siempre en el Canto a lo Divino, Santiago de Chile, 1978. Selección publicada en Equipo Seladoc, Cristología en América Latina, Ediciones Sígueme, Salamanca, 1984, p. 164.
2. Ibid., p. 165.
3. Ibid., pp. 171-172. Tomado de Ramón Fuentes pero usado por muchos otros.
4. Ibid., p. 184. Tomado de Luis Inda.
5 Mackay, El otro Cristo español, p. 122.
6 Ibid., pp. 127-128.
7 Ver, por ejemplo, los trabajos del peruano Rubén Vargas Ugarte y del argentino Vicente D. Sierra.
8 Aquí destaca Robert Ricard, La conquista espiritual de México, Fondo de Cultura Económica, México, 1991.
9 Virgilio Elizondo, Christianity and Culture. An Introduction to Pastoral Theology and Ministry for the Bicultural Community, Our Sunday Visitor, Huntington, 1975, pp. 119-128.
10 Stanley G. Payne, El catolicismo español, Planeta, Barcelona, 1984. p. 46.
11 Ibid.
12 Ibid., p. 72.
13 Mackay, El otro Cristo español, p. 128.
14 Intervención de Costas en el debate cristológico en Mark Lau Branson y C. René Padilla, eds., Conflict and Context: Hermeneutics in the Americas, Eerdmans, Grand Rapids, 1986, p. 113.
15 Ibid., p. 129., itálicas nuestras.
16 Ibid., p. 130.
17 Ventura García Calderón, Cuentos peruanos, Aguilar, Madrid, 1952, pp.87-92.
18 Ibid.,245.
19 Ibid.
20 César Vallejo, del poema «Los dados eternos», Obra poética completa, Mosca Azul, Lima, 1974, p. 80.
21 Miguel de Unamuno, «El Cristo yacente de Santa Clara (Iglesia de la Cruz) de Palencia», en Andanzas y visiones españolas, Círculo de Lectores, Barcelona, 1988, pp. 314-315.
22 Miguel de Unamuno, Ensayos, Aguilar, Madrid, 1951, p. 391.
23 Ibid., p. 395.
24 Mackay, op.cit., pp. 117-118.
25 Ibid., p. 120
26 Ibid., p. 121.
27 José Luis L. Aranguren, Moral y sociedad. La moral española en el siglo XIX, Cuadernos para el diálogo, Madrid, 3ra. ed., 1967, p. 114.
28 Mackay, op.cit., p. 121.
29 Aldo Buntig, Segundo Galilea y otros, Catolicismo popular, Instituto Pastoral Latinoamericano, Quito, 1969, p. 55.
30 Ibid., p. 56.
31 Ibid., p. 61, paréntesis del propio autor citado.
32 Ibid., p. 26.
33 Ibid., p. 37.
34 Ibid., p. 38.
3
Ese otro Cristo de los indios
T odas las veces que a vuestra majestad he escrito he dicho a vuestra alteza el aparejo que hay en algunos de los naturales de estas partes para se convertir a nuestra santa fe católica, y he enviado a suplicar a vuestra cesárea majestad, para ello, mandase proveer de personas religiosas de buena vida y ejemplo. Y porque hasta agora han venido muy pocos, o cuasi ningunos, y es cierto que hay grandísimo fruto, lo torno a traer a la memoria a vuestra alteza, y le suplico lo mande proveer con toda brevedad (Carta del conquistador de México Hernán Cortés al Emperador Carlos V, 15 de octubre de 1523).1
La etapa de la cristalización de la religión andina abarca la segunda mitad del siglo XVII. Durante este período parece que la población andina, que en poco más de 130 años había sufrido el despojo de la religión oficial incaica y había sido sometida a una evangelización bastante compulsiva, puede hacer al fin su inventario religioso en el seno de la sociedad colonial y adopta una cosmovisión y un talante religioso característicos, que «cristalizan» en este período y van a permanecer casi inalterados hasta tiempos muy recientes. La población andina termina por aceptar el sistema religioso católico, pero haciendo una serie de reinterpretaciones de los elementos cristianos desde la matriz cultural indígena e incluso incrustando en el nuevo sistema religioso muchos elementos indígenas. Pero debe subrayarse que este sistema religioso no es una simple yuxtaposición de las dos religiones…,sino algo nuevo e integrado en el seno de la sociedad colonial (Manuel Marzal S.J. La transformación religiosa peruana, 1983).2
Hubieran querido los evangelizadores españoles encontrar en tierras de América hombres y mujeres que fuesen como una tabula rasa, un territorio virgen en el que fuese posible fundar un cristianismo puro, libre de herejías protestantes o infiltraciones judaicas. Los aborígenes de estas tierras, sin embargo, habían desarrollado civilizaciones y culturas con sus dioses y señores, sus sacerdotes, sus rituales y sus instituciones religiosas. El Cristo de la religiosidad medieval ibérica se encontró entonces con el Viracocha y la Pacha Mama de los pueblos andinos, con Quetzalcoatl y Tonatiuh en los pueblos mesoamericanos.
En el capítulo anterior describimos la visión de Cristo que tenían los habitantes españoles o mestizos españolizados dentro del mundo colonial. Allí el análisis de Mackay acierta al señalar la clara conexión entre esa visión de Cristo y la de la religiosidad popular ibérica traída por los conquistadores. Sin embargo, en su estudio del Cristo de Iberoamérica Mackay no exploró detenidamente la cuestión de la religiosidad popular, tal como se manifiesta en lugares donde hubo culturas indígenas que opusieron resistencia a la conquista española, y cuya influencia ha perdurado a pesar de siglos de opresión. Los