definitivo de las iglesias por siglos. Esa traducción se basó en el texto hebreo que se utilizaba en la sinagoga local de Belén, que era un texto en la tradición del TM. El trabajo de San Jerónimo incluyó la traducción de todos los libros del protocanon, y de los libros deuterocanónicos de Tobías y Judit. Tradujo, además, las secciones apócrifas o deuterocanónicas de Daniel del texto griego de Teodocio.
Entre las características fundamentales de la Vulgata Latina, se encuentran la fidelidad que manifiesta a las lecturas del texto hebreo y la gran capacidad de comunicación y elegancia del latín. Una de sus preocupaciones básicas fue hacer inteligible el mensaje bíblico, añadiendo, inclusive, en ocasiones, alguna nota marginal que expandía la comprensión de algún término o explicaba con sencillez y profundidad conceptos de importancia teológica, por ejemplo, como las referencias al Mesías.
Respecto a la Vulgata, debemos añadir que el Papa Paulo VI creó una especial comisión pontificia para la revisión de este texto latino antiguo. De esos importantes esfuerzos y trabajos, se produjo la Neovulgata, que es una edición latina de la Biblia que, aunque conserva en su mayor parte la antigua traducción de San Jerónimo, incorpora en sus textos los descubrimientos, las contribuciones y los progresos de las ciencias bíblicas contemporáneas. Su utilidad actual se relaciona con la liturgia y la exégesis. Desde la perspectiva técnica y científica, esta nueva edición de la Biblia en latín se fundamenta en los mejores textos críticos, tanto del A.T. así como del N.T.
Otras versiones occidentales de la Biblia merecen alguna consideración, como son las traducciones a las lenguas gótica y eslava. De la primera, debe indicarse que es la obra literaria de más antigüedad en lengua teutónica, y fue realizada por el Obispo Ulfilas a mediados del siglo IV d.C. ¡Para su redacción se necesitó crear un nuevo alfabeto! Y referente a la eslava, es menester indicar que la primera versión se produjo con una finalidad esencialmente litúrgica, por los hermanos Cirilo y Metodio (siglo IX d.C.). Esta versión constituye el texto eclesiástico básico para las iglesias eslavas desde el siglo XV d.C.
2. Versiones orientales. Las versiones de las Sagradas Escrituras en el mundo eclesiástico del Oriente son principalmente las Biblias en los idiomas sirio, copto, armenio, etíope, georgiano y árabe. Estas ediciones de la Biblia contribuyeron sustancialmente a la expansión del cristianismo y al desarrollo de las grandes doctrinas de las iglesias de esta región.
En esta tradición de traducciones bíblicas una versión siria merece tratamiento especial. Conocida desde el siglo X d.C. como la Peshita (que significa corriente, común o usual), es una obra de varios autores, aunque no podemos precisar si fueron judíos o cristianos. La traducción del A.T. se llevó a efecto en el siglo II d.C., y se fundamentó en algunos manuscritos hebreos con diferencias importantes del TM. Posteriormente fue revisada y corregida a la luz de la versión de LXX. Desde muy temprano en la historia, esta versión gozó de gran popularidad entre los cristianos de habla siria, y contribuyó de forma destacada a la expansión del cristianismo en esa región.
La versión de la Biblia al idioma copto obedece al rápido crecimiento del cristianismo en Egipto. Hay cuatro versiones coptas, y de ellas, la bohaírica, ha sido las más difundida y utilizada por las iglesias. Inclusive, esta versión copta ha permanecido en la liturgia hasta nuestros días. La traducción del A.T. proviene de los siglos II y III d.C., y se basó en la versión LXX.
En el idioma armenio, la Biblia fue traducida en el siglo V d.C., y utilizó como base, posiblemente, la versión siria o Peshita, que se incluye en la obra Hexapla de Orígenes. Se conoce como la reina de las versiones de la Biblia, por la calidad literaria de la traducción.
