y sus hermanos y toda aquella generación.Sin embargo, los israelitas tuvieron muchos hijos,y a tal grado se multiplicaronque fueron haciéndose más y más poderosos.El país se fue llenando de ellos.
Éxodo 1.6-7
Desafíos y oportunidades
Escribir la historia del pueblo de Israel durante los tiempos bíblicos, es una tarea extraordinaria y desafiante. En primer lugar, el período que comprende el estudio es extenso; además, las fuentes que tenemos a nuestra disposición deben ser analizadas con mucha cautela y precisión; y las repercusiones políticas de una tarea de esta naturaleza y magnitud, no son pocas. Ciertamente es retadora esta empresa de investigación, pues, a la vez, se unen al estudiar este apasionante tema, asuntos temáticos, teológicos, metodológicos y políticos.
Esos desafíos formidables, sin embargo, lejos de descorazonar este esfuerzo académico, lo entusiasma y motiva. Es también un momento ideal para reinterpretar varios de los temas históricos y teológicos tradicionales; revisar algunos descubrimientos arqueológicos antiguos y comprender adecuadamente a la luz de las nuevas metodologías y tecnologías, los nuevos hallazgos; y también entrar en diálogo con grupos políticos e ideológicos contemporáneos en la Tierra Santa, para explorar las implicaciones políticas y sociales de nuestros estudios, descubrimientos y conclusiones.
Las fuerzas que mueven las investigaciones, los estudios y las conclusiones en torno a la historia de Israel en el período bíblico son varias. Y esas fuerzas o dinámicas, son tan importantes, que tienen la capacidad de afectar las conclusiones del estudio. La gran pregunta al acercarnos a esta disciplina, es la siguiente: ¿Qué papel desempeñará la Biblia en estos estudios? ¿Qué rol, si alguno, tendrán las narraciones bíblicas en nuestras comprensiones de la historia del pueblo de Israel? ¿Cómo debemos utilizar los relatos escriturales para comprender la historia de la comunidad que dio a luz estos documentos y reflexiones en torno a la vida?
Esa pregunta, que a primera vista puede parecer sencilla y obvia, es extremadamente compleja. Y esas complejidades se relacionan con la naturaleza teológica de los documentos bíblicos. La Biblia es el recuento de las intervenciones divinas en medio de la sociedad antigua, de acuerdo con las percepciones teológicas y espirituales de los hombres y las mujeres que redactaron o transmitieron esas tradiciones orales o documentos. Los textos bíblicos son esencialmente documentos de fe, escritos desde una perspectiva teológica.
El objetivo de los textos bíblicos no es indicar lo que sucedió en la historia, de forma imparcial o descriptiva; por el contrario, la finalidad de esos documentos es afirmar las manifestaciones divinas en medio de la historia nacional. Y ese singular acercamiento, está lleno de afirmaciones de fe, interpretaciones teológicas, extrapolaciones espirituales, y comprensiones religiosas de las realidades y la historia. En efecto, la Biblia es un documento eminentemente teológico.
Para utilizar las narraciones bíblicas en nuestras investigaciones en torno a la historia del pueblo de Israel, debemos estar conscientes de esa naturaleza teológica de los documentos básicos, pues esa comprensión y aceptación, nos ayudará a entender mejor la teología bíblica y nos permitirá utilizar estos importantes documentos en nuestros análisis históricos.
El campo de las investigaciones históricas referente a nuestro tema se divide en dos grandes secciones y acercamientos básicos. La gran pregunta metodológica y teológica, para estudiar la historia del Israel bíblico, es la siguiente: ¿Qué rol va a tener la Biblia en nuestro estudio? ¿Hasta qué punto la Biblia, que es un documento eminentemente teológico, puede ayudarnos a entender la historia del pueblo que lo generó?
Por un lado, se encuentran las personas que tradicionalmente afirman que la Biblia debe ser utilizada sin inhibiciones, pues contiene las narraciones que ponen de manifiesto la historia nacional. Este sector de estudiosos, que generalmente se conocen como «los maximalistas», han dominado el campo de los estudios bíblicos a través de la historia. Y sus conclusiones referentes a la historia del pueblo de Israel, se relacionan directamente a las narraciones escriturales.
