de un fragmento de análisis del ello a un fragmento de análisis del yo […] el hecho decisivo es que los mecanismos de defensa contra los peligros del pasado retornan en el curso del tratamiento bajo la forma de resistencias contra la curación, cual si esta fuese considerada por el yo como un nuevo peligro”.
Siendo las resistencias en sí mismas inconscientes, hay resistencias contra la concientización de las mismas y
“el análisis solo cuenta con ciertas y limitadas cantidades de energía, para oponerlas a las fuerzas adversas”.
Pero yo no peleo ni contra las resistencias ni contra los instintos; en tanto se llevan bien, los acompaño, al Yo, con más o menos resistencias y al Ello en sus conexiones con el mundo externo. Intervengo, como pasa con los chicos, cuando se establece un conflicto entre ellos, pero soy imparcial, cada uno tiene sus razones, actuales e históricas y me meto a analizar y dilucidar las razones de cada uno. Aclaro que cuando digo que estalla un conflicto me refiero a cualquier nivel de conflicto, desde una formación sintomática (acto fallido, sueño), pasando por cualquier conducta que resulte distónica para el paciente (y no solamente para mí) hasta un conflicto de gran envergadura. También intervengo cuando esa conducta resulta incongruente con el medio: la patología puede ser del paciente o del medio ambiente y en este caso vamos viendo juntos cómo enfrentarla. Está claro que tanto Freud como yo hablamos de pacientes de nivel neurótico en el que se juega esencialmente el conflicto intrapsíquico.
VI. Pasa Freud a hablar de resistencias de otras clase
“… que parecen depender de condiciones fundamentales del aparato psíquico”.
Ante todo la viscosidad o la mayor movilidad de la libido así como un tipo de entropía psíquica que Freud califica como “resistencias” del Ello. Pero ¿son en sí resistencias o son características biológicas de los instintos? ¿Serían, si lo fueran, resistencias contra qué? ¿Contra el intento del terapeuta que trata que el paciente sea diferente a lo que es? ¿Serían resistencias del Ello contra qué? ¿Contra el Ello mismo? Aunque entiendo que a veces una parte del Ello aliada al Yo se oponga a otra parte del Ello, constituyendo el conflicto neurótico.
Y aquí llegamos a un conflicto (¿conflicto o dialéctica?) dentro del mismo Ello:
“… el comportamiento de los dos protoinstintos, su distribución, su fusión y desfusión; fenómenos que no es posible concebir limitados a una sola región del aparato psíquico, sea ésta el Ello, el Yo o el Superyó”.
Tras referirse a la “fuerza tenazmente opuesta a la curación” culmina refiriéndola al protoinstinto de muerte ligado “en cierto modo psíquicamente, por el Superyó” y que se manifiesta como “sentimiento de culpabilidad y necesidad de castigo” [este párrafo está resumido y reorganizado por mí].
Habla luego de la tendencia al conflicto como producto de la intervención de la agresividad libre.
“Después de todo, ya admitimos que en el curso de la evolución desde el estado primitivo al del hombre civilizado, prodúcese una considerable internalización, una orientación de las tendencias agresivas hacia dentro…”.
Termina esta sección desarrollando el tema de la segunda teoría instintiva cotejándola con la teoría de Empédocles, para quien los dos principios que gobiernan el suceder cósmico son el amor y la discordia mientras que Eros e instinto de muerte gobiernan el suceder de la sustancia viva.
Queda sin aclarar qué hacemos los psicoanalistas frente a la reacción terapéutica negativa, al sentimiento inconsciente de culpa y a la vuelta de la agresión contra sí mismo. Creo que Freud le prestó hasta aquí poca atención al Superyó, la instancia que, por un lado, comanda la represión de los instintos sexuales así como la vuelta de la agresión contra sí mismo. Con respecto a la represión, se supone que se deben analizar y desenmascarar las tendencias instintivas inconscientes. En el caso del sentimiento inconsciente de culpa, que Freud no plantea acá cómo lo enfrentamos, debemos considerar la desmezcla instintiva que libera las tendencias de muerte y las separa de Eros. Mi respuesta (no la de Freud) es que se combate con el mismo trabajo analítico que, en tanto puesta en juego de Eros, tiende a contrarrestar la desmezcla que, en general, se da en el Superyó. Como dije, no puedo decir que esta sea la opinión de Freud; es la mía, pero en principio no creo que se opusiera: me dio todos los instrumentos para que yo piense así.
