novela es un lugar donde los ciudadanos se vuelven mártires del cristianismo, oponiéndose a los regímenes imperiales del pasado, tal como lo hizo san Eustaquio, tal como se cree que hicieron los próceres bolivarianos.
Sin embargo, no debemos olvidar que este desplazamiento es una más de las operaciones utilizadas por este y otros autores. Cabe recordar que el mismo Campos Coello publicó su versión de varias leyendas de origen amerindio en las revistas y periódicos que fundó y dirigió, o en las que fue asiduo colaborador. De manera que, así como escogió en su novela Plácido huir de América y sus conflictos partidistas, para llevar a cabo un intento de crítica social trascendental, también fue capaz de mirar el bagaje vernáculo de la oralidad americana, en busca de las raíces de la nación ecuatoriana. Algunos ejemplos de aquellas leyendas, todavía no estudiadas por los historiadores y críticos literarios, son Tradiciones históricas. Huainacapac (1890), El reino del Dorado (Crónica del siglo XVI) (1895), La hija de Atahualpa. Crónica del siglo XVI (1894), La veturia de los Incas (Crónica del siglo XV) (1894), El undécimo Shiri de Quito (Crónica del siglo XIII) (1894).7
En resumen, el Estado implantado por García Moreno impuso los dogmas teológicos del catolicismo como una estrategia para cohesionar un conglomerado social ubicado al borde de la disgregación política y simbólica, debido a sus diferencias culturales. Muchos letrados de diversas tendencias participaron directa o indirectamente en la ejecución de esa directriz. La religión católica actuó en ese entonces como un elemento unificador más efectivo que cualquier otro, porque era compartido por la mayoría de la población del territorio, y por ello permitió continuar con la fundación de la nacionalidad ecuatoriana. De alguna manera, en esta novela existe un regreso a la noción primitiva de la religión, identificada con el culto al Estado, que, en este caso, se confunde con la nación. No obstante, conforme el laicismo ganaba terreno, el sentido de la religión nacional se desplazó de la defensa del catolicismo a la celebración del surgimiento militar y heroico de la patria, como ocurre en las novelas cívicas e históricas de Teófilo Pozo Monsalve8 y Carlos R. Tobar.9 Ahora bien, en todas estas novelas, Estado y nación se confunden en un solo destino. Esta es quizá la peculiaridad más notable de esta novelas fundadoras de la nacionalidad ecuatoriana.10
1. La primera en notar la importancia de esta obra fue Flor María Rodríguez-Arenas, quien, junto a otros lectores, editó el dossier “La novela ecuatoriana del siglo XIX”, en Kipus: revista andina de letras, volumen 29, Quito, Universidad Andina Simón Bolívar-Corporación Editora Nacional, I semestre, 2011, pp. 17-152.
2. Ángel F. Rojas, La novela ecuatoriana, “Colección Tierra Firme n° 34”, Primera edición, México, Fondo de Cultura Económica, 1948.
3. Juan León Mera, Cumandá, o un drama entre salvajes, Imprenta del clero, 1879. Fue escrita en 1877.
4. Francisco Campos Coello, Plácido, novela, Guayaquil, Imprenta i encuadernación de Calvo i Ca., 1871.
5. Cfr. Patricia G. Carrasco, “Hagiografía e invención en Plácido (1871), novela de Francisco Campos”, en Rodríguez-Arenas, op. cit., p. 53.
6. Juan Montalvo, Capítulos que se le olvidaron a Cervantes. Ensayo de imitación de un libro inimitable, 1ra edición, Besanzón, Imprenta de Pablo Jacquin, 1895.
7. En la bibliografía consigno estas y otras obras que no han merecido aun la atención de los estudiosos.
8. Teófilo Pozo Monsalve, Entre el amor y el deber: escenas de la campaña de 1882 y 1883 en el Ecuador, Cuenca, Impreso por Andrés Cordero, agosto de 1886.
9. Carlos R. Tobar, Relación de un veterano de la Independencia, en Revista Ecuatoriana, Quito, Tomo III, 1891, pp. 21-30, 56-61, 109-115, 153-157, 190-196, 236-242, 271-276, 352-357; Tomo IV, 1892, pp. 29-37, 56-62, 158-63, 231-234; Tomo V, 1893, pp. 21-27, 135-142, 202-207, 281-286.
