemplo, Tajima 2014) e India (por ejemplo, Wilkinson 2006; Varshney 2003).

      Por otra parte, más que en el oportunismo, este libro se centra en el señalamiento estratégico de civiles que, por tanto, adquieren la condición de objetivos militares. Los grupos armados y las organizaciones delincuenciales oportunistas aprovechan las guerras civiles para adquirir nuevas tierras de forma ilegal mediante ventas forzadas de propiedad y de documentación falsa. Ese comportamiento codicioso puede causar desplazamiento, en el sentido en el que los grupos armados o sus aliados pueden reclamar la propiedad de los bienes abandonados por aquellos que han sido expulsados por razones estratégicas (por ejemplo, Molano 1992). A pesar de que el oportunismo es una causa probable del desplazamiento en el marco de las guerras, me centro en los aspectos estratégicos del desplazamiento, pues marcan una etapa inicial que es importante comprender, en lugar de centrarme en estudiar otras acciones que pueden producir desplazamiento.

      La conceptualización de los tipos de objetivo militar y del desplazamiento que aquellos provocan se complementa con y surge de premisas en las que se apoya la literatura disponible. Ana María Ibáñez considera que el desplazamiento es “reactivo”, en respuesta a un ataque directo lanzado por grupos armados contra la población civil, o “preventivo”, con el fin de evitar futuros ataques (Ibáñez 2008, 13).31 Considero que esta distinción refleja un aspecto importante de las experiencias de los civiles en los diferentes tipos de selección de objetivos militares. La ventaja de teorizar el desplazamiento reactivo y preventivo desde la perspectiva del objetivo militar es que proporciona una herramienta analítica para incorporar de forma sistemática las estrategias de los grupos armados. Esta perspectiva también es iluminadora con respecto a los civiles que tienen mayor probabilidad de padecer diferentes formas de violencia y desplazamiento. Mientras que Moore y Shellman (2004) y Davenport, Moore y Poe (2003) también sostienen, en términos teóricos, que las decisiones de las personas dependen de su valoración del riesgo al que están expuestas, los autores asumen que las personas afrontan riesgos aleatorios. En contraste, sostengo que el riesgo varía de manera sistemática entre los integrantes de determinada comunidad y en el tiempo, de acuerdo con sus redes, identidades e, incluso, decisiones.32 Las decisiones que parecen ser triviales en un momento dado, pueden terminar teniendo repercusiones considerables –y peligrosas– en el transcurso de una guerra civil. En ocasiones, si se mira en retrospectiva, la “decisión” se tomó por azar: el reclutamiento de personal que un día determinado efectuó la empresa bananera, condujo a que el obrero se vinculara con el sindicato que representaba a los trabajadores en ese lugar, lo cual lo llevó a mudarse a un barrio creado por sindicalistas (y auspiciado por un grupo armado), y eso acarreó que el trabajador se identificara con sus compañeros de sindicato y vecinos. Esas decisiones, coincidencias y riesgos moldean en gran medida las identidades de las personas y de los grupos en el contexto de una guerra civil.

      En este contexto, el desplazamiento derivado de la arremetida contra objetivos militares selectivos e indiscriminados es más parecido a las percepciones habituales sobre el fenómeno: es involuntario o fortuito respecto a los propósitos de un grupo armado. Las personas huyen cuando han sido señaladas como objetivo