La traducción de la Biblia al idioma etíope se inició, posiblemente, a mediados del siglo IV d.C., y utilizó como base el texto de la LXX. La versión georgiana proviene del siglo IV d.C. Y las traducciones al árabe, que se llevan a efecto después del desarrollo del Islam y la conquista árabe del Oriente, vienen del siglo VIII d.C. (aunque el evangelio se predicó en lengua árabe quizá desde antes del siglo III d.C.), y el A.T. se tradujo tomando en consideración los textos hebreos, la LXX y la Peshita.
3. Versiones políglotas europeas. Durante el Medioevo, los esfuerzos por traducir la Biblia a los diversos idiomas nacionales, continuó e inclusive, incrementó. Esos proyectos, sin embargo, no siempre intentaban producir todas las Sagradas Escrituras. Eran más bien proyectos parciales. Y en ese contexto de traducción y producción de Biblias, específicamente en Europa, comenzaron a imprimirse una serie multilingüe de ediciones de las Escrituras, que se conocen como las Biblias políglotas. Estas Biblias contenían, por lo general, las lenguas originales y uno o más versiones a diversos idiomas europeos.
Entre las ediciones más importantes de las Biblias políglotas, se encuentran cuatro, que se conocen como ediciones «mayores», y se identifican por el nombre de la ciudad donde fueron editadas e impresas.
Políglota Complutense o de Alcalá: 1514-1517, 1522
Políglota de Amberes o Antuerpiense o Regia: 1569-1572
Políglota Parisiense: 1629-1645
Políglota Londinense o Waltoniana: 1645-1657
Traducciones de la Biblia al castellano
Como el latín se mantuvo como la lengua literaria en España hasta mediados del siglo XII, las traducciones al idioma del pueblo, que ya manifestaba características propias y definidas, se pospuso hasta esa época. Entre los siglos XIII y XV se produjeron varias traducciones en lengua castellana, tanto por eruditos judíos como cristianos. De particular importancia fueron las Bi-blias traducidas por judíos y protestantes en el siglo XVI.
Posiblemente, la más famosa de las traducciones judías castellanas de ese período es la Biblia de Ferrara o Biblia de los Hebreos (1533). Luego apareció la muy celebrada traducción de Casiodoro de Reina, impresa en Basilea, y conocida como la Biblia del Oso, por el grabado en su portada (1569). Esa importante versión castellana fue seriamente revisada por Cipriano de Valera (1602) en Ámsterdam. Esta edición revisada de la Biblia, conocida como la tradición de traducciones Reina-Valera, ha sido una de las más importantes en el mundo de habla castellana, particularmente en comunidades protestantes o evangélicas, en sus diversas revisiones, hasta el siglo XXI.
Junto a la tradición Reina-Valera, se pueden identificar otras versiones castellanas de la Biblia que poseen gran importancia, ya sea por su calidad literaria y fidelidad a los originales, o por el uso que tienen en las comunidades de fe, tanto católicas como protestantes o evangélicas. A continuación se identifican algunas de las Biblias castellanas más prominentes, con su fecha de publicación, identificadas por su traductor principal o por la casa editora. La siguiente lista no pretende ser exhaustiva ni completa. Es solo una guía de estudio.
Felipe Scio de San Miguel: 1790-1793
Félix Torres Amat: 1823-1825
Eloíno Canar Fuster y Alberto Colunga: 1944, Rev. 1974
José María Bover y Francisco Cantera: 1947, Rev. 1962
Francisco Cantera y Manuel Iglesias González: 1975
Juan Straubinger: 1948-1951
Biblia de la Casa de la Biblia: 1966, Rev. 1992
Martín Nieto: 1965, Rev. 1988
Biblia de Jerusalén: 1967, Rev. 1975
Biblia para la iniciación cristiana: 1977
Biblia latinoamericana: 1969
La Biblia. Dios habla hoy: 1979
La Nueva Biblia Española: 1975
La Biblia de Navarra: 1975-2002
El libro del pueblo de Dios. La Biblia: 1981
La Biblia Reina-Valera: 1909, 1960, 1995
La Biblia. Nueva Versión Internacional: 1999
Diversos métodos para el