Lucy R. Lippard

Yo veo / Tú significas


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esto. Hablemos de otra cosa.

      ¡Aleluya, reprimámonos! Esa es tu solución para todo. La solución de los blancos anglosajones para los problemas del mundo: si no los puedes controlar, olvídate de ellos.

      Esta noche se apuntan todos.

      No seas tan muermo. Eso solo demuestra lo poco que nos importan los demás. Lo poco que nos conocemos. Creía que éramos muy amigos...

      Ostras. Se va a echar a llorar.

      No, no voy a llorar, pero igual todos deberíamos.

      Qué críos. Dentro de unos años, si aún nos vemos, seguiremos encontrando toda clase de picantes revelaciones sobre cada uno de nosotros. Hasta el día del juicio final nos estaremos diciendo: “Pues yo jamás sospeché...”

      Menuda perspectiva. ¿Sabes ya cuál es tu secreto? ¿Intuyes ya qué vamos a descubrir sobre ti?

      No te gustaría saberlo.

      Aguantaremos los años que hagan falta hasta averiguarlo. Una manera de estimular artificialmente una amistad.

      ¿Qué quieres preguntarle al I Ching?

      No hay que hacerlo tan a la ligera porque entonces no te dará las respuestas correctas. No le gusta que lo exploten.

      Mírala, antropomorfizando el libro. ¿Sabes que de verdad se cree estas cosas?

      Pues síguele la corriente, que yo nunca lo he visto hacer.

      Se ríe, se reacomoda, recoge las galletas, mira a todos detenidamente, con curiosidad sobre nuestros vínculos, aliviada.

      B percibe cómo E se crece. Ve que le ha llegado la hora de irse. Se da cuenta de que llegará a ser muy bueno en lo que se proponga. Ella siempre ha sido la estrella. ¿Y ahora qué?

      D rodea a A con el brazo. Solidaridad repentina. Somos una pareja. Tú no. ¿Acaso ser una pareja ha de implicar ambivalencia, rivalidad, sexo?

      D evita tocar a E. Acaricia a B solo por la gracia de hacerlo. Le gusta estar cerca de A incluso cuando pelean; se sientan rodilla con rodilla y discuten. A veces se ríen. B y E rara vez se rozan, pero se mueven al mismo ritmo; no son una pareja; pueden permitirse cierta cercanía.

      Pares. La amistad entre pares. Insufrible extraordinaria agotadora estimulante dolorosa imposible trabajo duro merece la pena. A las mujeres se les da mejor.

      Uno se pone a la par, otro se queda rezagado, el líder flaquea, los otros esperan, se intercambian los puestos, de prisa, paso a paso. ¿Hasta qué punto pueden estirarse los espacios entre ellos? ¿Cuánto pueden dar de sí los lazos antes de romperse? Nadie lo sabe.

      Las olas que forma el viento en la superficie del mar son extraordinariamente complejas. Las olas pueden variar desde un estado de calma cristalina con ondulaciones largas y bajas procedentes de una fuente distante, que suele darse con viento suave y en condiciones atmosféricas estables, pasando por un estado de calma generalizada rota por ráfagas esporádicas que levantan crestas en forma de “garras de gato”; otras veces con viento local racheado y marejada de hasta cinco o diez pies de altura, llegando, por último, a convertirse en mar montañosa cerca del núcleo de un huracán tropical o en un ciclón no tropical de dimensiones extremas sobre el océano.

      Una línea roja trazada de A a D. Rabia ansiosa.

      Una línea violeta trazada de D a B. Tregua.

      Una línea azul de A a E. Afecto.

      Líneas grises trazadas de B a D y E. Emoción neutralizada por las oposiciones.

      Una línea violeta trazada de B a A. Preocupación.

      Una línea amarilla trazada de D a A. Emoción.

      Una línea azul trazada de E a A. Compasión.

      Corrientes que solo se sienten en forma de energía.