VII. Para Ferenczi “el análisis no es un proceso sin fin, sino que puede ser llevado a su término natural”. [Freud no plantea cuál es el término natural] “siempre que el analista tenga la necesaria idoneidad y paciencia”.
Con respecto al analista, Freud plantea la necesidad de un análisis didáctico, en principio corto, aunque piensa que el analista “debería someterse periódicamente a un análisis, por ejemplo cada cinco años…”.
Con respecto a la terminación del análisis, es “una cuestión práctica”.
Me parece importante esta conclusión: la plantea luego de haber desarrollado todas las dificultades, las resistencias que se dan en el curso del análisis; este fin práctico es consecuencia de un profundo conocimiento acerca de los factores que enferman al paciente y las dificultades para su abordaje. El objetivo lo expresa con respecto al análisis del carácter, o sea más allá de la curación sintomática:
“no se tomará por meta el pulir todas las características humanas en favor de una normalidad esquemática, ni aún exigir que el sujeto ‘analizado a fondo’ sienta ya pasión alguna, ni produzca conflicto interior. El análisis ha de asegurar las condiciones psicológicas más favorables para las funciones del Yo; alcanzado este fin, su misión queda cumplida”.
VIII. Llegamos aquí al límite del trabajo psicoanalítico: la ‘roca virgen’2, la envidia fálica y la angustia de castración, o sea aquello que se implantó como amenaza de castigo a las tendencias edípicas, una historia que se hizo biología, que se hizo un instinto en oposición a otro instinto. Según la hipótesis que planteó Freud en Totem y tabú, tiene que ver con la instauración del totemismo, introyección del padre muerto que amenaza al hombre con la castración y a la mujer como un ser castrado que anhela el falo. Creo sin embargo que la toma de consciencia que la diferencia de los sexos no presupone la castración de la mujer y la amenaza de castración en el hombre no ocupa la totalidad del psiquismo humano sino que se limita al tabú del incesto ya que de extenderse desaparecerían la sexualidad y la humanidad. De todos modos el tabú del incesto se constituyó no sé cuántos miles (o millones) de años atrás y forma parte de la herencia genética humana. Es el punto límite del análisis: tampoco sé qué pasaría si con el análisis lográramos superar esta resistencia y volviésemos a establecer la satisfacción del incesto (hasta ahora no he logrado hacerlo).
Reflexiones finales
Me parece que Freud ha logrado una excelente integración entre la experiencia clínica y la teoría: integración que incluye las contradicciones que se plantean entre ambas y los intentos de resolverlas. El análisis ¿es terminable, o interminable? La respuesta está dada en la práctica: termina cuando el analizado y el analista dejan de verse; creo que no hay un concepto absoluto de una terminación sino que esta es relativa a cada situación analítica particular.
Quiero cotejar los desarrollos de Freud, al final de su vida (1937), con los míos (que soy mayor que el Freud que escribió este trabajo, cosa que por supuesto no me otorga superioridad alguna con respecto a él). Las circunstancias no son las mismas. ¿Qué es el análisis hoy? Creo que se llama psicoanálisis a muchas corrientes teóricas y clínicas muy diferentes entre sí y no me cabe duda de que muchos colegas pueden considerar que lo que yo hago no es psicoanálisis, pero que ya nadie tiene la autoridad para decir “esto es el psicoanálisis”. Y mi práctica analítica es muy diferente a la de Freud a pesar de que me siento muy compenetrado de su pensamiento. Y para Freud era muy importante definir qué es el psicoanálisis, si es terminable o no. Y en la época de mi formación era importante definir qué es el psicoanálisis, tal vez más importante que la evolución del paciente, aunque no es