Dave Grossman

Sobre el combate


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condición física y su prolongado entrenamiento ofrecieron la inoculación del estrés y la respuesta de piloto automático que les permitió «llegar hasta el límite» en la fase roja hasta bordear la «fase gris».

      Sin embargo, se dieron excepciones. Tras cada enfrentamiento, los Boinas Verdes debían retener a cada «enemigo», ya estuviera «muerto» o reducido en combate cuerpo a cuerpo, con flex-cuffs, un tipo de esposas flexibles consistentes en una brida estrecha de plástico con un pequeño agujero en un extremo de un solo sentido. El otro extremo (corredero) se inserta en el agujero para ser tensado. (Hay versiones más pequeñas que se utilizan a veces para cerrar bolsas de basura de plástico.) Insertar el extremo de esta sujeción en el pequeño agujero requiere un grado relativamente alto de habilidades motoras finas, un proceso que los Boinas Verdes no habían ensayado en demasía. El resultado fue que aquellos que no llevaban las flex-cuffs con el extremo «preinsertado» tal y como se les había enseñado tuvieron claramente mayores dificultades cuando tuvieron que realizar el procedimiento de esposar bajo un estrés extremadamente alto. Algunos, a veces, fueron claramente incapaces de ensartar las esposas y a la postre no inmovilizaron de forma adecuada a sus sujetos. Los soldados que prepararon sus esposas de forma adecuada realizaron la maniobra en «piloto automático» y pudieron esposar a la vez que vigilaban el entorno.

      Cuando aprendemos habilidades y las incorporamos como memoria muscular o respuestas de piloto automático es importante que se enseñen sólo de una manera. El estudio de 1952 de W. E. Hicks encontró que, cuando las respuestas posibles aumentaban de una a dos, el tiempo de reacción se incrementaba en un 58 por ciento. Es decir, elegir entre opciones lleva tiempo y, cuantas más opciones tienes, mayor es el tiempo de reacción. A esto se le denomina la «ley de Hicks» pero hace siglos Sun Tzu dijo lo mismo: «Cuantas más posibilidades le presentes al enemigo, tanto más difuso se verá obligado a convertirse. Cuanto más difuso se convierta, tanto más difícil será para él concentrarse lo suficiente para realizar un ataque con éxito». Queremos confundir al enemigo con una variedad de posibilidades, pero no queremos que eso nos suceda a nosotros. De ahí que un conjunto sencillo de habilidades, combinado con un énfasis en las acciones que requieren habilidades motoras de los músculos complejas y gruesas (en contraposición a las habilidades motoras finas), todo ello ensayado una y otra vez, permite niveles de rendimiento extraordinario bajo el estrés.

      Leo Frankowski es un ingeniero brillante con varias patentes y muchos libros de ciencia ficción de éxito a su nombre. He colaborado con él en varias novelas de ciencia ficción militar. Él dice: «En las paredes de la mayoría de talleres de ingeniería encontrarás un letrero que reza: hse. Cuando un novato pregunta qué significa, se le responde: “Hazlo sencillo, estúpido”». Esta ley fundamental de la ingeniería también se aplica al entrenamiento y la preparación de los guerreros para el combate.

      Hay muchas formas de inocular el estrés. Los bomberos se inoculan contra el fuego. Los marineros se inoculan contra los barcos que zozobran poniéndolos en compartimentos que se inundan mientras luchan por reparar una avería simulada. Muchas personas se inoculan contra las alturas mediante las experiencias de rápel y ascenso.

      Todas las organizaciones de guerreros deberían coordinarse con la unidad canina o la compañía de perros de patrulla local para que sus miembros puedan ponerse el equipo de protección adecuado y experimenten lo que significa ser mordido de forma repetida por varios perros de ataque. Preferiblemente, uno a uno, frente a todos a la vez. (Y quiero agradecer a la Arizona K-9 Association por permitirme ser mordido por todos y cada uno de los perros del estado de Arizona... de la manera adecuada.) La organización de Gavin de Becker es el primer grupo de guerreros que conozco que ha incorporado este entrenamiento para todo su personal. Lo llaman «Inoculación contra el Miedo en Combate» y todos los miembros del equipo de guardaespaldas de élite están obligados a participar. Sólo de esta manera se puede experimentar e inocularse contra una furia verdadera y desquiciada, ya que los que se entrenan siempre saben que un entrenador racional nunca cometería un acto que pudiera hacerles daño de verdad; pero un perro de ataque lo hará encantado.

