Блейк Пирс

Casi Perdida


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casamiento, me presentaron a uno de los primos. Tiene veintiocho, es muy lindo y dirige una empresa de soporte informático. Creo que le gusto, y digamos que me divierte volver a coquetear.

      Aunque estaba contenta por su amiga, Cassie no pudo evitar sentir una punzada de envidia. Ese era el trabajo soñado que secretamente ella había esperado. ¿Por qué a ella le había salido todo mal? ¿Había sido tan solo mala suerte o era, de alguna manera, por las decisiones que había tomado?

      De repente, Cassie recordó lo que Jess le había dicho en el vuelo hacia Francia. Le había contado a Cassie que su primera asignación no había funcionado, por lo que la había abandonado y lo había intentado de nuevo.

      Jess había tenido suerte en su segundo intento, y eso hizo que Cassie se preguntara si se estaba dando por vencida demasiado pronto.

      Cuando terminaron los nachos, Jess miró la hora.

      –Mejor me apuro. Harrods me está esperando —dijo—. Tendré que comprar regalos para toda la familia, para los niños y para el hermoso Jacques. ¿Qué le puedo comprar? ¿Qué se le regala a alguien con quien estás coqueteando? ¡Me llevará un buen rato decidirme!

      Cassie se despidió de Jess con un abrazo, y con pena de que su almuerzo se hubiera terminado. La conversación amistosa había sido una distracción agradable. Jess parecía muy feliz, y Cassie podía entender por qué. La necesitaban y la valoraban, estaba ganando dinero, tenía un propósito en la vida y estaba segura.

      Jess no andaba vagando sola, sin compañía, sin trabajo y con la paranoia de que la estaban buscando porque un juicio por homicidio estaba por empezar.

      Unas semanas en un pueblo remoto podía ser exactamente lo que necesitaba ahora, en varios sentidos. Y Jess tenía razón. La llamada telefónica podía llevar a otras oportunidades laborales. Nunca las encontraría si no seguía intentándolo.

      Cassie salió del pub lleno de gente para buscar una esquina tranquila, mirando a su alrededor en caso de que pasara algún carterista o ladrón de teléfonos.

      Respiró hondo, y antes de que pudiera pensarlo demasiado y perdiera la calma, marcó el número.

      CAPÍTULO DOS

      Cassie se acercó a la pared para protegerse de la llovizna, aferrando su teléfono. Ahora que había llamado a Ryan Ellis, se sentía cada vez más nerviosa.

      Tendría que ganar dinero de alguna forma si quería quedarse más tiempo en el Reino Unido, pero después de lo que había vivido en Francia no estaba segura de que trabajar como niñera fuese la decisión correcta. Aunque el trabajo fuese ideal, ¿la contratarían con tan poca experiencia y sin acreditación?

      Cassie se imaginó armándose de valor para preguntar si podía aceptar el trabajo, para luego recibir un “No” vergonzoso como respuesta.

      El teléfono sonó tantas veces que temió que la atendiera el correo de voz. En el último momento posible, un hombre atendió y respondió.

      –Ryan al habla —dijo él.

      Parecía sin aliento, como si hubiese tenido que correr hacia el teléfono.

      –Hola, ¿es usted Ryan Ellis? —preguntó Cassie.

      Se avergonzó ante la obviedad de la pregunta, pero no lo conocía y no le parecía correcto decir “Hola, Ryan”.

      –Sí, soy yo. ¿Con quién hablo, por favor?

      No parecía irritado sino más bien curioso.

      –Mi nombre es Cassie Vale  y conseguí su número de mi amiga Jess, que trabajó para usted el año pasado. Ella me dijo que estaba buscando a alguien que lo ayudara a cuidar de los niños por un tiempo.

      –Jess, Jess, Jess —repitió Ryan, como intentando ubicar el nombre, y luego— Ah, sí, ¡Jess de Estados Unidos! Ahora veo que me envió un mensaje. Qué joven tan agradable. ¿Ella te recomendó? ¿Es por eso que te comunicaste conmigo? Aún no leí el mensaje.

