y departamentos de trabajo, los tipos de hombres y mujeres que se desempeñan en cada espacio, su formación y sus trayectorias encontradas. Laicos, religiosos, seminaristas, empresarios, músicos, managers, técnicos y escritores son algunos de los perfiles que habitan el espectro de lugares y funciones posibles de este universo.
La variedad de los soportes constituye la tercera dimensión de análisis y un punto clave de nuestro estudio. La mayoría de los agentes tiende a operar bajo una lógica de liderazgo por diferenciación (Mendes Calado, 2010: 204). Esto significa que a la producción dominante de un bien cultural le siguen mercancías derivadas que amplifican la oferta en distintas direcciones; vale decir, la especialización en un soporte en particular, por ejemplo, los materiales escritos suele complementarse, en algunos casos, con la fabricación y venta de contenidos audiovisuales, musicales, distintivos, adornos, objetos de librería, santería, etc. La vida económica de las mercancías religiosas tiende a recrear un cosmos amplio de referencias y marcas.
Por último, nos encontramos con la dimensión de los contenidos. Aunque inicialmente nuestro proyecto no contempla el análisis de los significados que actualizan los objetos, el estudio de las formas nos lleva indefectiblemente a reconocer discursos, mensajes, símbolos y temas que aparecen, con intensidad variable, en las exploraciones de cada artículo. Por eso, sin ser una investigación sobre los sentidos internos que movilizan los objetos culturales, éstos merodean el trabajo de acuerdo con la organización de cada artículo.
El libro se encuentra dividido en dos partes. La primera está dedicada mayoritariamente al estudio de las casas editoras de distintos credos: católicos, evangélicos, judíos y formas de espiritualidad alternativa. Se abordan casos puntuales dentro de cada una de estas tradiciones a sabiendas de la variedad y amplitud que las define. La selección se hizo a conciencia de los límites que supone una primera aproximación al campo y sin pretensiones de agotarlo, al menos en esta instancia. La otra parte del libro apunta a trabajar con diferentes expresiones culturales que trascienden el circuito editorial y merecen atención. Éste es el caso de la escena de la música, las radios, los cursos especializados y la planificación de eventos. Los distintos espacios actúan de soporte y fuerza modeladora de la cultura material que las religiones ponen a su disposición.
El primer artículo, “Una forma de escribir el mundo: las editoriales religiosas”, se propone trazar las coordenadas generales de un sector importante del espacio editorial-religioso en la Argentina, a través del estudio de editoriales católicas y evangélicas. Para ello, el trabajo se encuentra organizado en tres apartados. Primero, se caracteriza la historia del libro confesional y los principios de orden que lo estructuran sobre la base de vectores espirituales y comerciales de producción. Luego, se estudian las formas productivas y sus variaciones, atendiendo a la variedad de soportes que se fabrican y los perfiles de creyentes-consumidores a los que se orientan las mercancías. Por último, en la tercera sección, el artículo hace foco en las marcaciones fuertes y débiles de los productos espirituales así como en los límites que se ponen en juego en toda editorial –“¿A quién no publicarías?”–.
A continuación nos encontramos con el artículo de Mariana Espinosa “Identidad evangélica y cultura escrita”. La autora estudia la Librería Editorial Cristiana de los Hermanos Libres en una clave sugerente porque, una vez caracterizada la historia y la morfología de la organización, se dedica a analizar las formaciones de identidad y alteridad cultural que vehiculizan las imprentas. Aquí se define una arena de disputa entre la recreación de una comunidad de pertenencia de los Hermanos Libres, con su tradición, costumbres y objetos sagrados –como el himnario o el uso del velo en las mujeres–, y los riesgos de hibridación que representa en especial el neopentecostalismo para las mismas denominaciones protestantes. La cultura material del grupo es inseparable de una política de la identidad que organiza su producción.
