existen otras dimensiones de análisis posibles, especialmente aquellas que se refieren a lo educativo como intersección de intereses entre el capital y el trabajo en el mismísimo ámbito de la producción, es decir, en la fábrica y, por lo tanto, fuera de la órbita espacial de la escuela pública tradicional.35 Sabido es que esta problemática existió incluso antes de haberse desarrollado y desplegado la idea de “educación popular” estatal hacia las clases obreras y como parte del proceso de consolidación del Estado capitalista hacia el siglo XIX, tal como queda expresado en Repensar la escuela. Subjetividad, burocracia y crítica de Ian Hunter.
La noción de educación popular a partir de los años 60 será identificada –según los escritos del pedagogo brasileño Paulo Freire– con los intereses de las clases populares y presentada como una herramienta con un fuerte sentido liberador, sustancialmente diferente a la concepción liberal que nos describe Hunter en su trabajo.36
En ese sentido podemos identificar que tanto los empresarios como los trabajadores contaron con estrategias propias acerca del rumbo que debía seguir el proceso educativo y su relación con el espacio de producción. Creemos que no se trata solo de ver esta dimensión como una revisión crítica de aspectos específicos, tales como la educación técnica o la llamada formación profesional, sino que por historia y trascendencia tanto los empresarios como los trabajadores concibieron perspectivas propias de lucha y resistencia sobre un terreno en el que, además, iban a encontrar en el Estado a un tercer protagonista político –de relativa imparcialidad– como garante de las condiciones de confrontación. Los capitalistas desde los orígenes del sistema intentaron diseñar un sistema educativo conforme a sus tiempos y su legislación fabril, incluso pese a las regulaciones del incipiente Estado y su política de gestión pública.37 Asimismo, también es factible identificar tempranamente en los trabajadores –recordemos las experiencias escolares anarquistas y socialistas de fines del siglo XIX– estrategias educativas e incluso de políticas y concepciones propias sobre su formación integral, además de reivindicar sus saberes productivos.38
También consultamos obras generales sobre la temática educativa que tratan el vínculo educación-trabajo de una manera conceptual y problematizadora. Al respecto podemos citar el libro de Alberto Ciria, Política y cultura popular: la Argentina peronista, 1946-1955, la compilación de Moacir Gadotti y Carlos Alberto Torres Educación popular, crisis y perspectivas, el libro de Noemí M. Girbal-Blacha, Adrián Gustavo Zarrilli y Juan Javier Balsa Estado, sociedad y economía en la Argentina (1930-1997), la investigación especializada en el campo educativo de Adriana Puiggrós, “Peronismo: cultura política y educación (1945-1955)”, y obras más generales como las del brasileño Carlos Rodrigues Brandão, La educación popular de ayer y de hoy.39
Finalmente, referenciamos la compilación Trabajadores y educación en la Argentina,40 que reúne un conjunto de investigaciones que analizan las iniciativas llevadas a cabo por empresarios y trabajadores desde los años 40 hasta los 70 en la Argentina, centradas, particularmente, en torno a las luchas por el control de la producción y las formas alternativas de educación impulsadas por empresarios y trabajadores.
Procesos y conceptos clave
En este apartado expondremos procesos y conceptos considerados clave para el análisis y desarrollo de este libro, destacando, particularmente las nociones de a) proceso de trabajo y control capitalista:la fábrica como espacio de disciplinamiento y conflictividad, b) descalificación, autovalorización y saberes de los trabajadores, c) ley fabril, reglamentos y códigos, y d) relación entre salarios, productividad y control de la producción.
Proceso de trabajo y control capitalista: la fábrica como espacio de disciplinamiento
Entendemos el proceso de trabajo como toda actividad orientada a la elaboración de valor, producto de un complejo mecanismo de producción y reproducción de la realidad social, multicausal respecto de sus manifestaciones y eje principal de la historicidad del capitalismo. Es la subsunción del trabajo y de las fuerzas productivas en el capital, lo que constituye el núcleo fundamental en el proceso de trabajo industrial.
