Mariano García-Verdugo Delmas

Resistencia y entrenamiento


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target="_blank" rel="nofollow" href="#fb3_img_img_f93a2845-24cf-5ad8-a803-c0ac68958723.jpg" alt=""/> Valores de urea constantemente en alza.

       Secuencias motrices descoordinadas (deterioro de la técnica).

      Cualquiera de las manifestaciones de la fatiga relacionadas anterior-mente pueden presentarse con diferentes grados; cada uno provocará diferentes efectos. Existen al respecto dos tipos de fatiga que se deben definir y diferenciar, ya que sus efectos difieren considerable-mente: la fisiológica y la patológica.

       Fatiga fisiológica. Supone una reacción a un proceso de esfuerzo que desajusta uno o varios sistemas del organismo pero, por su nivel, permite a éste reaccionar de forma positiva mediante la adaptación. Se trata del efecto que se debe provocar cuando se aplica para entrenar al deportista (ver Síndrome general de adaptación).

       Fatiga patológica. La origina el efecto de una carga aislada o una sucesión de cargas que, por rebasar los límites de tolerancia de forma continua, provocan alteraciones a veces irreversibles o muy difíciles de subsanar. Entran así en el proceso destructor o degenerativo, que incluso repercute negativamente en la salud. En muchos aspectos puede coincidir con la fatiga crónica (de la que se habla más adelante) y provocar en algunos casos que el deportista caiga en procesos de sobreentrenamiento.

      Existen muchas causas que pueden llevar al deportista de resistencia a la fatiga patológica, la mayor parte de las veces por diferentes errores. García-Verdugo y Leibar (1997) exponen una serie de fallos o errores, de los que se han recogido los más significativos que pueden afectar al entrenamiento de resistencia:

       Errores en la aplicación de las cargas: (se habla más adelante de ellas en este capítulo).

       Desajustes o errores de programación.

       Errores en la organización de estructuras intermedias: mesociclos, microciclos, sesiones y ejercicios:

       Excesos en las cargas de entrenamiento en cualquiera de sus características (se tratan más adelante).

       Progresión excesiva al aumentar las cargas.

       Inicio de entrenamientos con cargas excesivas después de períodos de descanso ocasionados por lesiones, enfermedades o por largos períodos de transición.

       Exigencias técnicas excesivas que provocan la saturación del sistema nervioso.

       Alteraciones en horarios de entrenamiento: aproximación en el tiempo de sesiones excesivamente fuertes, sin posibilidad de asimilación, alejamiento de estos entrenamientos, lo que provoca pérdida de efectos de supercompensación, etc.

       Fallos en los procesos de adaptación: circunstancias y motivos que desfavorecen o hacen retrasarse los procesos adaptativos al desajuste producido por las cargas.

       Descansos excesivamente reducidos:

       Mala o escasa utilización de medios favorecedores de la recuperación.

       Alteraciones frecuentes de hábitos de vida (sueño, alimentación, etc.).

       Fallos o malos planteamientos en la competición: circunstancias que pueden provocar desfases relacionados con las competiciones:

       Mala elección de competiciones intermedias.

       Excesivas competiciones de carácter importante y muy próximas entre sí.

       Afectividad que sobrepasa lo tolerable, lo que produce un desgaste suplementario provocado por la tensión emocional.

      En la resistencia la fatiga tiene un papel determinante en el entrenamiento. Los fenómenos del cansancio delimitan el mantenimiento de una determinada fuerza o velocidad. Zintl (1991) hace referencia al cansancio como una manifestación de la fatiga y lo define como “la disminución transitoria (reversible) de la capacidad de rendimiento”.

      La fatiga, en cualquiera de sus manifestaciones, puede influir en el entrenamiento del deportista de resistencia de formas diversas, ayudando al entrenamiento o perjudicándolo. La influencia que tenga sobre éste dependerá de la duración y del mantenimiento del esfuerzo en el tiempo, así como de su intensidad. La fatiga en relación con el tiempo e influenciada por la continuidad de los estímulos y el tiempo de recuperación puede ser catalogada de tres formas diferentes: aguda, subaguda y crónica.

      Fatiga aguda

      Ocurre durante o inmediatamente después de un esfuerzo. Suele aparecer en una sesión de entrenamiento normal. Produce una disminución de las capacidades sobre las cuales se ha incidido con mayor énfasis. Permite la restauración de todas las pérdidas de forma casi inmediata.

      La mayoría de las veces se manifiesta en una zona reducida en el aparato muscular o, de forma más general, en uno o varios sistemas u órganos (aumento de la frecuencia cardíaca o de lactato en la sangre, etc). Puede ser utilizada para obtener procesos adaptativos de super-compensación momentáneos.

      Fatiga subaguda

      También denominada “sobrecarga” (Fernández y Terrados, 1994), puede manifestarse después de un tiempo de entrenamiento determinado en el que se realizan cargas relativamente intensas, acumulativas y/o con deficiencias en procesos de recuperación. Aparece cuando se realizan niveles de ejercicio ligeramente más altos que los que se hacen habitualmente. Si se utiliza con criterio adecuado, resulta muy útil para provocar procesos adaptativos en los deportistas de alto nivel, y si es bien gestionada, provoca efectos de hipercompensación.

      Fatiga crónica

      Puede aparecer tras un período en el que se mantienen los síntomas de las dos anteriores si no son correctamente utilizados los procesos de recuperación y regenerativos. Provoca el descenso de prestaciones de las diferentes capacidades y la disminución de la efectividad de los sistemas, pudiendo llegar a deterioros de la salud del individuo.

      Coincide en un alto grado con el “síndrome de sobreentrenamiento” y se diferencia de la fatiga subaguda más que en los síntomas en la duración, la gravedad y el tiempo necesarios para que se produzcan los procesos de restauración o de curación.

      Las cargas excesivas de una determinada finalidad ocultan dos peligros (Platonov, 1991):

       Posibilidad de agotamiento funcional del/los sistema/s predominante/s que