Como vemos, el mundo religioso está dramáticamente escindido. El hombre que lo vive corre el riesgo de sucumbir a la esquizofrenia. Para evitarla suele recurrir a uno de estos tres expedientes: realizar un compromiso entre ambos mundos, viviendo la mayor parte de la vida en el mundo profano, pero accediendo a veces al sagrado; renunciando lo más perfectamente posible al profano, para vivir sólo en el sagrado–esto nunca es posible realizarlo plenamente–; o, finalmente, renunciar al mundo sagrado para vivir sólo en el profano –en último término tampoco esta opción se puede realizar plenamente–.
Algunos hombres, como Teilhard de Chardin, fueron plenamente conscientes de esta dualización de la vida y la vivieron dramáticamente. Él era un enamorado de lo sagrado y no menos enamorado de la vida, de lo profano. El esfuerzo de toda su vida fue conjugar estos dos amores.[15]
El dualismo encontró su primer expresión teórica en el mito del alma desterrada,[16] plásticamente descrito por Platón en Fedro. Narra Platón en este diálogo cómo las almas en el “lugar supraceleste” –tópos hyperouránios– contemplan las ideas, siguiendo el cortejo de los dioses encabezados por Zeus. Cada una va en un carruaje tirado por dos corceles, uno de los cuales es noble, de color blanco, y se dirige sin dificultades a las ideas, mientras el otro es innoble, de color, patizambo, y a duras penas el auriga logra enderezarlo hacia arriba, porque pugna por precipitarse a tierra.
Los caballos de los dioses, en cambio, son ambos nobles, blancos, bien formados, y en consecuencia obedecen sin dificultad a las riendas que maneja el auriga. En un momento determinado el caballo innoble de los mortales se encabrita y caballo, carruaje y caballero se precipitan a tierra. Allí el alma es encerrada en un cuerpo y condenada desde ese momento a vagar por el mundo sensible.
Ésta es la expresión plástica del dualismo. El mundo está dividido en dos partes: el mundo sensible, formado por los entes sensibles, y el mundo inteligible, mundo espiritual o de las ideas. El verdadero mundo es el de las ideas. El otro es una copia, imagen o sombra del mismo. El hombre también está dividido en dos partes: el alma, mediante la cual entra en contacto con el mundo espiritual o de las ideas, y el cuerpo, mediante cuyos órganos –los sentidos– entra en comunicación con el mundo de las cosas sensibles o imágenes, y traba el libre vuelo del alma hacia el mundo de las ideas.
En consecuencia, la tarea fundamental del hombre será la de liberar al alma de los lazos con los que el cuerpo la tiene aprisionada, para lo cual Platón imagina distintos medios:
1. La ascética. Uno de los principales medios que propone es la ascética o mortificación del cuerpo. En muchos diálogos el tema interviene de una manera u otra, pero el que lo desarrolla temáticamente y de manera clásica es el Fedón. Allí el tema de la ascética está íntimamente ligado al de la inmortalidad del alma. El diálogo se desarrolla en torno de la figura de Sócrates condenado a muerte. Sócrates recibe en la cárcel a sus amigos y lleno de serenidad los consuela, demostrándoles que, si son verdaderos filósofos, caen en una imperdonable inconsecuencia al afligirse por su próxima muerte, porque el filósofo no hace durante la vida otra cosa que morir, desprender el alma del cuerpo, para que finalmente se encuentre en libertad de contemplar el reino de las ideas.
Los hombres ignoran que los verdaderos filósofos no trabajan durante su vida sino para prepararse a la muerte; y siendo esto así, sería ridículo que después de haber perseguido sin tregua este único fin, recelasen y temiesen cuando se les presenta la muerte.[17]
Mientras tengamos nuestro cuerpo, y nuestra alma esté sumida en esta corrupción, jamás poseeremos el objeto de nuestros deseos; es decir, la verdad... Está demostrado que si queremos saber verdaderamente alguna cosa, es preciso que abandonemos el cuerpo, y que el alma sola examine los objetos que quiere conocer... mientras estemos en esta vida, no nos aproximaremos a la verdad sino en relación a nuestro alejamiento del cuerpo, renunciando a todo comercio con él y cediendo sólo a la necesidad; no permitiendo que nos inficione con su corrupción natural y conservándonos puros de todas estas manchas, hasta que dios mismo venga a libertarnos. Entonces, libres de la locura del cuerpo, conversaremos, así lo espero, con hombres que gozarán la misma libertad, y conoceremos por nosotros mismos la esencia pura de las cosas.[18]
Sócrates en el diálogo platónico es el prototipo del filósofo, el que ha salido de la caverna en la que viven los hombres, con las almas sometidas a sus cuerpos con sus pasiones, y en consecuencia se enfrenta a la muerte con la alegre serenidad de quien sabe que finalmente ha llegado el momento de la liberación total.
