Amy Blankenship

Lluvia De Sangre


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avecinaba.

      Storm trató de evitar que le brillaran sus ojos por su amor a Lacey cuando ella le tocó suavemente, pero la amaba tanto que fue difícil. —El que estés aquí ahora hizo que valiera la pena cada gota que sangré —dijo honestamente, antes de levantar su mirada para fijarla en Ren—. Además, las consecuencias de tu muerte son una putada y eso es fácil de adivinar ya que no ocurrió.

      –Pero obviamente sucedió y lo borraste.

      Lacey sonrió adorablemente hacia él y se apretó contra él abrazándole con muchas ganas. —Ren y tú elegisteis salvarme —rectificó antes de retroceder para mirar a Vincent—. Si Storm te quiere junto a Chad, probablemente tiene una muy buena razón para ello.

      Vincent se serenó, entendiéndolo de repente. Estos dos poderosos hombres podían proteger a Lacey mucho mejor que él, ya lo habían demostrado. ¿Quién era él para quitarle esa seguridad?

      Suspirando dramáticamente, pestañeó hacia ella. —Bien, me has convencido. Ambos podemos ser fans del Caminante del Tiempo. Dejó a propósito el nombre de Ren en la lista de fans porque no le convencía del todo que el grandote fuera su novio, sólo un maldito buen guardaespaldas.

      Ren ignoró el hecho de que podía oír los pensamientos de Vincent, alto y claro. Para mí, ya había ganado la batalla por el mero hecho de que Lacey no había rogado ser la compañera de Vincent.

      –¿Así que, estás de acuerdo en formar equipo con Chad? —preguntó Lacey sonriendo feliz. No podía seguir enfadada con Vincent incluso si la pagaran, no cuando lo adoraba tanto. Se estremeció cuando la enorme pantalla del monitor de la pared de la derecha de repente estalló en pedazos y saltaron chispas por todas partes.

      Ren se frotó el caballete de la nariz y miró el monitor roto por un tiempo y luego usó sus poderes para arreglar rápidamente el daño que acababa de hacer.

      Vincent lanzó una suspicaz mirada hacia Ren antes de devolverle la sonrisa a Lacey. —Seguro, yo lo único que sé, es que a Chad le arañó el gato de un demonio y ahora tiene nueve vidas, bueno, ocho vidas —corrigió encogiéndose de hombros—. Supongo que le puedo enseñar.

      Se acercó a Lacey y le paso el brazo sobre los hombros sin ningún temor y luego se giró hacia Storm. —Entonces, ¿qué es lo que hace Chad exactamente para el EIP?

      –Chad es un policía de alto rango, aunque es el único policía humano que queda en la ciudad. Como muchas de las llamadas al 911 están siendo, por decirlo de alguna manera, un poco extrañas, hemos tenido que llenar la ciudad de policías paranormales, además de infiltrarnos entre los trabajadores de los servicios de rescate, hospitales y bomberos —respondió Storm.

      –Es comprensible —asintió Vincent, haciendo en silencio los cálculos de cuántos paranormales se necesitarían para hacer un truco como ese en toda la ciudad—. Después de la estampida que presencié esta noche a las afueras de La Cerveza de la Bruja, es un milagro que los humanos no caigan como moscas.

      Storm se estaba quedando exhausto de entrar y salir de la habitación rápidamente para que nadie notara lo que estaba haciendo. Afortunadamente, Ren estaba demasiado ocupado para notar su cansancio, pues se concentraba en que Vincent tocaba de nuevo a Lacey.

      Storm continuó con el mismo tema: —Es gracias a los esfuerzos combinados del EIP que las víctimas humanas se han mantenido al mínimo, pero incluso así, los depósitos de la ciudad están desbordadas. Los demonios están tratando de mantenerse fuera de nuestro radar, pero no me malinterpretes, es un trabajo muy peligroso pero perfecto para ti.

      –Sí, lo peor que puede pasar es que te maten dolorosamente, continuamente —dijo Ren, haciendo que sonara como algo divertido. ¿Quién iba a saber que podía llegar a ser tan mezquino?

      –Oh, creo que se me ha puesto la carne de gallina, inténtalo de nuevo con algo más duro —respondió Vincent a la puya con un tono aburrido.

