que llamar la atención sobre lo que puede haber de interesante en ese seguir la línea paso a paso, palabra por palabra); sobre qué puede significar que el estudio, algunas veces, “se convierta en algo serio”. Para terminar con una apelación a la seriedad, leí un par de citas de las primeras páginas del Ensayo sobre el loco de las setas (17), un libro escrito 33 años después de La doctrina del Saint-Victoire. La primera decía así:
“¡Esto va en serio, una vez más!”, me he dicho sin querer a mí mismo antes de dirigirme hacia aquí, hacia mi escritorio. Y luego también me he dicho sin querer: “¡No me lo puedo creer!”.
Y apenas dos o tres páginas más adelante:
¿Será posible? Esos contados pasos hacia el exterior y de vuelta al escritorio, ¿un “camino”? ¿Un “ponerse en camino”? ¿Un “en marcha”? Así me lo parecía a mí. Así es como lo viví. Así es como fue. Y, entretanto, noviembre ya está anocheciendo allí abajo, en la llanura que se extiende desde el pie de la meseta, en cuya parte alta está mi casa, hasta los grandes horizontes de más al norte, y la lámpara de la mesa está encendida. “¡Que vaya pues en serio!”.
1- Contreras, J. y Pérez de Lara, N. (comps.) (2010). Investigar la experiencia educativa. Madrid: Morata. Las citas que vienen a continuación están en las págs. 25-26, 31, 56, 21 y 82.
2- Sennett, R. (2009). El artesano. Barcelona: Anagrama, pp. 353-362 y 324-328.
3- Lapoujade, D. (2018). Las existencias menores. Buenos Aires: Cactus.
4- Aunque su parición fue posterior al curso, no puedo dejar de citar aquí el hermoso libro de Daniel Brailovsky titulado Pedagogía entre paréntesis (Buenos Aires: Noveduc. 2019) en el que intenta diferenciar entre los viejos impulsos renovadores de la escuela nueva, esos que trataron de “formular la agenda crítica de un mundo escolar en transformación”, y lo que él llama “el (pseudo)escolanovismo de mercado”, ese que “bajo el estruendo de las críticas al enciclopedismo y a la clase expositiva intervienen como un arsenal propositivo que reedita parte del eficientismo más tradicional en cóctel con nuevos movimientos emergentes como las neurociencias, la educación emocional, las prescripciones de los organismos internacionales y con el lenguaje propio de la gestión empresarial, el coaching y hasta la autoayuda” (p. 32). También, desde luego, el libro extraordinario de Carlos Fernández Liria, Olga García Fernández y Enrique Galindo Fernández, Escuela o barbarie. Entre el neoliberalismo salvaje y el delirio de la nueva izquierda (Madrid: Akal, 2017).
5- También posterior al curso, y para un desarrollo de la vindicación del estudio como categoría pedagógica fundamental y como resistencia a lo que muchos estamos llamando la learnification del lenguaje educativo, puede verse Fernando Bárcena, Maximiliano López y Jorge Larrosa (eds.) (2020). Elogio del estudio. Buenos Aires: Miño y Dávila.
6- Ver a este respecto las no-palabras de Jorge Larrosa y Karen Rechia P de profesor. Op. cit.
7- Handke, P. (1991). Historia del lápiz. Materiales sobre el presente. Barcelona : Península, p. 222.
8- Handke, P. (2006). À ma fenêtre le matin. Carnets du rocher 1982-1987. París: Verdier, p. 203.
9- Ese abecedario puede encontrarse en: http://www.educacao.ufrj.br/portal/laboratorios/laboratorio.php?lab=lecav&pgn=producao
10- Illich, I. (2008). El trabajo fantasma. En Obras Completas. Vol. II. México: Fondo de Cultura Económica pp. 106-107.
11- Illich, I. (2008). El género vernáculo. En Obras Completas. Vol. II. México: Fondo de Cultura Económica p. 188.
12- Illich, I. (2008). La lengua materna enseñada. En Obras Completas. Vol. II. México: Fondo de Cultura Económica pp. 522, 523, 525.
13- Handke, P. (2011). Ayer de camino. Madrid: Alianza, p. 268.
14- Handke, P. (2006). À ma fenêtre le matin. Carnets du rocher 1982-1987. París: Verdier, p. 14.
15- Handke, P. (2011). Ayer de camino. Madrid: Alianza, p. 567. El resto de las citas corresponden a las páginas 281, 106, 261, 356 y 466.
16- Handke, P. (1985). La doctrina del Saint-Victoire. Madrid: Alianza, pp. 28-29. El título del libro, Die Lehre der Saint- Victoire, podría traducirse mejor como “la enseñanza” o “la lección” del Saint-Victoire.
17- Handke, P. (2019). Ensayo sobre el loco de las setas. Madrid: Alianza. Las citas que siguen están en las páginas 7 y 10.
02
CAPÍTULO
Del trabajo, la vocación y el carácter
Pensar es para mí:
pensar de nuevo una vieja palabra.
Peter Handke
Una palabra en desuso
(Con María Zambrano)
María Zambrano comienza un texto muy breve sobre la vocación del maestro diciendo que eso de la vocación apenas es inteligible en el mundo moderno y que “ni siquiera la palabra misma, vocación, puede ser usada”. (1) En lugar de vocación se habla de profesión, como equivalente de ocupación o de medio para ganarse la vida. Incluso la palabra destino, que es afín a vocación, la usamos también para referirnos al lugar de trabajo que hemos conseguido o que nos ha sido asignado. Por otra parte, en esta época de privilegio del sujeto, la llamada de la vocación (una llamada que, como veremos, viene del mundo, y que tal vez tiene que ver con el amor al mundo, con la responsabilidad por el mundo, con el cuidado del mundo) se ha disuelto en lo que serían los gustos, las aptitudes, las capacidades o los talentos de una persona. En mi universidad, hace años, había una especialidad que se llamaba “orientación vocacional” que después fue sustituida por “orientación profesional” y que ahora, con casi todas las profesiones tradicionales desaparecidas (junto con la idea misma de profesión, al menos en su sonoridad tradicional ligada a las profesiones “liberales”, no mercenarias), está siendo a su vez sustituida por la lógica de la emprendeduría y del coaching, aunque la optimización (qué palabra más fea) de la relación entre las capacidades individuales, el sistema educativo y el mercado de trabajo continúa siendo aún el asunto dominante.
La palabra vocación no pertenece ni puede pertenecer a nuestro mundo, no forma parte de nuestro lenguaje, pero a lo mejor eso no habla demasiado bien de nuestro mundo ni de nuestro lenguaje. En la actualidad, dice Zambrano, “no existe un ámbito adecuado para que el hecho real de la vocación y su esencia se den a conocer” o, un poco más adelante, para que pueda hacerse visible “el hecho humano, humanísimo, de la vocación”. Como si el mundo en el que la vocación tenía sentido estuviera a años luz de distancia y hubiera que hacer un enorme esfuerzo para aproximarlo y hacerlo mínimamente inteligible.
Para explorar la vocación y tratar, no solo de hacerla