      Cassie vaciló. ¿Iba a decir que sí? Hacerlo significaría comprometerse, y no estaba segura de querer dar ese paso aún.

      –Quisiera saber más acerca del trabajo —dijo—. Estaba trabajando de niñera en Francia pero mi asignación terminó. He estado pensando en hacer algo a corto plazo, pero aún no estoy segura.

      Hubo un breve silencio.

      –Déjame ponerte al corriente. En este momento estoy desesperado. Acabo de pasar por un divorcio que me ha dejado bastante conmocionado. Los niños ni siquiera hablan de lo sucedido y necesito a alguien que los anime y con quien divertirse. Encima de todo tengo un proyecto laboral importante, con una fecha límite que está acaparando todo mi tiempo.

      Cassie se sorprendió ante el relato de Ryan. No esperaba que estuviera en una situación tan seria. Con razón estaba desesperado por conseguir a alguien que lo ayudara.

      El divorció debió haber sido traumático si había afectado tanto a los niños. Supuso que si Ryan los estaba cuidando su esposa debía haberlo dejado, probablemente por alguien más.

      No tenía idea de cuál era la respuesta correcta.

      –Eso suena muy estresante —dijo finalmente, para llenar el breve silencio.

      –Estuve haciendo llamadas porque no he tenido la oportunidad de poner un anuncio, y me siento tan confundido que no creo que pueda seleccionar a alguien nuevo. Todos los que han trabajado para mí no están disponibles. No me importa decírtelo, necesito ayuda. Estoy dispuesto a pagar el triple de la tarifa normal, y el trabajo durará un máximo de tres semanas.

      –Bueno… —comenzó Cassie.

      No podía forzarse a decir que no. Sería cruel, siendo que este hombre estaba en una circunstancia tan urgente. Sentía pena por él, y sería egoísta rechazar el empleo inmediatamente. Claramente estaba desesperado por conseguir ayuda, y la buena paga junto con el periodo acotado era tentador.

      –¿Por qué no vienes a conocernos? —Sugirió Ryan— ¿Tienes auto? Si no, puedo ir a buscarte a la estación. Pagaré por el billete, por supuesto.

      –Tengo auto —dijo Cassie.

      –Eso lo hace más fácil, te debería llevar unas cinco horas si el tráfico ayuda. Ahora te envío un mensaje con la dirección, y te devolveré el dinero del viaje si no te agradamos.

      –Está bien. Saldré mañana en la mañana. Debería llegar a la hora del almuerzo —dijo Cassie.

      Cortó el teléfono, aliviada de tener la oportunidad de pasar un tiempo con la familia antes de tomar una decisión. Si le agradaban, podría tener la oportunidad de hacer la diferencia en sus vidas, ofreciéndoles ayuda y apoyo durante un momento difícil.

      Cuando Ryan le dijo que se había divorciado recientemente, no esperó sentir tanta compasión hacia él. Al haber crecido en un hogar lleno de conflictos y haber perdido a su madre a temprana edad, ella entendía lo que era. Esta era una situación en la que ella sabía que podía ser útil para la familia.

      Cuando dejó su casa siendo una joven de dieciséis años desesperada y traumatizada, estaba decidida a seguir los pasos de su hermana y alejarse de los maltratos de su padre para siempre. Pero luego de escapar de su dominio rabioso, terminó en una relación dañina con su tóxico novio, Zane. Luego de viajar a Francia para huir de Zane, fue a parar a la pesadilla más grande de todas.

      Fuera de la ciudad, en un pueblo costero remoto, estaría escondida, a salvo y podría vivir en un ambiente familiar en el que se sentiría útil, esa había sido una de las principales razones por las que había querido trabajar como niñera desde un principio.

      Cassie esperaba poder utilizar su tiempo allí para sanar.

      CAPÍTULO TRES

      El viaje a la casa de Ryan Ellis le llevó más tiempo de lo que Cassie esperaba. Parecía imposible evitar el tráfico que obstruía las carreteras hacia el sur, y había dos zonas con obras viales en las que tuvo que tomar un desvío interminable.

      Al estar más tiempo