A ese grupo de estudiosos, en el siglo XX, se unió un sector importante de eruditos que desarrolló una metodología diferente. Al comprender la naturaleza teológica e interpretativa de la literatura hebrea, poco a poco fue distanciándose de los textos bíblicos para depender, en la comprensión de la historia del Israel bíblico, de la historia de los pueblos del Oriente Medio Antiguo, los descubrimientos arqueológicos, y las lecturas y comprensiones de las literaturas de las comunidades aledañas a Israel. Este sector de eruditos, que se identifican como «los minimalistas», han tomado fuerza en las postrimerías del siglo XX y comienzos del XXI.
En nuestra presentación de la historia de Israel, vamos a tomar en consideración el resultado de las investigaciones de estos dos sectores de estudiosos bíblicos. Por un lado, reconocemos la naturaleza teológica y simbólica de las narraciones y los poemas en las Sagradas Escrituras; y también tomaremos en consideración el resultado de las investigaciones históricas, arqueológicas y sociológicas, de los pueblos vecinos de los grupos hebreos antiguos y también de las comunidades israelíes y judías. La Biblia es importante, pues es fuente primaria de información en torno a los temas históricos y teológicos que vamos a estudiar en este libro. Y la arqueología y estudios culturales y antropológicos son determinantes, pues ponen a nuestra disposición nueva información con la que podemos comprender mejor las narraciones bíblicas.
No utilizar los textos bíblicos en nuestro análisis de la historia de Israel, equivale a rechazar la gran mayoría de la información que tenemos a nuestra disposición; e ignorar o subvalorar los descubrimientos arqueológicos y sociológicos contemporáneos, es actuar de forma poco responsable con el resultado de los esfuerzos intelectuales modernos y con el desarrollo de nuevas metodologías científicas. En nuestra presentación de la historia de los israelitas, tomaremos en consideración, tanto las narraciones escriturales como el resultado de las investigaciones científicas del Oriente Medio Antiguo.
Narración de la historia bíblica
La Biblia hebrea está redactada, en una gran parte, en narraciones, aunque los componentes poéticos nunca deben menospreciarse ni subestimarse. La naturaleza literaria e histórica de esas narraciones debe ser bien entendida para adquirir una comprensión adecuada de su mensaje. Los escritores bíblicos estaban interesados en contar una «historia» que se fundamentaba en la fe que tenían en Dios; presentan narraciones desde la perspectiva de sus convicciones religiosas. No redactaban lo sucedido de acuerdo con un orden cronológico definido ni fundamentados en las comprensiones científicas que tenemos en la actualidad. Por el contrario, lo que narraban eran sus percepciones e interpretaciones de los eventos que presenciaban o que escuchaban, algunos que se contaban por generaciones, desde la óptica de la fe.
En ocasiones, y mediante complejos análisis literarios, teológicos, históricos y arqueológicos, podemos descifrar algo de lo que realmente sucedió en la antigüedad y que se presupone ciertamente en el recuento bíblico. Hay momentos, sin embargo, en que ese conocimiento preciso y específico de lo que acaeció, por ejemplo, en la antigua Palestina, en el desierto del Sinaí o en el exilio en Babilonia, escapa a nuestras comprensiones y conocimientos actuales, pues el texto bíblico lo que desea destacar es la intervención divina que tiene una finalidad redentora o educativa para el pueblo.
Para la persona estudiosa de la Biblia, sin embargo, es determinante saber que los materiales que estudia son las grandes verdades del pueblo de Israel, que nos llegan matizadas y filtradas por la fe viva que tenía una comunidad antigua en la capacidad de intervención liberadora del único Dios verdadero. Lo que se incluye en las Sagradas Escrituras no son recuentos precisos de científicos o académicos, sino las experiencias de vida de una comunidad de fe.
Es ese importante marco teológico el que debe guiar nuestro estudio y servir de entorno filosófico y metodológico para nuestra comprensión del A.T. o Biblia hebrea. Quienes escribieron la Biblia no eran historiadores independientes o testigos «neutrales» de los eventos que presentan, que trataron de articular de forma escrita la secuencia precisa de las acciones antiguas. Fueron personas de fe en Dios las que entendieron que debían cumplir con esa encomienda literaria y educativa. Fueron hombres y mujeres de bien, y de