      Reaccionar con calma y racionalmente al fuego, tomar las medidas necesarias y las acciones apropiadas en situaciones que tienen que ver con las alturas y gestionar de forma efectiva el ataque de un perro son ejemplos de habilidades que salvan vidas, pero no son la tarea más dura que se les impone a los guerreros. Se pasa un mal rato, desde luego, pero los guerreros tienen que avanzar hacia el sonido de las balas, hacia la criatura más astuta, ingeniosa y destructiva sobre la faz de la tierra: uno de su propia especie que está tratando de matarlos. Y tal y como hemos demostrado, para la mayoría de los seres humanos esto representa la fobia humana universal.

      Así que, ¿cómo se inocula a alguien contra una pelea a tiros? Tal y como veremos, los guerreros pueden (y deben) ser inoculados contra este agente estresante mediante la experiencia de escenarios de fuerza contra fuerza en los que disparan y se les dispara con balas de plástico llenas de pintura accionadas con pólvora. Cuando adiestré a las fuerzas de operaciones especiales de Singapur, las llamaban acertadamente las «pastillas del dolor».

      La inoculación del estrés no es perfecta y para conseguir un grado útil de protección ésta tiene que ser aplicada con precisión. La vacuna de la gripe del año pasado resulta de escaso valor para este año. Una inoculación de la viruela ofrece escasa protección frente a la fiebre amarilla y la inoculación de un bombero contra el fuego ofrece escasa protección si la gente le dispara. Con todo, parece haber una transferencia o «filtración» en el área de la inoculación del estrés. Al igual que aprender una lengua facilita el aprendizaje de otras, la inoculación del estrés en un área facilita una adaptación rápida ante un nuevo agente estresante. Los paracaidistas están inoculados contra el estrés de saltar de un avión, lo que los hace tropas de élite con mejor capacidad para adaptarse con rapidez y de forma completa al combate en tierra.

      Hay muchos estudios que apoyan la teoría de que el valor de la inoculación del estrés reside no sólo en la inoculación contra un agente estresante específico. Parece haber una suerte de «sistema inmunológico contra el estrés» que permite adaptarse cada vez mejor a nuevas clases de estrés.

      Un oficial de entrenamiento de uno de los principales departamentos de policía de Estados Unidos me contó que empleaban a un campeón de lucha full contact para adiestrar a la policía. Era profundamente respetado y extraordinariamente competente como luchador de combate cuerpo a cuerpo. Su nivel de inoculación de estrés en el combate sin armas no tenía parangón. Sin embargo, cuando le invitaron a participar en un escenario de fuerza contra fuerza con paint bullets, se comprobó que de poco le servirían sus habilidades en el combate sin armas. En el primer enfrentamiento, su frecuencia cardíaca se le disparó a las 220 ppm y soltó el arma. Sin embargo, su inoculación del estrés previa le permitió adaptarse rápidamente y al cabo del día su rendimiento ya era soberbio. (Este guerrero debe ser respetado y admirado por su disposición a someterse a la vergüenza de aprender una nueva habilidad delante de otros. No hay nada de lo que avergonzarse cuando uno no lo consigue. Para un guerrero la única causa de vergüenza es no haberlo intentado.)

      El empleo de la respiración táctica para mantenerse en la fase

      No tendré miedo. El miedo es lo que mata la mente. El miedo es la pequeña muerte que trae la destrucción total. Me enfrentaré a mi miedo. Permitiré que me pase por encima y a través de mí. Y cuando ya se haya ido, dirigiré mi ojo interno para ver su camino. Allí por donde el miedo haya pasado no habrá nada. Sólo quedaré yo.

      Frank Herbert

      Dune

      Las respuestas de piloto automático desarrolladas mediante la práctica repetitiva y la inoculación del estrés mediante un entrenamiento realista y estresante son dos formidables y efectivas herramientas para «llegar hasta el límite» y mantenerse en la zona. Una técnica adicional para controlar la respuesta fisiológica son los ejercicios de respiración táctica.

      Volvamos a Ron Avery y a su rendimiento como tirador profesional. Cuando corre y dispara en una competición de tiro profesional, su frecuencia cardíaca se eleva a aproximadamente 145 ppm, pero cuando se mantiene inmóvil y dispara su pulsación se mantiene en torno a los 90 ppm. Se arrastra a sí mismo para abajo hasta la fase amarilla,