que el picor común que se presentaba por lo general, asociado frecuentemente con síntomas crónicos si se reprimía, debía contener en sí mismo algo de la naturaleza de la enfermedad. Él potenció la ampolla con picor y nos proporcionó el remedio psorinum. Entendía que si se podía verificar así qué se relacionaba con la causa de la enfermedad, probarlo y potenciarlo, podría obtenerse un remedio para la enfermedad.
El doctor Bach dijo que en los casos psóricos, cuando el paciente mejoraba después de habérsele administrado una vacuna autógena o una dosis del nosode; a continuación entraba en una fase negativa de mejoría prolongada durante la cual no aparecía ningún bacilo no fermentador de lactosa en las heces. Considerando esto y los síntomas observados y registrados, se presentaba una imagen de la patogénesis del grupo que constituía una guía activa para la selección del nosode.
Leyendo sobre la “psora” de Hahnemann, resultaba interesante la asociación entre los síntomas intestinales y la erupción cutánea. Durante en su período de práctica, el doctor Dishington había advertido, una estrecha asociación entre la erupción cutánea y los síntomas de algún problema en el colon, sobre todo en los niños. Lo cierto es que podía afirmar que desde que utilizaba los nosodes basándose estrictamente en el principio homeopático, se habían producido más erupciones cutáneas que antes.
Algo destacable en el hospital de Glasgow era que entre el 80 y el 90 por ciento de casos tratados con estos nosodes durante seis a ocho semanas se había producido una erupción cutánea marcada. Los niños entraban con una piel bonita y limpia, pero estaban enfermos, débiles. Se les administró un nosode basándose únicamente en la sintomatología y se obtuvo una respuesta vital evidente, los síntomas reaparecían en el orden inverso, la piel estallaba. En un lapso más breve que lo habitual se produjo una reacción que se mantuvo (una reacción mucho más fuerte de lo que se obtendría con un remedio similar). El graphites era un remedio común conocido por todos. Se trataba de un remedio antipsórico profundo y fuerte con muchos síntomas gastrointestinales. Era la descripción del nosode dysentery co.
El doctor Dishington dijo que el doctor Bach confirmaría que dysentery co., aparecía mucho en los casos en que el trabajo básico del estómago precedía a una úlcera gástrica. Había tenido varios casos en los cuales no se logró una reacción manifiesta de nat. carb., pero sí de dysentery co. Lo curioso era que durante muchos años había estado tratando con éxito muchos casos de este tipo pero había obtenido síntomas recurrentes. Al aplicar el nosode había tratado con éxito muchos casos de este tipo, pero con síntomas recurrentes. Al aplicar el nosode registró un rápido aumento de la vitalidad del paciente con erupción cutánea muy grave. Dysentery co. obtuvo una erupción cutánea igual de virulenta y grave que graphites. En un caso, la erupción se presentó en todo el cuerpo; luego desapareció y el paciente se ha mantenido perfectamente bien desde entonces.
La experiencia sirvió para demostrar que los nosodes son remedios antipsóricos potentes, pero que no desplazarían a ningún remedio que se hubiera probado. Simplemente denota que la capacidad de curar enfermedades había aumentado.
El doctor Dishington está convencido de que todos estarían muy agradecidos al doctor Bach por plantear este tema y haber proporcionado un estudio exhaustivo del aspecto bacteriológico acerca de cómo había llegado a sus conclusiones, siempre guiándose por el talento de Hahnemann. Debía reconocerse la generosidad del doctor Bach y su deseo de dar todo el mérito a Hahnemann. Él explicaba lo que Hahnemann había concebido y sistematizado. A medida que el trabajo avanzaba, sería ampliamente recompensado.
El doctor Rorke preguntó si se habían potencializado las heces completas. El doctor Bach lo negó, puesto que no era científico y probablemente no resultaría útil.
El doctor Rorke dijo que él no podía decir si era científico o no, pero que se había hecho lo mismo con todos los nosodes utilizados hasta el presente. Por ejemplo, el nosode tuberculinum era una potenciación de una glándula tuberculosa, no de un cultivo de bacilos de tubérculo. Y como el doctor Paterson les había dicho que los cultivos más recientes producían las potencias más potentes, le parecía que valía la pena intentar crear las potencias a partir de la misma defecación.