En este sentido, consideramos la socialización capitalista como subordinación de todas las condiciones de vida bajo las exigencias de una organización social cuyo funcionamiento se configura según estrictas relaciones de valor; en definitiva, como socialización mediante la abstracción.41 Desde estos principios analizamos los mecanismos que diseñan las condiciones sociales de producción a la misma impronta que le asigna el capital. En concreto, se trata de prestar especial atención a los complejos procesos de trabajo y valorización de la producción industrial variando su predominio y combinatoria según la naturaleza del capitalismo argentino en la etapa 1935-1955.
Asimismo, en tanto mecanismos necesarios para la producción y la reproducción de la realidad social, presentamos el control y disciplinamiento como parte constitutiva del proceso de trabajo con perfiles particulares en el caso de las nuevas industrias metalúrgicas en la Argentina. Desde esta perspectiva, analizamos la fábrica Siam como un espacio organizacional dentro del cual opera la necesaria transformación de la fuerza de trabajo en trabajo efectivo exigida por la acumulación de capital según los diferentes momentos históricos analizados. Por ello, entendemos que la organización del proceso productivo está basada en el eje del control y en conseguir la progresiva homogeneización y descualificación de la fuerza de trabajo,42 siendo fundamental para todo ello la racionalización tecnológica sustentada sobre la división laboral entre concepción y ejecución, tal como sucedió en la organización económica productiva de la empresa Siam. Es en esta dirección en que la cuestión del control se presenta como una de las claves explicativas de la realidad del espacio fabril, ya que expresa la complejidad de las relaciones sociales que forman el proceso de trabajo como proceso de valorización. En este sentido, el concepto de control es entendido como un fenómeno subordinado a la transformación del plusvalor en capital; por ello, sustentamos en este libro que es la relación con la generalidad de la reproducción lo que le otorga al control su sentido estratégico respecto de la configuración de la fábrica como una de las instituciones constitutivas del espacio de lo sociopolítico en la medida que resulta fundamental para posibilitar la reproducción del capital como sujeto social dominante.43
A partir de lo dicho, entendemos que la historia de la regulación capitalista de la fuerza de trabajo se concibe como la búsqueda de técnicas disciplinarias interiorizadas en la constitución misma del proceso productivo con la finalidad de obtener máxima productividad. Es necesario analizar las variadas prácticas desarrolladas por los trabajadores para resistir y bloquear mediante la lucha social estos procesos de tecnificación/explotación productiva,44 así como también atender las condiciones de su activación laboral, en la medida en que permiten dar cuenta de los entrecruzamientos que se producen dentro de las técnicas disciplinarias. En este sentido, los estudios sobre la aplicación de las estrategias de control capitalista sintetizadas en las técnicas de taylorización y fordización en la producción industrial se presentan como claves para un análisis microfísico más complejo del proceso de subordinación del trabajo al capital en el marco de las unidades fabriles de mediados del siglo XX, representado en este estudio en el marco de las relaciones sociales capitalistas que atraviesan la historia de la empresa Siam Di Tella.
Es claro que la disciplina en el trabajo, como sumisión colectiva, aparezca sobre todo en la fábrica, en donde el control opera sobre el propio proceso de trabajo. La disciplina pasa a estar cada vez más fundada en las necesidades objetivas del desarrollo del proceso de trabajo y se expresa en un mecanismo objetivo: la máquina. La máquina ejercerá como funciones principales el disciplinamiento y la producción y disciplinará en el sentido de que el obrero deberá obedecer a la ciencia y no a su jefe. Por ello, el control ejercido por la vigilancia directa en las primeras fábricas pudo ser sustituido con el maquinismo por un doble proceso de objetivación e interiorización de la disciplina. La disciplina de fábrica no encuentra su fundamento en la división técnica del trabajo;