Dr. Sam Waldron

El fin de los tiempos


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interpretación preterista de este pasaje es adoptada típicamente por los postmilenaristas. Esta afirmación de J. Marcellus Kik personifica la mala interpretación preterista y postmilenarista de este pasaje:

      Tal vez la gran piedra de tropiezo para la aceptación de la posición postmil es el malentendido del término “nuevos cielos y nueva tierra”. Muchos consideran esto como un concepto material en lugar de un término descriptivo de la economía del evangelio… Que esas palabras no son inaplicables a una revolución de una naturaleza moral y espiritual, lo podemos aprender de la descripción análoga de Pablo del cambio producido en la conversión (2 Cor.5:17; Gál. 6:15) y de la aplicación de Pedro de este mismo pasaje, “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2.Ped..3:13).19

      Tales intérpretes entienden los nuevos cielos y la nueva tierra en una manera espiritual, es decir, no material, y como una referencia a la era del evangelio después de la destrucción de Jerusalén. El Nuevo Testamento en general y 2 Pedro 3 en particular no dejan lugar para este entendimiento. En 2 Pedro 3 hay tres consideraciones que lo refutan:

      Primera, en este pasaje, el sujeto bajo consideración es la segunda venida literal de Cristo. La “promesa de la parousia” es probablemente una referencia a Hechos 1:11 entre otros pasajes. La referencia, claramente, no es a una venida espiritual. Una venida así no era el objeto que producía la burla del versículo 4. Los burladores estaban negando la posibilidad de cualquier interrupción sobrenatural de la uniformidad de la ley natural (v. 4). En 2 Pedro 3:3 el texto hace de los nuevos cielos y la nueva tierra una expectativa que aguardamos “según Su promesa” – y en este contexto la promesa no puede ser otra cosa que la promesa de la segunda venida de Cristo.

      Segunda, en 2 Pedro 3 se tiene presente una destrucción material del mundo por fuego. Esta destrucción encuentra su analogía en la destrucción material del mundo por agua en el diluvio (vv. 6, 7, 10, 12).

      Tercera, la crisis considerada en 2 Pedro 3 no trae la conversión de los impíos, sino su destrucción (vv. 9-12).

      Una segunda interpretación falsa es desenmascarada por la simplicidad del esquema de Pedro. El Dispensacionalismo clásico, tal como es personificado en la Biblia de Scofield enseña que el día del Señor se extiende desde la segunda venida de Cristo hasta el final del milenio 1.000 años después.20

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      Además de la manera en que esta perspectiva distorsiona el esquema de Pedro de las últimas cosas, hay dos objeciones poderosas a esta teoría. Primera, carece de base exegética. Su base es simplemente las presuposiciones del Premilenarismo Dispensacionalista y la necesidad de justificar este esquema en la atmósfera hostil de 2 Pedro 3:3-13. Es inventada, es decir, para hacer que su esquema encaje en este pasaje. Segunda, esta teoría da lugar a un entendimiento forzado y antinatural de 2 Pedro 3:3-13. Nuestra objeción no es que el Día del Señor es literalmente un día de 24 horas, sino que está basada en las siguientes consideraciones:

      1 El versículo 10 no tendría que decir “en el cual” sino “al final del cual”.21 No obstante, el significado natural de 2 Pedro 3:10 es que, cuando Cristo viene el mundo es destruido inmediatamente (no 1.000 años mas tarde).

      2 Este entendimiento contradice la implicación clara del pasaje de que la destrucción del Día del Señor es una destrucción rápida (Mat. 24:37-44; Luc. 17:22-27). La analogía del ladrón (v. 10) implica una destrucción rápida (Mat. 24:42, 43; 1 Tes. 5:2ss.). Una destrucción que tiene lugar durante un período de 1.000 años es cualquier cosa menos rápida y repentina.