      Storm interrumpió la guerra verbal antes de que se convirtiera en la primera muerte dolorosa de Vincent como miembro oficial del EIP. —Con tu experiencia en diferentes tipos de demonios y sus debilidades, serías de gran ayuda. Y no te preocupes, tendrás un arsenal de armas y no hablo de las habituales de la policía, tenemos el tipo de armas que le arruinan el día a un demonio.

      Lacey miró a Ren cuando Storm mencionó las armas. La verdad era, que ella estaba mirando a la mejor arma, pero después de lo que pasó en La Cerveza de la Bruja, comprendió que él también era la jodida bomba inestable que podía acabar con todos si perdía el control. Recordando cómo le había devuelto el control, se sonrojó y miró hacia otro lado.

      –Pero no olvides —recordó Storm a Vincent—, tu trabajo número uno es mantener a Chad a salvo hasta que Trevor salga de su escondite. Si te descuidas y te saca un demonio, eso dejaría a Chad sin apoyo hasta que revivas de nuevo.

      –Hablando de armas —dijo Vincent mientras le sonreía a Storm—. Una vez que el trabajo de niñera esté hecho, sugiero que tú y yo unamos fuerzas y vayamos a recuperar algunos objetos muy singulares que conozco, cosas que los demonios han escondido.

      –¿De verdad crees que vas a formar equipo con Storm? —preguntó Ren, levantando una ceja, sintiendo ganas de nuevo de destrozar a tiras a Vincent.

      Lacey se incomodó otra vez al escuchar los celos en su voz. El hombre parecía tener una vena posesiva muy grande y obviamente no quería compartir nada con Storm.

      –Tacaño —le acusó.

      Ren se encogió de hombros y dijo: —Me sorprende lo mucho que se cree este novato.

      Lacey puso ojos de asombro. —Oh, venga no le hagas casos, ¿cuántos años tienes, cinco? —Se alejó de Vincent y se acercó a Ren, estudiando su cara para poder ver cualquier señal de que su estado de ánimo mejoraría y probaría que su teoría era correcta.

      –Soy mucho más viejo que tú —se burló Ren, con una amplia sonrisa ahora que Vincent se había quedado solo.

      –Hiciste que el calentador de agua se rompiera mientras estaba en la ducha —respondió Lacey juguetonamente, ahora que tenía la prueba de que en su cercanía ella se sentía mucho mejor—. Así que mentalmente, eres mucho más joven que yo.

      –¿Quieres que vayamos a conocer a Chad? —preguntó Storm, tratando de distraerlo para que no se metiera en problemas. Lacey estaba aprendiendo rápidamente como calmar el lado oscuro de Ren, pero Vincent era mucho más lento en captarlo.

      –¿Es seguro dejarlos solos? —susurró Vincent, y luego levantó la voz para que le prestaran atención—. Por cierto, estoy casi seguro de que soy mayor que vosotros y los dos estáis castigados, aunque podría dejar que Lacey se lleve unos azotes, si quiere jugar limpio. Le sonrió tímidamente cuando se giró y después le miró directamente a los ojos.

      Storm rápidamente se acercó y teletransportó a Vincent fuera de peligro, cuidándose mucho de recordar bien la expresión del rostro de Ren. Tal vez haría un viaje especial de vuelta con una cámara mientras estaba allí.

      Ren parpadeó al no poder evitar mirar el extraño destello de luz que apareció delante suya. Y en lugar de agarrar al idiota que quería, terminó dando manotazos y mirando como un pedazo de papel revoloteaba delante de él. Lo atrapó en el aire con un gruñido frustrado.

      –¿Qué es esto? —preguntó Lacey, complacida por el hecho de que Storm había desaparecido una vez más con Vincent. Al menos confiaba en que Storm lo mantendría sano y salvo.

      –Parece que tu excompañero va a estar fuera de tu alcance por el resto del día —dijo Ren poniendo una cara triste, cuando la nota se desvaneció de repente y fue reemplazada por una imagen de su cara enrabietada—. Ja… Ja. Últimamente Storm estaba de muy buen humor. Sonrió con maldad cuando la imagen se convirtió en polvo deslizándose entre sus dedos.

      Ren giró la cabeza para mirar a Lacey y notó que sus ojos brillaban de buen humor. Ella seguía mirando su mano donde acababa de estar la foto.

      –Te gustó eso, ¿verdad? —preguntó él arqueando una ceja. Se le estaba haciendo difícil