Facundo Fagioli

La multiplicidad de la conciencia en Bert Hellinger y Henri Bergson


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consideramos su complejidad y continuo movimiento transformador. Es por eso que buscamos proponer, una particular forma de abordar el grupo conceptual que implica la conciencia, como concepto múltiple o en red, teniendo como base los aportes de ambos filósofos e incorporando las premisas del pensamiento complejo y sistémico.

      Debido a esto, consideramos que la múltiple vivencia del tiempo, las cualidades que componen la memoria, y el pensamiento intuitivo que propone Bergson, sumado a la memoria colectiva entrelazada con la individualidad y el enfoque fenomenológico que concibe Hellinger, nos permite pensar, en su interacción heterogénea, la complejidad de la conciencia.

      Dividiremos nuestro trabajo en dos partes enlazadas por un interludio. La primera dedicada a Bergson y su enfoque vital de la duración y la conciencia. La segunda dedicada a Hellinger y sus planteos acerca de cómo el inconsciente adquiere una dimensión que está más allá del sujeto, unido a lo que denomina conciencia familiar.

      A partir de esta relación y de los trabajos que han producido estos autores acerca de éste problema en sus obras principales, nos proponemos indagar las diferentes conciencias grupales que están vinculadas al sujeto, las cuales nos posibilitan un nuevo nivel de preguntas sobre las instancias principales de la conciencia.

      Al reconocer diferentes dimensiones que atraviesan al sujeto, pero no pueden reducirse a él, emergen diversas incógnitas que derivan hacia la construcción de otra de nuestras hipótesis, que propone un paradigma de la subjetividad, que establece la esfera colectiva como fundamento principal de la individualidad.

      Por eso creemos necesario destacar, además de sus similitudes y diferencias, que ambos tienen una concepción de la filosofía como expresión de una forma de pensamiento, pero también de la vida humana y especialmente de la experiencia comunitaria, como un acontecimiento primordialmente colectivo.

      La subjetividad se conforma en un contexto histórico y cultural que se expresa de manera dinámica y abierta, y desde este complejo entramado, se interpretan las experiencias del ser humano. Es por eso que el modo de filosofar que descubrimos tanto en Bergson como en Hellinger, suscita conceptos móviles que se retroalimentan y entrecruzan constantemente, y proporcionan un espacio sustancial a la vivencia misma del sujeto, que se completa y se complementa entrelazado con el plano conceptual.

      En este sentido, encontramos un movimiento que podríamos llamar paradojal, el cual se proyecta tanto en el conocimiento, como a la dinámica relacional intersubjetiva. Estas reflexiones nos permitieron construir la siguiente hipótesis: la multiplicidad y heterogeneidad, al mismo tiempo que permiten la diferencia, posibilitan la unión y la vinculación. Este fenómeno complejo, puede visualizarse a nivel conceptual, y en el movimiento conductual del ser humano.

      Así, surge una nueva hipótesis: el vitalismo de Bergson y Hellinger tiene aristas complementarias, una de las cuales, como veremos más adelante, implica la idea de que la conciencia, es un soporte sustancial al servicio de la vida. Su pensamiento está dirigido hacia la vida, incorporando las vivencias de la dimensión corpórea de la subjetividad. Aquí el cuerpo ocupa un rol central, ya que es la sustancia a partir de la cual se ejecutan y manifiestan todas las experiencias, desde el inicio hasta el fin de nuestros días. También observaremos en ambos, cómo las dualidades no se oponen en su totalidad ni se repelen, más bien son diferentes aspectos complementarios de una multiplicidad que las agrupa.

      Al ser filosofías abiertas, podemos incorporar una nueva hipótesis. Los conceptos elaborados por Hellinger y Bergson, pertenecen a conjuntos categoriales más abarcativos, donde cada uno de ellos se fundamenta con los demás. Desarrollar la denominación de conciencia, implica la comprensión de los problemas de tiempo, memoria, cuerpo, espíritu, vida y libertad.

      Todos estos términos mencionados no poseen definiciones cerradas, en ese movimiento de retroalimentación, pueden observarse los matices más significativos, ya que cualquier definición fija, inevitablemente se vuelve contra la propia vivencia, que se resiste a estar acabada e invariable.

      Este itinerario, nos permitirá tender puentes no sólo entre los autores, sino también hacer un recorrido por otras filosofías que se vinculan con estos problemas mencionados, posibilitándonos una indagación más completa sobre los desarrollos propios de cada uno de ellos.

      El análisis que realizan sobre la complejidad de la subjetividad, y su despliegue colectivo moralmente heterogéneo, nos sugiere la posibilidad de plantear la hipótesis de la importancia que implica la creación de una ética general (pero no global, como diría Foucault) que incluye la diferencia y diversidad cultural.

      El particular entrecruzamiento filosófico, que proponemos a lo largo de todo esta investigación, fundamenta nuestra última hipótesis, la cual, de ningún modo propone un cierre definitivo de este trabajo. En ella sostenemos que Hellinger, desarrolla en detalle aspectos de la conciencia que son intuidas por Bergson, en especial en la dinámica relacional y social, mientras que el francés detalla aspectos gnoseológicos que pueden plantearse como supuestos teóricos del alemán.

      Así, al entrelazarlos, consideramos que es posible un abordaje más esclarecedor y complejo de esta multiplicidad fractal de la conciencia.

      Debido a todo el planteo que guía esta investigación, nuestras hipótesis no guardan un ordenamiento estricto que realice un recorrido de lo general a lo particular, sino que mantienen una ilación dinámica y múltiple. Es por eso que no tenemos la pretensión de culminar emulando un sistema cerrado, donde cada elemento encaja y todo se encuentra lleno. Consideramos que el quehacer filosófico implica un espacio que da lugar al vacío, a lo imprevisible, territorio en el cual se incuba y pergeña lo nuevo. En ciertas ocasiones irrumpe como un rayo que corta el aire y genera un fuerte estruendo, y en otras se sedimenta poco a poco y en un movimiento casi imperceptible brota con abundancia desde todos los rincones con una fuerza arrasadora. Es por eso que lo que se intentará es trazar un recorrido que suscite nuevos cuestionamientos sobre algo tan cercano y a la vez incierto, y misterioso, como lo es la conciencia.

      La conciencia es uno de los espacios más peculiares y fecundos del fenómeno vital. A lo largo de la historia, este proceso se ha destacado especialmente como uno de los atributos principales del ser humano. En un sentido preeminente somos conscientes de la muerte y quizá desde allí parte nuestro intento por explicar, comprender, crear y dar sentido a la experiencia vital que habitamos.

      Hay ocasiones en las que reconociendo aspectos inabarcables, acontecimientos misteriosos e insondables, a los cuales nuestra finitud no es capaz de acceder, la conciencia intenta de todos modos romper sus propios límites. Podemos reconocer diferentes sistemas filosóficos que establecen distintas facultades que posee la conciencia. Grandes pensadores de la historia han dedicado toda su obra a poder definir cuáles son los límites, las propiedades y atributos de la conciencia.

      Así reconocemos que la estructura que configura los lindes de la misma, posibilita al mismo tiempo la facultad de conocer, crear, desentramar y abarcar una multiplicidad de experiencias en forma constante y dinámica. Sin conciencia todas las potencialidades más básicas de nuestra especificidad serían imposibles, es por eso que hablar de conciencia implica