Nahuel Carrone y María Eugenia Funes son los autores de “El boom espiritual: estrategias de diversificación y de utilidad en el campo de la espiritualidad alternativa”. El artículo apunta al análisis de la oferta cultural generalmente denominada como alternativa o new age, la cual se destaca por ofrecer objetos de fuerte impronta oriental junto a otras tradiciones a las que se identifica con la heterodoxia del universo religioso. Se lleva adelante el estudio empírico de dos casos ejemplares: la editorial Deva’s y la fundación El Arte de Vivir. Las comparaciones entre ambos agentes les permiten encontrar patrones diferenciados y a la vez complementarios de producción sobre la base de estrategias de diversificación de la oferta, en el caso de Deva’s, y de estrategias de utilidad, es decir, de adaptación a necesidades concretas de las personas, en el caso de El Arte de Vivir.
“El libro hecho pueblo”, de Bárbara Baredes y Leonel Tribisi, se encuentra orientado al estudio de la editorial Kehot Lubavitch Sudamericana, perteneciente al movimiento judío ortodoxo jasídico Jabad Lubavitch. El artículo trabaja sobre los modos de articulación de las lógicas religiosas y comerciales que rigen el funcionamiento de la empresa editora. La dualidad material-espiritual se erige como una tensión constitutiva de diferentes áreas de la organización. Aparece, por ejemplo, en las reglas de Kashrut que definen cuando un libro se ajusta o no a la ley judía, actúa en la lógica del mecenazgo que habilitan las donaciones internas y forma parte de las estrategias identitarias que se ponen en juego para evitar la asimilación. El objetivo último de la editorial es la definición legítima del judaísmo.
En el artículo de Marcos Carbonelli, “Producción mediática en el espacio evangélico argentino”, se lleva adelante un estudio empírico del mensuario interdenominacional El Puente. Éste representa una de las publicaciones tal vez más influyentes de los últimos años y sin duda una de las más representativas de los distintos grupos –de sus posiciones, debates y controversias– que componen el espectro evangélico en nuestro país. El autor recupera tres dimensiones de su objeto: explora la génesis histórica, a través de la figura de sus fundadores y los objetivos iniciales de la empresa, la estructura interna, con sus criterios de organización, roles y apuestas económicas, y los contenidos de la publicación, es decir, las secciones y temáticas que componen la “agenda” del mensuario. Aquí emerge como un tema central el papel que juega El Puente, junto a las federaciones evangélicas, en la lucha política por una nueva ley de cultos en la Argentina.
La primera parte culmina con el artículo de Leandro Rocca “Identidades desdobladas: Bernardo Stamateas como productor de bienes culturales”. La investigación apunta a reconstruir las etapas en el desarrollo de Stamateas en tanto productor de libros, muchos de ellos considerados best-sellers por sus editoriales. La habilidad del trabajo consiste en explicitar el entramado de instituciones que acompaña su despliegue profesional en los circuitos evangélicos primero y su proyección posterior a los espacios de comunicación seculares, al “gran público” del circuito ampliado. Se analizan entonces las variaciones en el tipo de producto cultural que se elabora y las relaciones que se establecen con las editoriales, el interlocutor al que se dirige y el modo en que se pone en juego el capital simbólico acumulado por el autor. De ahí se deriva un uso situacional de la identidad profesional según los momentos y las circunstancias: a veces como pastor, a veces como psicólogo, otras como referente espiritual de las celebridades.
El libro continúa, en la segunda parte, con el trabajo “Cristo rock: una aproximación al mundo social del rock cristiano” de Mariela Mosqueira. Su estudio lleva adelante una reconstrucción en clave histórica de la organización social del campo del rock cristiano. Para ello, aborda dos aspectos centrales del fenómeno. Por un lado, explora las convenciones estético-religiosas que atraviesan las formas de producción musical con el objetivo de analizar de qué manera convergen las exigencias artísticas y profesionales del medio con los valores evangélicos y su visión sobre el rock. Por otro lado, el artículo se ocupa de las redes de producción, distribución y consumo a través de una periodización sugerente del espacio musical que se inicia en la década del 70 y llega hasta nuestros días. Ambos aspectos confluyen en una cartografía del rock cristiano organizada en torno a la distinción entre el circuito mainstream y la escena underground.
Siguiendo con el tema de la música cristiana, nos encontramos con el artículo de Luciana Lago “«Esto no es religión, es un estilo de vida.» Jóvenes y pentecostalismo en Comodoro Rivadavia”. La autora