vigilar a la población y prevenir los ataques de los hunos. El Estado chino creció mucho, tanto, que la burocracia se convirtió en un verdadero dolor de cabeza y fuente de corrupción tanto para el pueblo como para las autoridades y, en su afán de controlarlo absolutamente todo, como aconsejara Confucio, ese mismo Estado fue perdiendo adeptos, entró en diversos conflictos y tuvo que sofocar todo tipo de revoluciones y levantamientos. Finalmente, en el año 184 de nuestra era la Revolución de los Turbantes Amarillos acaba con la dinastía Han.
-El Período de los Tres Reinos, que se disputaban la legitimidad divina de la herencia Han, duró cerca de cincuenta años con China dividida en tres imperios, hasta que uno de ellos cae definitivamente y la alianza de los dos restantes, en el 256 de nuestra era, dio lugar a la Dinastía Jin.
-Dinastía Jin, logra la reunificación del Imperio aunque queda divido en dos, tanto por disputas de poder como por cuestiones administrativas, pero no logra mantenerse más de cincuenta años y deviene en nuevas y más profundas divisiones a partir del siglo IV de nuestra era.
-Dieciséis Reinos, o Siglo de Oscuridad, con guerras constantes y hambrunas continuas, fronteras debilitadas y la consecuente incursión de hunos, mongoles, lapaos y demás etnias orientales.
-Dinastías Meridionales y Septentrionales, se fueron desarrollando poco a poco a partir del siglo V de nuestra era, recuperando territorio y formando alianzas centradas en la identidad china, reduciendo el Estado chino en dos imperios que, en realidad eran cuatro: Norte, Sur, Este y Oeste, con sus respectivas dinastías, que no dejaban de seguir los lineamientos de Confucio pero que no se ponían de acuerdo entre ellas para unificar del todo al imperio, y se hacían la guerra unos a otros de manera soterrada o abierta, hasta que el Emperador del Norte, el general Yang Yian, de la dinastía Zhou, emprendió la guerra total en contra de los otros tres y dio paso a una nueva dinastía única y central.
-Dinastía Sui, fundada en el 581 de nuestra era, dura tan solo 40 años, en los cuales amplía la Gran Muralla, hace el Gran Canal del Río Amarillo, impone medidas sociales en favor del pueblo y del campesinado, reunifica a las provincias chinas en un solo estado y rechaza, no sin problemas y grandes pérdidas, a las naciones enemigas. En esta breve época se recuperan mitos y leyendas, se abre paso al budismo y su moral bondadosa, se rescata al taoísmo y al zen, y se promueve una paz social para el pueblo llano, algo que no gustó nada al propio hijo del emperador, que lo que deseaba era riqueza y poder, por lo que promueve el asesinato de su padre y convierte al general Li Yuan en Emperador Divino, fundando una nueva dinastía en el siglo VII de nuestra era, la célebre dinastía Tang.
-Dinastía Tang, reconocida por sus historias y leyendas palaciegas de intrigas, sexo, traiciones y asesinatos:
Los emperadores quieren ser eternos y recurren a todo tipo de magias, pócimas y ungüentos para lograrlo, pero caen asesinados uno tras otros por sus herederos, esposas, concubinas y consejeros, todo ello maquinado por la única emperatriz oficial de la era imperial, la famosa Emperatriz Divina Wu, que se consideraba a sí misma aquella diosa milenaria que ya había gobernado la China Milenaria al lado de su esposo Zhou, y que, por lo tanto, merecía tener su propia dinastía.
Cuentan las leyendas que muchos emperadores chinos, a pesar de su poder, hacían lo que sus madres, esposas o concubinas querían, y no lo que ellos pensaban ni lo que el pueblo o la corte necesitaba, con lo que emperatrices no oficiales hubo muchas, pero oficial solo una, la Divina Emperatriz Wu.
Wu, la Divina Emperatriz.
Mientras fue relativamente joven, bella y fuerte, Wu, tras derrocar a su hijo del trono, se enfrentó a la corte, derogó algunos de los lineamientos de Confucio —como el que prohibía que una mujer asumiera el mando del Estado—, abrazó el budismo, abrió las puertas al Feng Shui, la astrología, la magia y otras tantas supercherías que el pueblo llano aplaudió y la corte abominaba.
