Carlos Federico Torres

Gente de tango


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instrumental—; Patoteros —con la voz de Jorge Garré, futuro cantor de Fulvio Salamanca— y Me la nombra el viento, vocalizado por José Berón.

      En 1958, Nijenson incorporó a su orquesta al cantor Alberto Chino Hidalgo y en ese mismo año asumió la dirección artística de Radio del Pueblo.

      Al año siguiente, formó el llamado Cuarteto de Oro, que él mismo dirigía desde el piano y completaban Milo Dojman, en violín, junto con Mauricio Chulman y Ángel Álvarez, en bandoneones. Sin embargo, la excesiva retribución que solicitaba para las actuaciones del conjunto frustró todas las posibilidades del mismo, al punto tal que el cuarteto no llegó a concretar ninguna presentación.

      También creó un quinteto de cuatro bandoneones (Chulman, Daponte, Montes y Álvarez) y piano para actuar como número vivo en el cine teatro Ópera. Para estas actuaciones, adaptaba obras clásicas de modo que fueran ejecutadas por esa formación de raigambre tanguera. Las presentaciones se extendieron sólo por dos meses, pero representaron para el director y los músicos que lo acompañaban una experiencia valiosa que capitalizaron durante el resto de sus respectivas trayectorias.

      En 1961, participó al frente de su orquesta en una gira de cuatro meses de duración por Francia, Suiza, Alemania e Italia junto con una delegación artística que completaban Argentino Ledesma, Chola Luna, Fernando Ochoa, Carlos Acuña y el Trío Los Santos.

      Luego de varias experiencias fallidas con cuarteros y quintetos, en 1969 creó con el bandoneonista Juan Carlos Bera el cuarteto A Puro Tango del que quedó un interesante disco larga duración y con el que también, en ese mismo año, acompañó al cantor Enrique Campos en la grabación de veinticinco temas para el sello Magenta, incluyendo entre ellos dos con la participación de Carlos Cristal formando dúo con el recordado ex cantor de Tanturi.

      Estás en Buenos Aires, Discos de Gardel, Buenos Aires del cuarenta Por eso canto yo, Cuando seas mayorcito, Andate con ella, Nada más que un corazón y El viejo vals, este último en uno de los aludidos dúos con Cristal, son algunas de los más difundidas de esas versiones discográficas.

      A esas versiones, cabe agregar en ese mismo año una más —Un vals para mamá— que Campos con el acompañamiento del mencionado cuarteto realizó para el sello Alondra.

      Estas veintiséis grabaciones fueron, por otra parte, los últimos registros grabados por Campos, fallecido el 13 de marzo del año siguiente.

      En los inicios de la década del setenta la actividad de Nijenson se circunscribió a actuaciones individuales en locales nocturnos y confiterías, hasta que en 1973 brindó marco musical al frente de un cuarteto al cantor Horacio Casares para la grabación de un disco larga duración integrado por doce temas, entre ellos los tangos No la traiga, perteneciente a Héctor Gentile y Reinaldo Yiso que Alfredo Gobbi había grabado con la voz de Ángel el Paya Díaz, y Un desolado corazón, cuya música le pertenecía en colaboración con José Niesso.

      En 1974, se trasladó a la ciudad norteamericana de Chicago, donde vivió en casa de uno de sus hijos, destacado médico cardiólogo en esa ciudad. Allí, subsistió actuando como pianista en presentaciones similares a las que realizara en Buenos Aires durante los años previos a su viaje a Estados Unidos.

      A instancias de su esposa, regresó a la Argentina en 1979, radicándose junto con ella en Mar del Plata, ciudad en la que ambos fallecieron el 9 de mayo de 1983, como consecuencia de un escape de gas en el departamento que ocupaban.

      Según ha escrito Julio Nudler, «nunca quedó definitivamente dilucidado si el suceso fue producto de un accidente o de un pacto suicida entre ambos cónyuges». De todos modos, las crónicas de la época no dejaron dudas acerca de la primera alternativa, dado que se trataba de un gélido amanecer y el sistema de calefacción que el matrimonio empleó, según las pericias realizadas presentaba peligrosas fallas.

      Como compositor Nijenson dejó además algunas obras que obtuvieron trascendencia.