2. La vía religiosa. Otro medio para lograr que el alma rompa las ataduras aprisionantes del cuerpo lo constituye la participación en los ritos de iniciación. Platón piensa en los misterios eleusinos. El que no ha sido iniciado “será precipitado en el fango”, mientras que el que lo ha sido “será recibido entre los dioses”.[19] Platón asimila esta iniciación religiosa a la purificación que él propone por medio de la filosofía.
Así, filosofía y religión son dos caminos concurrentes que obtienen lo mismo, la completa purificación del alma con relación a las manchas del cuerpo, y por lo tanto su completa liberación para la contemplación de las ideas o esencias eternas de las cosas.
3. El cultivo de la filosofía. Una variante más está dada por el cultivo de las ciencias, y en especial de la dialéctica o filosofía. Mientras en la variante ascética el acento no se ponía en el cultivo de la filosofía como tal, sino en la mortificación del cuerpo, en la variante filosófica el acento es puesto en el cultivo de la filosofía como tal.
Así, en la República, especialmente en el libro VII. El hombre que se libera y sale de la caverna es el filósofo. Por ello “a nosotros, a los fundadores de la república, incumbe la labor de compeler a las mejores naturalezas a dirigirse hacia el conocimiento que declaramos antes ser el mayor de todos: a ver el bien y subir por aquella subida”.[20]La subida se realiza mediante el cultivo progresivo de las ciencias que culmina con la dialéctica o filosofía, a la que sólo llegan los filósofos.
4. La purificación del amor. Una última variante para lograr la liberación del alma propone Platón en Banquete. Consiste ésta en una purificación progresiva del amor.
La purificación contiene tres grados fundamentales, dividido cada uno de ellos en varios subgrados: el primer grado pertenece al amor sensible y racional que va del amor a un solo cuerpo físico hasta el amor al concepto de la belleza física; el segundo consiste en el paso de la belleza sensible a la espiritual, el amor a las almas y a las ciencias; y finalmente se llega al tercero y último al amar la belleza en sí, la idea de belleza. Toda ligazón con lo sensible ha desaparecido.
El dualismo se expresa en distintos niveles:
Decíamos que la filosofía griega es la expresión filosófica de la concepción religiosa o sacerdotal. Pero esto no nos explica de dónde surge el dualismo. La raíz última de éste hay que buscarla en el dualismo de la práctica social, es decir, en la diferenciación entre clases en el seno de la sociedad, en la cual una clase es la dominante y como tal se arroga el ámbito del espíritu, y otra es la dominada, y en consecuencia queda relegada al de la materia. Amos por una parte, y esclavos por la otra.
Expresaba Aristóteles con mucha claridad: “Quien por su inteligencia es capaz de previsión, es por naturaleza gobernante y por naturaleza señor, al paso que quien es capaz con su cuerpo de ejecutar aquellas providencias, es súbdito y esclavo por naturaleza”, por lo cual el amo y el esclavo tienen el mismo interés.[21] Está claro, pues, que el amo es tal por poseer la inteligencia –el nous– es decir, el espíritu, mientras que el esclavo es tal por ser portador sólo del cuerpo, la materia, que debe ejecutar las órdenes que emanan del espíritu. Sólo obedeciendo al amo el esclavo obrará racionalmente. Por ello amo y esclavo lo son “por naturaleza”, esto es, esencialmente.
El dualismo en la práctica social no fue privativo de la sociedad esclavista. Ya lo había sido de la asiática: corte-comunidad campesina; lo seguirá siendo en el feudalismo: señores feudales-siervos; y en el capitalismo: capitalistas-proletarios. El dualismo a nivel de la práctica hará que se