      3 Esta teoría ignora el hecho de que en el Nuevo Testamento y en 2 Pedro 3:3-13 el día del Señor es un sinónimo de la parousia. Afirmar que el día del Señor dura 1.000 años es afirmar lo mismo con referencia a la parousia. El versículo 9 deja claro que la alternativa al arrepentimiento antes de la parousia es perecer. Una parousia o día del Señor de 1.000

      años socava lo descarnado de esta alternativa.

      4 Las analogías del diluvio y el día del Señor minan esta teoría. El día del Señor, como el diluvio, es un evento catastrófico no un período de tiempo que dura toda una era.

      Hemos estado examinando el asunto del juicio general por medio de estos pasajes. Este pasaje ciertamente trata este asunto.

      Claramente el tiempo de este juicio es la Segunda Venida de Cristo. Ya se ha mostrado que la promesa de la Segunda Venida de Cristo es el asunto dominante de este pasaje. Las frases “día del Señor”, y “día de Dios”, también se refieren a este evento como se ha mostrado. Observa especialmente la conexión del versículo 7 con los siguientes versículos y ve cómo Pedro pasa inmediatamente del día de juicio a la promesa de Su venida. Observa también el versículo 10 donde el día del Señor “en el cual los cielos pasarán” es obviamente una referencia a la promesa de Su venida, la cual ha formado el asunto del versículo 9. Esta identificación es confirmada por la afirmación de que “vendrá como ladrón”. En Mateo 24:43 esta misma frase se usa con respecto a la venida del Hijo del Hombre. Observa también el versículo 12, donde “la venida del día de Dios” es el tiempo en el que los cielos y los elementos serán quemados. Claramente, el día de Dios es equivalente al día del Señor y la venida de Cristo. En el versículo 13 es la “promesa” de Su venida, la cual se considera como precipitando no sólo la destrucción del mundo presente, sino la venida de “cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.”

      El alcance de este juicio claramente no es otra cosa que universal. El mundo como un todo es destruido (v. 7, “los cielos y la tierra”; v. 10, “los cielos y los elementos”; v. 12, “los cielos y los elementos”). El paralelismo con el diluvio, que se encuentra en el versículo 6, fortalece esta afirmación del carácter universal de este juicio. Es más, la mención de los nuevos cielos y la nueva tierra en el versículo 13 claramente declara su universalidad.

      Los resultados de este juicio tampoco dejan lugar a la duda. Está la destrucción eterna de los malos. La destrucción eterna de los malos está implícita en la destrucción universal del mundo presente que trae el juicio. Es mencionada explícitamente en las referencias a su destrucción en estos versículos. El versículo 7 habla del “juicio y de la perdición de los hombres impíos”. El versículo 9 dice que los que no se arrepientan “perecerán” en la venida de Cristo.

      También la bendición eterna de los piadosos claramente es un resultado de este juicio. El versículo 13 afirma que este juicio será el preludio de los nuevos cielos y la nueva tierra. Esto es claramente una referencia al estado eterno de los justos (Apo.21:1ss.).

      Conclusiones Generales

      Los tres pasajes principales del Nuevo Testamento afirman claramente que el tiempo del juicio venidero es la segunda venida de Cristo, los resultados del juicio venidero son vida eterna y castigo eterno, y el alcance del juicio venidero es general o, en otras palabras, absolutamente universal. Son lo suficientemente claros cuando se les considera separadamente. Cuando se les considera juntos y en conjunción con las otras muchas referencias al juicio general en el Nuevo Testamento, son absolutamente concluyentes a favor de un juicio general en la Segunda Venida de Cristo que marca el comienzo del estado eterno.

      La implicación inevitable de esto es que el premilenarismo está excluido como el esquema bíblico de las últimas cosas. No hay lugar para un reino milenario habitado por hombres naturales, subsiguiente a la segunda venida de Cristo. Puesto que toda forma de premilenarismo requiere ese tipo de reino, el premilenarismo no puede ser reconciliado con esta estructura absolutamente fundamental de la enseñanza bíblica sobre las últimas cosas, su propia doctrina del juicio final.

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