      Una de ellas, escrita en colaboración con el violinista José Nieso y con letra de Roberto Miró, fue el ya mencionado Un desolado corazón, tango que además de la grabación del cantor Horacio Casares ya recordada, registra la de la orquesta de Carlos Di Sarli con la voz de Oscar Serpa en 1954. Además, con versos de José María Suñé, quien se desempeñaba como representante de la orquesta de Miguel Caló, compuso la música de los tangos Yo quiero cantar un tango, Viento malo, Castigo, Sol y Decime qué pasó.

      Con letra de Carlos Bahr compuso Sin comprender, hermosa melodía que Miguel Caló grabó con su orquesta y la voz de Roberto Arrieta el 25 de abril de 1947, con la participación de Nijenson como pianista de la agrupación.

      También con versos de Bahr, compuso los menos difundidos tangos Siempre, Quise ser un Dios y La vendedora.

      En colaboración con el bandoneonista Alberto Di Paulo compuso la melodía de los tangos Buenos Aires ciudad tango y Muchacha esperada, a los que pusieron letra H. Onega y J. Digorado, respectivamente.

      También pertenecen a Nijenson los instrumentales Tango compadrón y Disco rayado, tema este último de curiosa melodía escrita en colaboración con Miguel Caló, en la que se intercala efectivamente el sonido de un disco rayado.

      La orquesta de Caló lo grabó el 27 de octubre de 1950, nuevamente con la participación de Nijenson como pianista.

      209. Omar, Nelly

      Cantante y autora nacida en la ciudad de Guaminí, en el suroeste de la provincia de Buenos Aires el 10 de septiembre de 1911. Su nombre real es Nilda Elvira Vattuone.

      En Guaminí, su padre era capataz de una estancia, y de quien heredó el gusto por el canto, dado que él era guitarrero aficionado.

      Nelly tuvo muchos hermanos, pero sólo dos mujeres siguieron sus pasos: Elena, apodada Gory, quien luego se casó con el poeta Julián Centeya, y Nélida.

      En 1924, se trasladó a Buenos Aires, a fin de realizar una prueba para integrar el elenco del conjunto de música nativo Cenizas del Fogón, al que fue incorporada en forma inmediata.

      El conjunto actuó en radio Rivadavia, y además de cantar, la futura Nelly Omar tuvo la oportunidad de concretar breves participaciones como actriz. En los años 1932 y 1933, en la misma emisora y en las radios Mayo y Splendid, las que ocupaban el mismo edificio, se presentó junto a su hermana Nélida para cantar a dúo.

      El repertorio de las hermanas Vattuone estaba integrado por temas camperos y géneros musicales típicos de la provincia de Buenos Aires como milongas, estilos y canciones, además de tangos, que en este caso estaban a cargo sólo de Nelly.

      Curiosamente, las hermanas decidieron a partir de entonces intercambiar sus nombres artísticos, y así Nilda pasó a ser Nelly y Nélida tomó el nombre de su hermana Nilda.

      Poco tiempo después la ahora Nelly se incorporó al elenco del conjunto Cuadros Argentinos, de características parecidas a los que había integrado con anterioridad.

      Con este grupo, participó en un radioteatro que se irradiaba por radio Stentor, presentándose también el mismo en diversos escenarios de barrios y ciudades del interior, bajo la dirección de los hermanos Julio y Alfredo Navarrine y de Antonio Molina, con quien se casó en 1935, matrimonio que duró sólo ocho años hasta su separación en 1943.

      En 1937, un gran plebiscito radiotelefónico realizado por la histórica revista Caras y Caretas, ya muy próxima a desaparecer, reconoció a Nelly como la cancionista más popular de la época.

      En 1938, en una actuación en un cine de la localidad de Valentín Alsina, el locutor la llamó «La Gardel con polleras», apodo con la que por mucho tiempo se la ha identificado.

      Por entonces, Nelly se presentaba asiduamente en las principales emisoras radiales, compartiendo el micrófono con Libertad Lamarque y Agustín Magaldi, quien pronto habría de fallecer.

      Los libretos de los programas pertenecían a Enrique Cadícamo y a Homero Manzi. Inició entonces con este último una relación amorosa que se mantendría hasta la enfermedad y muerte