10. Este prólogo está basado íntegramente en las referencias y argumentos que sobre esta novela constan en mi trabajo titulado Las máscaras de la patria. La novela ecuatoriana del siglo XIX como relato del surgimiento de la nación (1855-1893). Tesis doctoral en Literatura Latinoamericana, Quito, Universidad Andina Simón Bolívar, 2016. Algunos de estos párrafos son paráfrasis de los que integran aquel documento.
Plácido cuenta con cuatro ediciones anteriores, todas impresas en Guayaquil. La primera, con el subtítulo de novela, fue editada en formato de libro en 1871. Paralelamente, la segunda edición, con el subtítulo de novela relijiosa [sic], se publicó incompleta, por entregas, de marzo de 1871 a enero de 1872, en La esperanza. Periódico relijioso y literario. La tercera fue publicada como anexo en Guayaquil. Revista de Literatura, Ciencias y Artes, a partir del nº 38-39, del 28 de abril de 1895.11 La cuarta, subtitulada novela original, vio la luz como libro en 1896. Hemos procurado utilizar la edición príncipe de 1871, en formato de libro, pero no ha sido posible con todo el texto, debido al estado precario de los materiales y lo difícil que ha resultado por ese motivo el levantamiento del texto. Por esa razón hemos trabajado también con la edición de 1896. En todo caso, las cuatro ediciones anteriores a la presente se publicaron cuando su autor estaba vivo, de manera que bien pudo haberlas revisado y autorizado. Con todo, no existen diferencias significativas entre ellas, y las notas de esta edición dan cuenta de ese proceso creativo de revisión y reedición.
Como ocurre con las novelas de esta colección, se brinda las siguientes herramientas a los lectores contemporáneos. En primer lugar, hemos modernizado y estandarizado la ortografía y puntuación, procurando respetar el estilo del autor y reflejar el uso de la época. También aportamos ayudas sobre el vocabulario, cuando se trata de usos arcaicos o especiales, que no se pueden hallar fácilmente en diccionarios de uso o académicos, y requieren de cierta pericia en la exploración lexicográfica. Adicionalmente, se anotan algunas referencias y aclaraciones históricas o temáticas, que demandan de cierto conocimiento específico sobre el contexto de la época o el contenido de la novela, algo probablemente difícil de deducir para lectores no especializados. Con estos cambios, observaciones y añadidos, podríamos asegurar que la presente es la edición más completa de esta novela hasta la presente fecha.
Debo agradecer a quienes me asistieron en la traducción del latín al español de dos fragmentos delicados. A Patrizia Di Patre por su asesoría sobre el pasaje referido a San Dionisio, especialmente, por aclararme sus implicaciones teológicas. Del mismo modo, a José Miguel Haro Zambrano, por su ayuda con el acertijo que el personaje de Quintiliano descifra en la primera parte de la novela.
Bibliografía
Campos, Francisco, “La hija de Atahualpa. Crónica del siglo XVI”, en Guayaquil. Revista semanal de Literatura, Ciencias y Artes, nº 20, 16 de diciembre, pp. 229-231; nº 23, 6 de enero, pp. 262-265; nº 24, 13 de enero, pp. 281-284; nº 25, 20 de enero, pp. 291-295; nº 26, 27 de enero, pp. 300-303; nº 27, 3 de febrero, pp. 313-315; nº 28, 10 de febrero, pp. 329-331, Guayaquil, 1895.
Campos Coello, Francisco, Plácido, novela, Guayaquil, Imprenta i encuadernación de Calvo i Ca, 1871.
Campos Coello, Francisco, Plácido. Novela relijiosa, en La esperanza. Periódico relijioso y literario, nº 5, Guayaquil, Imprenta i Encuadernación de Calvo i Ca., 10 de marzo de 1871, pp. 58-60; nº 6, 25 de marzo, pp. 69-72, nº 7, 10 de abril, pp. 81-84; nº 8, 20 de abril, pp.