al mundo.
El Sexto Orden Mundial fue tan terrible como maravilloso, sin dejar muchas pruebas de su paso por la Tierra porque la inmensa mayoría fueron desintegradas, otras fueron evacuadas, junto con algunos humanos, y otras más solo quedaron en la imaginación y en la memoria genética de los sobrevivientes.
Permanecen ciudades, ruinas y pirámides alrededor del mundo, unas claras y visibles, y otras aún escondidas en las selvas o con apariencia de montañas: construcciones maravillosas sin la menor ayuda de seres de otros planetas, aunque con cierta inspiración y relación con el cosmos y las estrellas, pero humanas del todo, como lo son ahora los rascacielos de Oriente y Occidente, y como lo fueron las de la Atlántida y los de la India y África.
Séptimo Orden Mundial, el de la aparición de los caucásicos, los híbridos, los blancos, los últimos evacuados, que al principio se alojaron en las montañas sin interferir en la vida de los otros seres humanos, hasta que hace seis o siete mil años irrumpieron en Siria, Ur, Caldea, Harappa y Norte de Europa.
Eran pocos y sabios, pero hambrientos ambiciosos, codiciosos y terribles. Ellos trajeron la escritura y las grandes civilizaciones, las normas y las leyes, la ciencia y las grandes religiones. Egocéntricos y con aires de superioridad, se llamaron a sí mismos hijos de los dioses, aunque mortales, elegidos, verdaderos seres humanos y no hijos de los cerdos, las ratas y los simios, con cuerpo mamífero, sí, pero con espíritu divino, seres eternos en esencia, y no simples mortales sin trascendencia.
Desde hace seis mil años hasta el día de hoy, son los que mandan en el mundo, los que tienen el poder y las riquezas, y los que deciden sobre el rumbo de la humanidad, los que crean las guerras, los que esparcen las enfermedades, los que controlan los pensamientos, las emociones y los sentimientos, creyendo que ellos sí llegaran a ser dioses, mientras que el resto de la humanidad no son más que carne y huesos sin trascendencia, animales sin verdadero espíritu, ignorantes sin cerebro, esclavos y servidores sin la menor importancia, desechables, sucios y promiscuos, dependientes y adictos, fácilmente manipulables con falsas promesas, represión y temor. Útiles inútiles que les deben sumisión y obediencia, animales dormidos sin un gramo de consciencia.
No es verdad, pero ellos, en su infinita megalomanía, así lo sienten, así lo piensan, y tienen varios planes, y no solo un Nuevo Orden Mundial, para evacuar el planeta cuando sea necesario, porque desde hace mucho tiempo tienen relación con otras especies lo suficientemente avanzadas como para dominar los viajes espaciales en tiempo y espacio, pero no tan avanzadas como para respetar la existencia de otras especies, grises en espíritu y grises de alma.
Lorenzo Hervás y Panduro describió seres
de otros mundos en el siglo XIX
Cuando hablé con Lorenzo Hervás y Panduro, o con Giordano Bruno, y les conté de la diversidad de especies y formas de vida en el multiverso, creí abrir una puerta para la evolución positiva de la consciencia de la humanidad, pero me equivoqué, y al final solo les traje incomprensión y problemas. Por eso ya no hablo con nadie sobre ciertos temas, y solo dejo por escrito mi visión de la historia de la humanidad sobre este planeta, que nadie debe creer, porque la Verdadera Historia de la Humanidad se hace día a día y todavía no está realmente escrita.
Giordano Bruno, en pleno Renacimiento: “Hay otros
seres y otros planetas más allá de las estrellas”.