El doctor Tyler preguntó al doctor Bach si había pensado alguna vez en capturar insectos que producen picor y cultivarlos para ver si eran un huésped intermediario.
El doctor Dishington dijo que deseaba ampliar la respuesta del doctor Bach al doctor Rorke. El tuberculinum era una preparación realizada a partir de un bacilo obtenido de un foco determinado del cuerpo. Podríamos decir lo mismo del medorrhinum. En estos casos el injerto se obtenía no sólo del cuerpo, sino también de una parte enferma del huésped. En todos los nosodes de Bach, la naturaleza de los bacilos contenía algo del huésped. Si hubiera sido posible obtener una parte del tejido enfermo (que en realidad no existía porque se eliminaba del intestino), hubiera sido útil, pero no era necesario.
El doctor Rorke consideraba que utilizar la defecación sería un paso más próximo. El doctor Dishington no estaba de acuerdo. Al potencializar, esa parte expresaba la enfermedad y no el tejido normal que se iba a potencializar. Esto hacía que se mantuviera el error dinámico en el paciente.
El doctor F. Bodman hizo referencia al trabajo de Cronin Lowe sobre “cultivos selectivos patógenos”. Realizó cultivos de especímenes de heces en un medio que contenía sangre del paciente y así obtuvo una flora diferente; la sangre inhibía el crecimiento de las bacterias que no eran patógenas en ese paciente concreto, las cuales hubieran florecido en el medio de cultivo corriente
El doctor John Paterson (Glasgow), como estudiante y practicante de la medicina ortodoxa, expresa su gran interés en todo lo relacionado con la bacteriología, y que la semejanza entre los principios de la terapia con vacunas y la homeopatía lo habían inducido a estudiar y finalmente a practicar la medicina no ortodoxa. En algún momento no consideró útil continuar en el laboratorio, pero luego de diez años de práctica homeopática había reanudado su tarea con una nueva perspectiva. Gracias a la amabilidad del doctor Bach pudo ejercitarse en el laboratorio de Londres y aprender la técnica peculiar de ese trabajo. Desde entonces, había examinado en Glasgow alrededor de 5.000 especímenes de heces. Podía corroborar los descubrimientos descritos por el doctor Bach en su ponencia, pero quería añadir algunos comentarios como bacteriólogo y homeópata. Revisando la literatura sobre el tema, encontró que mientras todos estaban de acuerdo en la importancia de la toxemia intestinal, existía un total desacuerdo sobre el tema de la flora intestinal. Varios bacteriólogos podían examinar el mismo espécimen, según sus propios métodos, y probablemente cada uno de ellos informaría acerca de un organismo diferente. Ese trabajo tenía poco valor para la medicina clínica.
Les recordó que Mechnikoff primero utilizó un bacilo (B. bulgaricus) como agente curativo en la toxemia intestinal. En la actualidad la escuela de medicina moderna dirigía la atención hacia el uso de B. Acidophilus. Hizo referencia al trabajo de Reggter y Cheplin del Sheffield Laboratory of Bacteriology, de la Universidad de Yale, y también a un artículo del British Medical Journal, del 29 de septiembre de 1928, escrito por escrito por A. Cruickshank, de Aberdeen.
A partir de sus trabajos, se deducía que el B. bulgaricus en emulsión tenía poco valor clínico, puesto que no podía sobrevivir en el intestino. Morfológicamente, el B. acidophilus era similar al B. bulgaricus, pero podía existir en el intestino, y era valioso como agente terapéutico. Quisiera mencionar que habían obtenido dos puntos importantes: primero, la importancia de proporcionar la emulsión en un medio adecuado para su crecimiento (generalmente un medio lácteo) en el intestino, y segundo, que los mejores resultados se obtenían si el bacilo se aislaba realmente de las heces para proporcionar el cultivo correcto. La administración continua de dosis considerables de determinados azúcares también producían un cambio en la flora, pero en todos los casos la interrupción del tratamiento causaba un retorno inmediato a la flora original. Se había llevado a cabo un gran trabajo de laboratorio con escasas pruebas clínicas acerca de su valor.
Comparándolo con el trabajo del doctor Bach, encontró que los organismos se obtenían de su terreno natural, el intestino, el método de cultivo se había estandarizado con sumo cuidado, y que a partir