      ¿Cómo hace la gente para controlar sus propias imágenes? En lo superficial, con ropa, acentos, gestos, anécdotas, miradas o estilo. En lo público, con empleos, esposos y esposas, direcciones, asociaciones y organizaciones. En un sentido más amplio pero menos voluntario, con creencias, reacciones e interacciones con la gente, decisiones, amores, disciplinas, ética, moral. Cuanto más soterrado esté algo, más difícil será de controlar.

      Como si se estuvieran embarcando en una expedición polar que fuera a durar años. Pasan revista a la compañía. Ya han contado al grupo las mismas historias que cuentan a todo el mundo y ahora toca decidir si además van a correr el riesgo de relatar las que se cuentan a sí mismos.

      A siente que su cuerpo es muy grande y notorio, y siente como si alguien señalase lo mal que se ha pintado las pestañas y que le dio pereza corregir, el hilo que cuelga de su jersey o sus pies sucios, aunque nadie la esté mirando.

      D siente cómo se va desenfocando frente a los contornos inopinadamente más definidos de los demás, y conforme avanza la noche se vuelve más categórico. Empieza a entender los refinamientos de esa red que mantiene a los otros tres juntos. En su animadversión ocasional e irracional hacia E siente un temor a sí mismo. Entiende la atracción que provoca esa distancia que B mantiene con todo. De A espera algo más que seriedad.

      Todos se sienten más aislados de los demás que de costumbre, más abiertos hacia ellos pero más desprotegidos también. Se acaban de sensibilizar a aspectos de los otros que antes no conocían. B se recrea en estas tensiones. E está más tranquilo que de costumbre. No puede dejar de pensar en la decisión que ha tomado. Siente cómo B se acomoda de nuevo en el sofá, como preparándose para una película larga o para leer una novela de un tirón. Los dos juegan con la otra parte en un nivel casi subconsciente, haciendo peligrar una empatía que viene de lejos. Como bellos espectadores aumentan la intensidad de la escena para A y D.

      No lo hacemos enseguida. Se supone que hay que hacerlo con cincuenta varillas y dedicarle horas de adecuada devoción. Es un ritual de verdad.

      Luego hay que formular una pregunta muy solemne. Pregunta por los presagios de que esto ‒todos nosotros‒ sea una Amistad Duradera.

      Pregúntale qué telenovelas ve.

      ¿Tienes tres monedas?

      Espera, toma.

      Haz la pregunta con seriedad.

      ¿Con acento chino?

      No te burles, que lo invalidarás.

      ¿Cómo voy a hacer eso si, para empezar, no creo en ello? ¿O es que no lo sabe?

      Si los signos son malos será tu culpa.

      Bueno, asumiré la culpa. Todas las cosas malas me tocan a mí y todas las buenas a ti... o a E, para ser más exactos.

      Te vas a arrepentir de haber dicho eso.

      Yang Joven. Ocho. Igual. Igual. Todo quieto. Ese es el trigrama inferior. Chien. Yang Viejo. Nueve. Se mueve. Yang Joven. Siete. Igual otra vez. Ese es el superior. Chen. Treinta y cuatro. Ta Chuang. El Poder de lo Grande. El trigrama superior es el trueno, el movimiento, brotar o acelerar. El texto dice: “Persistir en la senda correcta trae recompensa”. La nota al pie dice: “Este hexagrama con un grupo compacto de líneas firmes y unas pocas quebradas encima sin duda significa fuerza (en este caso el poder para lograr el éxito pese a las dificultades)”. La forma del hexagrama sugiere unos cuernos y se relaciona con las cabras. Ahí tienes a tu ascendente capricornio. El comentario dice: “Quien es firme ejerce poder debido a su naturaleza activa. La persistencia es recompensada porque (como indica la disposición del hexagrama) lo magno y lo recto son (en este contexto) sinónimos. La rectitud y lo magno, combinados, conducen al entendimiento de la naturaleza más íntima de todo lo que hay en el cielo y en la tierra.” Este hexagrama también simboliza el trueno en el cielo. “El Hombre Superior nunca da un paso que conlleve indignidad.”

      Ya sabemos quién es ese.

      Calla. La nota al pie dice que sugiere algo de “la impresionante cualidad de lo realmente grande”. El texto para la única línea movible (nueve en