Wu contaba con todo un séquito que se dedicaba única y exclusivamente a mantenerla joven y bella, pero a los ochenta años ya no pudo mantener su frescura y su hijo, al que ella misma había derrocado, recuperó el poder y frustró sus sueños de inmortalidad y grandeza.
Hasta el siglo X de nuestra era se mantuvo la dinastía Tang sin menoscabo de sus veleidades palaciegas y sus luchas por el poder, manteniendo la unidad de China y teniendo al pueblo contento con educación, bonanza económica y cierta libertad de acción y pensamiento con respecto sus creencias, a pesar de que el confucianismo continuó siendo la norma y la religión oficial del imperio.
La Dinastía Tang resistió enemigos internos y externos, invasores e intentos de golpe de estado, levantamientos y revoluciones, como el terrible levantamiento de An Lushan, que dejó miles de muertos en el 775 de nuestra era.
Se cuenta que durante esta dinastía el comercio marítimo floreció como nunca antes, y que las naves chinas recorrieron el mundo entero, llegando a América mil quinientos años antes que Colón, dejando como prueba de ello las grandes anclas de piedra con forma de dona que utilizaban por aquel entonces.
El papel moneda, la pólvora e incluso algunos ingenios que funcionaban con vapor datan de la dinastía Tang, por no hablar de su arte pictórico ni de su maravillosa porcelana, de sus hermosos templos y la grandeza de sus ejércitos.
China no volvería a ser la misma hasta nuestros tiempos y gracias a su particular forma de entender el comunismo, manteniendo las ideas de Confucio en lo práctico, tolerando a Buda en lo moral y siguiendo la estela de Lao Tse en lo espiritual.
-Periodo de las Cinco Dinastías y los diez reinos, etapa de inestabilidad y de dinastías muy breves, cuarenta y tres años entre todas, en el siglo X de nuestra era: Lang, otra vez Tang, Jin, Han y una renovada Zhou, que no tuvieron mucho éxito y que tuvieron que convivir con los diez estados del sur sin poder unificar el imperio.
En el 960 se inicia la reunificación que dará paso a la dinastía Sung.
-Dinastía Sung, dura del 960 al 1127 de nuestra era, y se asienta en lo que en aquel entonces era la ciudad más grande, más poblada y más adelantada del mundo entero, Hangzhou, con una economía y un comercio muy parecido a lo que hoy en día conocemos como capitalismo, con las artes y las ciencias en punta, unas relaciones internacionales insuperables y unas naves marítimas diez veces superiores a las europeas.
Todo hubiera sido distinto en este planeta si los mongoles no hubieran dado al traste con tal desarrollo, dando lugar a la famosa dinastía Yuan.
-Dinastía Yuan, que a pesar de ser mongola logró unir y expandir el imperio chino hasta las puertas de Occidente gracias a la saga de los Khan, Gengis, Ogodei y Kublai, quienes, enamorados de la grandeza de China en todos los terrenos y planos humanos, renegaron de su origen y se hicieron con todos y cada uno de los reinos orientales, derrotando incluso a los Jin, poderosos señores chinos que habían sobrevivido a varias dinastías y cambios de poder central sin perder el suyo.
La dinastía Yuan es el referente de los viajes de Marco Polo y de una apertura de China a Occidente sin precedentes, incluidas las creencias religiosas como el islam y el catolicismo.
Del 1276 al 1368, la dinastía Yuan dominó al mundo de una o de otra manera, pero las diferencias culturales del sincretismo chino-mongol propiciaron un relajamiento en las costumbres de los chinos y un debilitamiento en las costumbres de los mongoles, incidiendo negativamente en el desarrollo del imperio. Kublai Khan deja de ser el guerrero que era y se convierte en un gobernante atrofiado por los excesos e indiferente a las necesidades del pueblo y a sus más elementales obligaciones como líder de la gigantesca China.
Confucio parecía haber quedado en el olvido, y la inmoralidad y la falta de respeto se hicieron moneda de cambio en una sociedad enriquecida y abúlica que sucumbió bajo su propio peso, como su gobernante máximo.
Los magos, los santones y los embaucadores hicieron su agosto en una China relajada y sin leyes, permitiendo que los arribistas y los poderosos sin escrúpulos se hicieran con las riendas del imperio.
-Dinastía Ming, con el emperador Yongle a la cabeza, sitúa por fin la capital de China