El Octavo Orden Mundial, o Nuevo Orden Mundial, se ha venido creando desde hace quinientos años, pero todavía no logra su establecimiento total. Ha avanzado mucho y ha tenido el soporte de las grandes religiones, de sectas, gremios y grupos de presión, como la Fama Fraternitatis, la Milicia Crucífera Evangélica, los masones, los francmasones, los iluminati, los canteros, los caballeros templarios, los cátaros, los luciferinos, los cienciólogos, los cristianos científicos, y hasta los jesuitas y los jacobinos, pero no ha terminado de calar en el mundo, entre otras cosas porque la avaricia y el vicio del poder impide que esas sectas que apuestan por un mundo único no se ponen de acuerdo entre ellas.
Por sus rasgos y su color de piel, azul, Plin se parece mucho a los devas hindúes, tanto, que a menudo se le ha confundido con ellos, e incluso con el famoso Guardián Azul que cuida el acceso a las Habitaciones Celestiales, y que se puede ver tras largas horas de meditación, en viajes astrales o en estados alterados de la consciencia, pero no, Plin no es una divinidad ni siquiera ahora que se llama Slam, más maduro y evolucionado.
¿Cómo escribió Plin estos curiosos textos?
Antes se escribía en tablillas de madera o de metal, sobre la piedra, y más tarde sobre papiros y amate, hasta llegar al papel.
Durante siglos se escribió a mano, luego en imprenta, ahora en procesadores de texto cada vez más avanzados, con los dedos o con la voz.
Plin escribió, por decirlo de alguna forma, con el pensamiento, con la mente, y ahí está grabado independientemente de si su perspectiva está ajustada a otras perspectivas, o no, de la misma manera que durante mucho tiempo todo escrito y pensamiento quedaba grabado en el Registro Akásico, y que ahora queda grabado en la Nube Informática.
II: El Milenarismo
Shiva, el gran Transformador y
el Nuevo Orden Mundial
¿Cuántas veces se ha acabado el mundo?
¿Cuántas otras se ha de acabar?
¿Por qué deseamos o esperamos que se acabe?
¿Qué cambios económicos, políticos, sociales y culturales deben de tomarse en cuenta para decidir que se pasa de una época a otra, de un orden antiguo a uno nuevo?
Poco antes de que empezara la Segunda Guerra Mundial se reunieron los mandatarios del Reino Unido, Norteamérica y Rusia, o Unión de Repúblicas Soviéticas y Socialistas, y se dividieron el pastel del mundo. Tres años más tarde (1943), en Yalta, ratificaron el reparto en forma de tratado, y al finalizar la Segunda Gran Guerra pusieron manos a la obra.
Dejaron y hasta animaron a Alemania para que iniciara el conflicto, a sabiendas que al final saldría vencida, tal y como había sido derrotada en la Primera Guerra Mundial, pues con ello esperaban reducir a la población mundial e instaurar un Nuevo Orden económico y político, con la esperanza de que las relaciones sociales y las tradiciones culturales también cambiaran en el mismo sentido.
Alemania perdió la guerra.
Norteamérica ganó en poder y economía, sustituyendo a Inglaterra como dueña y policía del mundo en todo Occidente.
Rusia se quedó con el bloque oriental, un gran territorio, millones de habitantes con los que experimentar un nuevo sistema político, social y cultural, y materias primas inconmensurables.
La Gran Bretaña, Reino Unido o Inglaterra, que es lo mismo, mantuvo su tradicional Commonwealth, pero perdió poder y riquezas en África, América y Oriente, dejando a China del lado comunista, y a Japón del lado capitalista.
La ONU se afianzó en pocos años.
La OMS se autodenominó garante de la salud mundial, que debía ser única y responder a los mismos medicamentos, protocolos médicos, males y enfermedades sin tomar en cuenta los diferentes entornos, contextos y tradiciones que sobre la salud existían (y existen) en el planeta.
La OMS, ¿garante de la salud mundial,
o vendedor de medicamentos?
La UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), intentaron e intentan que la educación, la ciencia y la cultura sean una misma cosa en todo el mundo, algo que no lograrán en los próximos cinco mil años, por lo menos, porque por mucho colonialismo mental a través